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Estadio Obras

Andy Caballero: "Van Halen y Obras cambiaron el trabajo del sonidista en Argentina"

Cronista: Ariel Andreoli | Fotos: Gentileza prensa

18 de Enero, 2019

Andy Caballero: "Van Halen y Obras cambiaron el trabajo del sonidista en Argentina"

Este año se editará un documental sobre el Obras, de la mano del director Andy Caballero.

Entre risas y anécdotas, el director Andy Caballero nos cuenta cómo nació la idea de homenajear en un film Obras, el mítico estadio de Nuñez, que ya tuvo su primer avance en las redes sociales, el pasado miércoles 16 de enero y qué tan importante es el recinto para el rockero local.

-¿Cómo surge la idea del documental web?

-Todo arrancó cuando la gente de Obras me llamó para hacer unas pastillas para internet, unas cositas para YouTube por los 40 años del estadio. Yo venía súper embalado con la filmación de mi primera película  junto al director Diego Corsini, “Sólo el amor” (2018), y les propuse unas ideas con temáticas fuertes y más estéticas; ellos compraron la idea, fui muy feliz (risas) y ya el primer día de grabación nos dimos que teníamos mucho material como para una película. De alguna manera, Obras tiene tantas anécdotas que termina siendo un esqueleto del Rock nacional.

-¿Cuántos capítulos son?

-Van a salir trece y cada quince días. Ninguno tiene el mismo tiempo de duración, nos pusimos como objetivo que cada pastilla dure lo que la anécdota dure, sin forzar ni achicar nada. La idea es mostrar que la historia de Obras es ecléctica: toca Abel Pintos pero también Sepultura; los capítulos también tienen que ser así: Somos como medio Punk (risas).

 -¿Qué crees que va a tener de diferente a cualquier otro film?

-Siento que no existe un documental sobre un lugar así, de esta manera, hasta busqué en el exterior, sobre el Madison Square Garden y no hay. Para nuestra sociedad es un lugar muy importante. Pensá que el estadio funciona desde la época de la dictadura: las bandas rockeaban hasta cuando no se podía. El periodista Bobby Flores nos contaba que, en esos años de plomo, ibas a un recital a Obras y afuera, a la salida, había dos camiones celulares esperando para llenarlos de gente. Sergio Rotman (Los Fabulosos Cadillacs) nos contó que en esos años, sus padres sabían que si iba al estadio y no volvía, tenían que ir a buscarlo a la comisaría más cercana.

-¿Cuándo tienen pensado editar de forma completa el documental?

-Estos vídeos -que salen en las plataformas digitales- van a ser unos caramelitos para tentar al que los ve. Los va a disfrutar de a uno hasta llegar a la fecha que editemos el documental completo y se lo demos todo junto, que calculamos será en septiembre u octubre. 

-¿Hay intenciones de llevar de gira al material?

-Queremos presentar el film en algunos festivales porque entendemos que Obras es fundamental para entender el rock en Latinoamerica. Además, es un lugar donde distintas generaciones se fueron encontrando, como Botafogo, que fue de espectador, subió a tocar con Pappo’s Blues y terminó yendo a ver su hijo (Andrés Vilanova). Obras es un lugar que tiene una mística muy grande, la sentís cuando entrás y cuando salís: eso en Groove o Niceto, no pasa.

-¿Alguna historia te llamó particularmente la atención?

-En uno de los capítulos vamos a hablar de la primera visita de Van Halen al país, en 1983. Lo que sucede en ese show es que, antiguamente, todas las bandas ponían sus equipos sobre tarimas, tal cual se acomoda la batería en cualquier escenario. Cuando llega la banda les responde algo así como “No, papi. Los equipos van al piso…” (risas).  El sonidista Adrián Taverna nos contaba que pensaba que en todos esos primeros años de rock, se había hecho todo mal en Argentina. A partir de esa visita, toda banda local o internacional empezó a tocar con los equipos en el piso y ¡todo gracias a Van Halen! 


-¿Hay más testimonios de esa visita?

-Todos los que fueron a ese recital concuerdan que nunca escucharon un sonido así: desde Juanchi Baleirón que no lo podía creer, pasando por Taverna que nos decía que ni con Soda Stereo pudo sonar así de potente  hasta Wallas, de Massacre, que nos contaba que no se podía hablar ni gritando dentro de Obras. ¡Los tipos eran un fuego!

-En lo personal, ¿cómo vivís que te hayan elegido para este proyecto tan importante?

-Para mí, es un sueño cumplido. Yo pagué entradas para ver bandas en Obras y además, soy musiquero de toda la vida; antes de incursionar en el cine, trabajé muchos años con bandas y sé lo que se trabaja para llegar al templo.

-¿Te acordás cuál fue tu primer show en el estadio de Avenida del Libertador?

-¡Sí! Fui a la presentación oficial de “Amén” (1995), de Attaque 77, con unos amigos de la secundaria. Creo que nos llevó el padre de uno hasta la puerta y entramos súper eufóricos. ¡No lo podíamos creer! nunca los había visto en vivo y fue demoledor. Es más, para el documental lo grabamos a Leo De Cecco y, si bien lo conocía de antes por la filmación de unos videoclips, me miraba sorprendido por saber que ellos habían sido mi primer show. Pero, yo era fan: pagué mi entrada, fui con mi remera, escuché todo el disco y salí del recital con mis amigos pensando: “¡Ya está, loco: somos rockeros!" (risas)

-Y con tantas historias que te contaron, ¿te hubiese gustado vivir algún show en especial?

-En el plano internacional, me hubiese gustado ver ese show de Iggy Pop del que todos hablan, que vino muy popero al país, vio que al público no le gustaba, y terminó partiendo cabezas, descontrolando el lugar. Y después, como súper fana de Ramones, me hubiese gustado ir a cualquiera de ellos; ahí se gestó la Ramonesmanía en Argentina. Es una deuda pendiente que tengo conmigo mismo.

-¿Y nacional?

-Últimamente, estoy muy Virus y me hubiese gustado estar en alguno de ellos. Pero, sobre todo, en el último Obras que hace Federico Moura. Previo al show y debido al avanzado estado de su enfermedad, tenía muchísima fiebre. Tal es así, que la banda estuvo a minutos de suspender el show ya que no podían hacérsela bajar. Federico les dijo que él iba a salir igual porque, interiormente, tenía muy claro que quería despedirse de la gente. Subieron al escenario y, como si no tuviera nada, Federico cantó la primera canción a puro esplendor, con los fanáticos aplaudiendo a mansalva. Apenas terminado el tema, su hermano Marcelo lo abraza, para de esta manera constatar con su mano que la fiebre se había ido. Federico terminó el show sin fiebre, cosa que le volvió de manera rabiosa cuando bajó del escenario. Esas tablas tienen magia, claramente.

-Para ir terminando, viste que antes se decía que para cualquier banda Cemento era la primaria/secundaria y llegar a Obras, era recibirse en algo terciario. En tu visión personal, ¿por qué crees que se ganó ese respeto?

-Es que era así. Lo pienso como cuando empecé la secundaria: de un colegio normal en Chacarita, arranqué en el Hipólito Vieytes, de Caballito, con 13 primeros, y te la tenías que bancar. Entonces, Cemento era eso: áspero, con mucha crudeza, pero ya habías hecho cierto circuito y estabas curtido. Obras, en cambio, tenía cierta elite. Dejaste el colegio, ya vas a la facultad y ahora jugas en serio porque de ese lugar, depende tu futuro. Si haces un buen show en Obras, vivís de esto el resto de tu vida. Por eso, es el Templo del Rock, ¿no?

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