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Trostrigo

Trostrigo: "No idealizo tanto las cosas"

Cronista: Lucas González | Fotos: Barbara Sardi

09 de Agosto, 2018

Trostrigo: "No idealizo tanto las cosas"

Entre la nostalgia y lo que vendrá, Rodrigo Jorquera hace un balance de sus diez años de carrera.

Como en un cuento de Cortázar, el chileno Rodrigo Jorquera siente que a lo largo de su vida dejó muchas puertas abiertas. Que están ahí, inamovibles e inertes. Listas para ser abiertas. O no. “Con el tiempo, me puse cada vez más ambicioso”, dice el músico que hoy por la noche celebra en Lucille los diez años de su proyecto, Trostrigo. “Hice muchas cosas mal, pero nunca tuve una meta muy grande”, explica y agrega: “Fue súper divertido, porque llegué a esta ciudad para estudiar y casi sin saber tocar. De hecho, el primer objetivo era grabarme en mi pieza, y estuve dos años así”.

-¿Te imaginas tocando por mucho tiempo más?

-Sí, pero con distintos formatos y enfoques. Ahora tengo un proyecto nuevo, VerDor, con el que saco un tema por mes. Es medio impredecible y electrónico.

-¿Por qué optaste por realizar esa intervención y no hacerlo con Trostrigo?

-Porque ahora con Trostrigo somos una banda y hay muchas opiniones. Quería hacer algo sin que nadie pudiera opinar nada, desmarcarme de lo que ya tengo hecho, porque tiene una vara. Me parecía interesante negarse a uno mismo.

-¿Te costó después de tantos años de construcción?

-Sí, pero cuando salís de la zona de confort es más divertido. No es para nada incómodo. Esto nuevo es súper impulsivo, como un vómito. Todavía no sé ni cómo tocar las canciones que hicimos. Es sacar singles y que sean escuchados (NdlR: Hasta el momento, publicó “Difácil”, “Lemu” y “Realidad aumentada”, que llegó a sonar varias veces en la reconocida radio KEXP).

-Para hablar del proyecto, hiciste referencia a una vara que lograste con Trostrigo. ¿A qué te referías?

-A que ya hay un tipo de sonido, que fue ganando más calidad de audio con los años. Que está ligado a una especie de folk, pero cantado por un niño. Como me gustaba, siempre usé mi voz aguda, aunque ahora no me siento tan cómodo con eso.  

-Entonces...

-Siento que tengo que cantar dos tonos más abajo, y prefiero hacerlo por el lado de VerDor. Pese a esto, la poesía siempre es lo más importante, lo que indica para dónde va a ir la canción. Inclusive, más que la misma composición musical.



-Tomando en cuenta esto último, ¿de dónde proviene tu mayor fuente de inspiración?

-El escritor Nicanor Parra dijo que “todo es poesía menos la poesía”. Y por ahí pasa el juego, por encontrar poesía en cualquier cosa, sea un gesto o una esquina. Esa es la mirada.

-En todos estos años, ¿encontraste tu propia voz a la hora de escribir?

-No sé, tampoco soy quién para decirlo. (Por lo pronto) Siento comodidad, que a la hora de componer no le estoy copiando a nadie. De lo que hago, sí destaco las letras, que ofrecen una mirada diferente de las cosas, una “cara B”.

-En relación a tu obra, aseguraste que Sangre (2014) resultó más experimental, mientras que Tren (2013) tuvo canciones más definidas. ¿Cómo describirías, entonces, Portal (2016), último álbum de Trostrigo hasta la fecha?

-Fue un proceso más de banda, que se armó con amigos, a quienes delegué más responsabilidades en la ejecución. También tuvo mucho que ver mi papá en las canciones vertebrales del disco. A raíz de una crisis laboral que tuvo, escribió muchos poemas que un día me pasó y se convirtieron en "Madre", "El Jugador" y "Me quedo".

-¿Descubriste parecidos entre su forma de escribir y la tuya?

-No, ya que él tiene otro vocabulario, otro nivel que no he alcanzado. Además de haber leído mucho más, tiene un vuelo más loco. Es genial sentirte tan disminuido ante tu papá. Se transforma en un referente, que está al lado, que te ayuda a crecer. Igual, siempre tuve ídolos cercanos. De chico, a muchos les gustaba Metallica, mientras que a mí, Fun People. Eso me ha permitido ver el mundo de otra forma. A no idealizar tanto las cosas.

-¿Te gusta lo que está pasando en la escena independiente argentina?

-Hay tesoros en todas partes. Hace un par de sábados fui a Plasma, porque tocaba El alma de las máquinas, que tiene 30 oyentes mensuales en Spotify, y no me pude despegar su disco durante días. Sin embargo, la industria acá está muy desorganizada, en contraste con lo que veo en Chile.

-¿Es muy diferente en relación a tu país?

-La industria independiente en Chile ha fundado muchos sellos, que tienen artistas rotando hasta en Europa, que son autosustentables, que financian fabricaciones de discos. Acá he visto pocos sellos independientes que logren eso.

-¿Es más factible que un sello independiente llegue a un lugar de mayor preponderancia en Chile?

-Según lo dicen algunas cifras, sí. Por ejemplo, está Quemasucabeza. De hecho, tiene artistas argentinos, Diosque y Coiffeur. Es muy extraño ese fenómeno, aunque es maravilloso que pase. En la Argentina hay mucho potencial desperdiciado, por no darle el valor a ciertas cosas. Si bien es complicado de explicar, (lo cierto es que) hay líderes de la industria que son muy negativos, y poca política estatal para incentivar determinadas iniciativas, que es una pata importante.

-En estos diez años de carrera, ¿qué ganaste y qué perdiste?

-Gané un proyecto musical, porque empecé a tocar acá y me compré la guitarra. También en ego, que (a veces) puede ser malo. Y en amigos, palabras y la posibilidad de conocer ciudades. Sin embargo, perdí la delgadez, la vergüenza y una clasificación al Mundial.  

*Jueves 9 de agosto en Lucille, Gorriti 5520. Junto a Doleser y Uva Mondays. A las 21.

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