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Cosquín Rock

Jose Palazzo: "No me siento el Perry Farrell cordobés"

Cronista: Fernando Villarroel | Fotos: Gentileza: Prensa

22 de Enero, 2020

Jose Palazzo: "No me siento el Perry Farrell cordobés"

A semanas de una nueva edición del Cosquín Rock, su fundador y cerebro, conversa sobre las polémicas, los nuevos sonidos, el éxito y las veces que pensó en no hacerlo más.

“Queridos argentinos, los esfuerzos de este año dieron sus frutos”, así, monocorde y aburrido, a fines del 2000, Fernando De la Rúa anunciaba el Megacanje. Argentina empezaba a incendiarse, el hastío social ya se hacía sentir y el presidente cerraba el año anunciando por cadena nacional eso que iba a terminar convirtiéndose en uno de los colapsos financieros y sociales más sangrientos del país. “Que lindo, es dar buenas noticias”, decía De la Rúa al final de su mensaje. Monocorde. Aburrido. Sin embargo, al mismo tiempo pero a 840 kilómetros de la Casa Rosada, en Cosquín, un coterráneo suyo emprendía la mayor de sus aventuras: José Palazzo sabía internamente que era posible combinar chispa, tonada y fernet con rock.

Cosquín, el suelo serrano en el que la doma y el folklore supieron hacerse fuertes. Donde Mercedes Sosa, Víctor Heredia y, hasta el mismísimo, Atahualpa Yupanqui hicieron de las guitarras criollas y el culto a la tradición una marca registrada, el cordobés (que trabajó como gerente en la extinta señal de videocable VCC) creyó que era posible hacer algo similar, sólo que rockeros en lugar de folkloristas.

“Al primer Día 1 lo recuerdo en las calles. Estábamos abriendo las puertas y toda mi atención y adrenalina estaba puesta en eso. Había llegado muchísima gente del interior del país, algo que no habíamos imaginado porque el festival no contaba con presupuesto para hacer publicidad”, recuerda Palazzo sobre aquel Día 1.

El hombre de la cabeza plateada, los pelos revueltos y la voz rasposa se ríe fuerte cuando se le consulta si se sabe así mismo como a un ‘empresario respetado’. Entiende de qué se trata todo esto y de que sabe ponerse a prueba y rendir exámenes todo el tiempo. “Estoy orgulloso de la empresa que tengo y de la cantidad de trabajos que hemos llevado adelante con mi equipo. Sé que soy la cara visible pero siempre estoy aprendiendo”, agrega con cierta humildad. 

-¿Hiciste el festival con el que soñaste alguna vez?

-Nunca lo logré porque siempre estoy pensando en qué agregar y, como vivimos en un país complicado, mucho de lo que se proyecta no se puede concretar por las vicisitudes de nuestra economía. Jamásme conformo,pero me gusta que esto siga creciendo.

Palazzo es una persona de cábalas y, a falta de una, tiene dos atadas al Cosquín Rock. La primera pasa por pararse en las puertas del predio el día en que todo comienza y entregar merchandising oficial a las primeras treinta personas que entran al Aeródromo de Santa María de Punilla (espacio en el que se lleva adelante el encuentro desde 2011); la otra, se trata de presenciar una función del humorista Fernando ‘El flaco’ Pailos, esté en dónde esté, ligando así su destino al humor y la suerte.

-Te molestó la crítica que se te hacía sobre aquello de la repetición? (NdeR: en una entrevista al sitio Silencio.com, en 2018)

-El festival tiene coherencia. Hace 20 años que trabajamos sobre los errores y reconocemos que, cuando tomamos malas decisiones, tenemos que corregirlos, pensando todo el tiempo en el público y en los artistas. Igualmente, si el que viene y los que tocan la pasan bien, si se descubren y disfrutan cosas, esto tiene una vida larga.

-¿Alguna vez dijiste “este año no lo hago”?

