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Adrian Barilari

Barilari: "No puedo componer en pandemia, me saldrían cosas horribles"

Cronista: Sergio Visciglia | Fotos: Laura Torres

29 de Junio, 2021

Barilari: "No puedo componer en pandemia, me saldrían cosas horribles"

La voz por excelencia del heavy metal argentino ofrece por primera vez en plataformas digitales su faceta tanguera que tanto curtió desde que era niño. Junto a Revista El Bondi repasa viejos tiempos, actualidad y sentencia: “Rata Blanca les cerró el culo a muchos”.

El Barilari cantor de tangos apareció en público en aquel streaming realizado en octubre del año pasado. La combinación de ese show (etapa solista, clásicos del rock internacional y tangos) se materializa en una canción de cada segmento. Así entonces, el EP Barilari x3 está grabado en vivo y contiene “Todavía no encontré lo que estaba buscando” (el clásico de U2 que ya había salido en sus Canciones Doradas), “Egoman” y el tangazo “Sur”.

“Siempre estuvo conmigo el tango, fue lo primero que aprendí a cantar, en mi casa se escuchaba tango todo el día”, recuerda el cantante de Rata Blanca para comenzar la charla y enfocarla en esta nueva impronta. “Mi hermano más grande tenia una banda de rock con amigos, pero mi tío era bandoneonista y escuchaba discos de tango. Un poco en broma, un poco en serio, me hacia cantar canciones que para mí eran un juego: Gardel, Julio Sosa y más”. Ese juego se fue transformando en realidad y asume que lo empezó a querer, a entender y a tenerlo como parte de su cotidianeidad para siempre. “Toda la vida canté tangos para mí, en algún momento siempre me encuentro cantando un tango, en giras, en casa, o incluso concurriendo a lugares para ver cantantes y orquestas. Llevarlo ahora al nivel profesional es un gusto que quise dar, se lo debía a mi tío como algo que le había prometido. Encontramos el momento ahora, lo grabamos y estoy contento, porque es algo que siempre quise hacer, pero por distintas razones no había podido. El año pasado tuve tiempo, se hizo y estoy feliz”.

―¿Te acordás canciones específicas de aquellos tiempos de niño?
―Mi abuela escuchaba canzonetas italianas y yo también en algún momento me encontré cantando esas cosas. Era lo que aprendí de chico, me quedó grabado en la piel. Yo escuchaba los discos de los Hermanos Berón, que eran un trio de guitarras, un tango karaoke, así que yo cantaba sobre eso, como si fuera mi orquesta. Mi tío me grababa en un grabador de cinta que las debe tener mi hermano, aunque no hay donde pasarlas. Imaginate lo que era yo ahí, voz de pito total (risas).

―Y tu vieja te mandaba a concursos.
―Era la fan número uno. En la primaria, en las fiestas patrias los maestros ya sabían que yo cantaba, por culpa de mi vieja. El himno, cantaba yo; el himno a la bandera, cantaba yo; todo lo que tuviera que ver con alguna representación, yo. Y odiaba eso porque el único estúpido que cantaba era yo, no había otro (risas). Me daba mucha vergüenza. Y ahí además mi mamá me empezó a llevar a los concursos de lo que fuere, tengo grabaciones con Leonardo Simmons, Rumbo a la fama, donde salí segundo.

―Bueno, mejor, con el que gana nunca pasa nada.
―¡Claro! Hay una historia muy rica, muy graciosa detrás de todo esto, las kermesses que se armaban en el barrio, un tablón y mis viejos me subían al escenario. O concursos de alguna empresa chiquita que enseñaba teatro y yo me anotaba para hinchar las bolas, para levantarme una chica.

―¿El estilo de lo que cantabas era lo que pintaba?
―Cantaba de todo lo que me pusieran adelante. Como me daba, yo le entraba a todo, desde Tom Jones, Billy Joel, Sergio Denis, Pappo o los Beatles, que eran y siguen siendo la banda madre para mí, tengo su colección de discos. Si hay algo que admiro son las canciones de los Beatles que duran tres minutos y son dos tonos, todos hits. Entonces uno aprende que algo hicieron bien…