-(Risas) Casi todos los domingos, cuando termina el festival, digo: “No lo hago más, estoy agotado”. De hecho, ahora estoy cansado y ¡todavía no empezó! me ha pasado varias veces, porque le pongo mucho el cuerpo . Tengo que encontrarle la vuelta para estar más tranquilo y ocuparme sólo de la parte más artística, delegar lo del día a día, que toma mucho tiempo y cansa bastante. Pero, todos los lunes 10 de febrero, a la mañana, arranco con un “bueno, a ver que hacemos el año que viene”.

-Cuando recordás que hubo una empresa de cerveza y otra de gaseosa que quisieron armar algo parecido en Buenos Aires y no lograron la continuidad del Cosquín, ¿lo vivís como a una “pequeña victoria” sobre esos que te pudieron haber subestimado en un principio?

-No, nunca viví como una victoria que se descontinuara un festival: para que esta industria siga creciendo, tienen que existir más. Sólo en Córdoba, entre fines de diciembre y principio de marzo, hay 250, porque la gente en los pueblos está acostumbrada a ir a ver a sus artistas. Y por eso, para nosotros, es muy importante que haya muchos más; debería haber -por lo menos- un festival de rock por provincia, bien consolidado. Por eso, lo mejor sería que Buenos Aires tuviera cuatro buenos festivales de rock.

Cambia todo cambia

Palazzo no tiene reparos en reconocer que fue su hija Agustina la que lo interpeló en cuanto a lo que estaba pasando en la escena y los nuevos sonidos. “Ella fue la que generó espacios y nuevos ámbitos para la música. Después, estudió arte, se recibió, hizo un master en España y se radicó allá. Además del cariño, extraño mucho su capacidad”, suelta con cierta melancolía y confiesa que todavía recuerda el día en que ellale dijo que debía introducir cambios porque se estaba perdiendo del talento de mucha gente.  

“Un día, Adrián Dárgelos dijo que yo era un ‘cabezaurio’, porque para mí era todo Black Sabbath, Led Zeppelin y Pappo. Me gustan las cosas nuevas, pero en mis ratos libres escucho clásicos, y eso es una realidad inexorable. Por eso, estuvo muy bueno que en un principio Agustina me haya dado una mano con eso. En la actualidad, hay un montón de gente –como Hernán Castro, Eric Davis, el Vampi Avallay y Pocho Rocca– me ayuda con las nuevas cosas de la grilla.

- ¿Te arrepentís de aquella frase "no hay suficientes mujeres con talento a la altura del Cosquín"

-Tomamos todas las críticas positivas, las anotamos y las usamos. Muchas terminan siendo elementos que ayudan a mejorar el festival. Lo que me embola es la crítica del ‘hater’, porque sólo está en el terreno del entretenimiento y de la pelea en Twitter, también me embolan posturas dramáticas, como si esto se tratara de algo más importante: no creo que un festival le cambie la vida a nadie.

-¿Qué es para vos Cosquín Rock?

-Es un festival que ha recorrido todo. casi toda Latinoamérica, solo nos falta Ecuador y algunos países de Centroamérica. Esto se inició como una experiencia argentina pero creció. Hoy, en México, es considerado uno de los diez festivales más importantes. 

-¿Por qué creés que pasó eso?

-El rock argentino ayudó mucho a esto. Los Cadillacs, Soda Stereo, Charly García, Fito Paéz, los Deca, Miguel Mateos, Los Enanitos, entre otros. Esos tipos que pusieron el cuerpo recorriendo latinoamérica, haciendo difusión de la música argentina y transformándola en uno de los baluartes del rock latino fue más que importante. Hoy goza de una muy buena reputación en la región y eso hizo más fácil que el festival se pueda desarrollar. 

-¿Te sentís “el Perry Farrell cordobés”?

-(Risas) No, no me considero el Perry Farrell cordobés. (Piensa) Aunque ahora, el festival gira por toda latinoamérica (Bolivia, Paraguay, Uruguay, Perú, Colombia, Chile, México). Ya pasó por Estados Unidos y España, y el año que viene irá a Costa Rica. Hagolo que me apasiona y le pongo muchísimo huevo. El hecho de cómo trascienda, por ahí, es una vicisitud y una coyuntura. 

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