―Imagino cómo te curtió todo eso.
―Totalmente. Con la adolescencia después aparecieron Maiden, AC/DC, Deep Purple. Cuando llegó Judas Priest mi cabeza hizo un click, empecé a darme cuenta de que lo me gustaba mucho era el heavy metal. Y un amigo me dijo que tenía cantar ese género por mi voz. Ahí empecé con muchísimas bandas, todo un aprendizaje de diez, doce años, de cantar en bandas, el under, los bares, pegando afiches en las calles. Teníamos una banda que se llamaba Rompecabezas, pegábamos nosotros los afiches y luego venían veinte personas a vernos como mucho. Terminábamos pagando hasta lo que nos tomábamos, pero estábamos felices porque era la única forma de tocar. Ensayábamos dos meses para tocar una vez, era hard rock, mucho Aerosmith, Scorpions, El Reloj, Horcas mismo que ya existía y hoy sigue vigente.

―¿Realmente quisiste largar todo en un momento?
―Estaba casado, con mi hijo Alan que era chiquito, y esto de ir a ensayar, parecía que uno perdía el tiempo. Mucho ensayo, tocar cada tanto. Yo tenía una banda que se llamaba Días de Gloria, tocábamos bastante, pero había que imprimirle horas de ensayo, por ahí era lejos, uno laburaba, el otro no podía, y era complicado, todos con familia.

―¿Empezaba cierta frustración?
―Sí, también había mucho de eso. De golpear puertas en una discográfica o pagar para grabar un demo que después te metías en el tujes. En un momento dije “basta, no es para mí, está todo bien, pero tengo que mirar para el lado correcto”. Era como que la insistencia me cansó. Pero ahí justo me llamó Walter Giardino a través de un amigo y ahí empezó todo lo que ya sabemos.

―Una historia hasta ahí muy típica para muchísimos músicos.
―Sí, claro, más en este país. Hoy, por ejemplo, hay que usar las redes, se acabó el CD, el disco, el cassette, el mp3, ya fue, todo va por plataformas. Es lo que se usa.

―¿Qué tanto te gusta y qué tanto no queda otra?
―No hay otra, me puedo quejar, protestar, pero es lo que es. ¿Qué me voy a poner en fundamentalista y decir “yo por la plataforma no hago nada”? Mentira, si no aparecés en YouTube o Spotify no existís, lamentablemente. Tengo un amigo que está empezando a hacer su carrera y mandó a hacer CDs y los está regalando para difusión. ¿Dónde va a venderlos si no hay disquerías prácticamente? Todo te lleva a lo mismo.

Adrián Barilari se mostró activo en estos tiempos de pandemia. El show por streaming Barilari X3 realizado en octubre de 2020 tuvo tres días especiales: rock y metal, canciones doradas, tango. “Es una forma de estar al día, de mostrarse, de no guardarse. Yo soy de los que prefieren hacer, podría estar en mi casa haciendo otras cosas, pero no”. El cantante se detiene, toma como otro ejemplo posible la cuestión cotidiana de componer, pero al instante reconoce que no está en una época de composición. “La pandemia a mí no me pega para componer, porque me van a salir cosas muy feas. Entonces prefiero moverme, hacer esto, está bueno, sacar un tema distinto que es el tango, agregarle algo de Canciones Doradas o de mi disco solista, pero en vivo, y si hay defectos está bien”.

―Son parte de la vida, sin dudas.
―Puede y debe haber defectos, no buscamos la perfección, prefiero que la música salga más de corazón que de perfección. Y creo que la gente muchas veces admira el error, además de que le gusta encontrarlo. “Mirá, se equivocó, a ver, ponelo de nuevo, ahí, sí, ¡se equivocó!” (risas). Está bueno, yo me olvido las letras a veces, es normal, natural, no está mal. Lo bueno es poder hacer música y llegarle al corazón a la gente.

―Me quiero detener en lo que contabas de la composición. Es algo que cuentan muchos músicos, que la pandemia no los inspiró para nada.
―Es raro, no me dio. Yo tengo que estar bien anímicamente para componer. Por ahí salen cosas odiosas, pero tengo que estar bien. Y no puedo decir que estoy bien anímicamente cuando no puedo ver a mi familia, no me puedo juntar con mi vieja, mis hermanos, no puedo salir con mis amigos, no está bueno. Gracias a Dios pudimos girar un poquito con Canciones Doradas los primeros meses de este año, como para despuntar el vicio, casi ni ganando, pero de eso a no hacer nada, prefiero eso.

Canciones Doradas fue un álbum que Barilari sacó en 2007 interpretando en castellano clásicos imbatibles del rock internacional, demostrando aquello que todos ya sabíamos, pero no habíamos comprobado públicamente: que puede cantar a la perfección cualquier canción saliendo de su género hard rock o heavy metal. “Fue jugarme a salir de mi zona de confort, mostrar una faceta que en su momento la ninguneé”.

―¿No estabas convencido de entrada?
―Cuando me lo propusieron no me convenció, pero lo estaban haciendo muchos artistas, Ozzy Osbourne, por ejemplo. En Estados Unidos hay músicos que se dedican a grabar canciones festivas, para fin de año, navidad. Yo no sabía mucho eso, y bueno, lo propusieron y tomé finalmente el desafío. Además, elegí las canciones, los músicos, los invitados, me dieron todas las posibilidades. Me di el gusto de tocar con muchos músicos que admiro y salió un discazo. De hecho fue el disco que más vendió en mi carrera. Y es hasta lógico, porque son canciones conocidas en todo el mundo para un público que va de los 30 a los 70. La diferencia es que ahora ves a la gente cantándola en español y es una locura. Me gusta eso porque de pibe siempre renegué de escuchar tanta canción en inglés, yo escuché muchos como te contaba antes, pero nunca supe de qué hablaban, a qué le escribían. Con el tiempo fuimos descubriendo con Juan Antonio Ferreyra (JAF), quien también hizo mucho esto, que hay letras hermosas y otras que son una pavada total, pero bueno, es parte del cancionero musical. La licencia gramatical, escribirle al gato negro que se cruzó y te va a traer mala suerte y te va a pisar un auto, o escribir también “Love of my life”, canciones que te tocan el corazón, que tienen que ver con lo que pasa en el mundo, lo que le pasa al ser humano.

―¿Hay algún género que quisieras cantar y aún no lo hayas realizado?
―El lírico. Pero ya no me metería tanto profesionalmente porque para eso hay que estar muy preparado. Puedo tener el caudal, la tonalidad, yo soy tenor ligero, pero no pasa por ahí. Pasa por otra cuestión que tiene que ver con la esencia, el idioma en que se cante, una técnica distinta. Yo puedo cantar, pero me canso, no voy a poder hacer un show lirico porque no me daría el cuerpo. Hay una preparación muy importante.

―¿Lo hiciste en casa? ¿Has jugado?
―Sí, he cantado mucho. Una vez me subí a una góndola en Venecia, como el gondolieri no cantaba me puse a cantar yo “O sole mío”, pero jugando, claro. Está en YouTube, después se hizo viral. Pero profesional no, hay que prepararse mucho y también se nace un poco con eso. Fijate que el canta lírico, mayormente cuando canta otro estilo no le queda bien. Es un rubro muy cerrado también, tiene que ver con eso. Me ha pasado estar con cantantes líricos, que incluso cuando cantan algo popular es como que siempre están cantando lírico. Es difícil.

―¿Y algún género que no cantarías?
―No sé si el trap se puede decir que cantan, para mí es hablado. No me saldría, eso no sé hacerlo. No cantaría reggae, ni reggaetón, ni cumbia villera porque no me gusta. Escucho porque está en el éter sonando, pero no me gusta.

―Fuimos y vinimos entre muchos géneros. Si algo le pasó a Rata Blanca en su momento de mayor éxito fue que quedó como en un limbo. Muy heavy para lo popular, muy popular para el heavy.
―Yo creo que Rata le cerró el culo a un montón de tipos que nos ningunearon en su momento. Porque era una banda que tenía canciones que duraban seis, siete minutos, no radiales, al principio nadie las quería pasar. “Mujer amante” y “La leyenda del hada y el mago” duraban seis minutos y pico. Y apareció Tinelli, abrió una puerta y de repente todo el mundo empezó a pasar a Rata Blanca en todos lados. Y podíamos elegir, francamente podíamos decir acá sí y acá no. O sea que todo se dio vuelta de un momento para otro, llamalo por la música, por la moda, por lo que sea, pero nosotros siempre, incluso hasta el día de hoy, apostamos más a la música que mostrar nuestra vida personal, que es algo que hacen mucho las bandas en Estados Unidos o Europa para que todos hablen de ellos. Nosotros hablamos de la música todo el tiempo. Por eso cuando nos preguntan “¿cómo se logran 30 años de vigencia?”, la respuesta es fácil: con la música.

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