Nano Stern: "Vivimos en un mundo muy desequilibrado"

Tras diez años de carrera, varios discos editados y una innumerable cantidad de kilómetros recorridos, Nano Stern se posicionó como uno de los referentes de la nueva canción folklórica en Chile, lugar que comparte, entre otros, con Camila Moreno. Ambos son reconocidos por su obra sensible y cuidada, por los sentimientos que exponen y por la sonoridad: prolija y medida, aunque no por eso menos emotiva. Pero el guitarrista decidió dar un vuelco en su carrera y sacar un álbum el que explora por primera vez el mundo eléctrico. Algo que definió como una vuelta a sus raíces, ya que al principio de su trayectoria incursionó en el rock. “Es algo que quería hacer desde siempre, sólo esperaba el momento”, confiesa sobre el nacimiento del EP Lucero (2018), una reflexión intensa y sin tregua sobre el mundo en el que vivimos, y que presentará este sábado en La Trastienda Samsung.

Acostumbrado a las comparaciones, admite de antemano que no, que su metamorfosis no es similar a la que realizó Bob Dylan en los ‘60, cuando el trovador abandonó el estilo acústico y despojado, y pasó a la guitarra eléctrica. Y si bien entiende que es la referencia obligada para hablar de esta situación, manifiesta que es “imposible replicar lo que él hizo en ese entonces. El contexto era diferente”. Sin embargo, sí concuerda con otro concepto: abrirse le permite esbozar su amplio abanico sonoro, el cual carga desde hace años. O en palabras de Stern: “Aunque mi música ha sido de un corte más bien acústico, siempre estuvo la actitud de tocar enchufado, con una intensidad absoluta. Eso es algo que siempre me han hecho notar”.  

Otra cuestión recurrente en su carrera es el reconocimiento que tuvo por parte de sus pares y la prensa latinoamerica. Porque es uno de esos artistas imprescindibles para entender el actual cancionero regional. Para dimensionar su alcance: Pedro Aznar versionó “Nube”, uno de sus temas, y Jorge Drexler participó en “Ser Pequeño”, track incluido por el trasandino en Mil 500 vueltas (2015).

Además de conquistar ambas orillas del Río de La Plata, su nombre sonó fuerte hace dos años en el norte del continente. Fue cuando Joan Baez festejó su cumpleaños número 75, con un recital en el Beacon Theater. En ese marco, ambos artistas realizaron “Gracias a la vida”, de Violeta Parra. De acuerdo al The New York Times, en aquel momento la intervención "produjo el tipo de rayo que podrías haber experimentado en una alegre fiesta en los ‘60 cuando todo parecía posible y la esperanza estaba en el aire”.

Pero Stern, no reniega de su origen. Lo rescata y lo enaltece. E inclusive le canta, como hizo en su EP anterior, Santiago (2017): un viaje íntimo por la vida de su ciudad. La distancia, ese espacio entre un punto a y b, le permite al músico abstraerse y contraer otra percepción, teorizar sobre la idea de viajar, de irse y volver a su tierra de origen. Replantearse las certezas. Sacudirlas. Un ejercicio que también utiliza para pensar a Buenos Aires, un destino que lo adoptó como propio hace tiempo. “Se destaca por su personalidad”, inquiere y aclara que es producto del carácter de quienes la habitan, los porteños: “Son particulares y tienen una manera tan única y distintiva de tratarse entre sí. Es una mezcla de histrionismo, con una sensibilidad gigantesca, un nivel intelectual altísimo, mucha conciencia política y un acervo cultural enorme, que se nota en cada paso que uno da”.

Dejando de lado las obvias y mencionadas diferencias artísticas, en Lucero perdura el espíritu crítico de Santiago. Si antes la punta de lanza era “Respiren menos”, una canción espesa desde su mensaje (“En las ciudades/va acelerando/el ritmo cruel/que nos va matando”); ahora la bajada de línea la realiza “Demasiada información” (“Se consume la paciencia/todo es experiencia/sin contemplación”). Según el autor, nace del estado perturbador en el que vivimos a diario, donde estamos híper estimulados. Por opción o por descarte, nos bombardean con información. “Nuestros sentidos no hallan tregua en ningún momento, y eso nos está pasando la cuenta”, dice y acota que, de tal manera, no encontramos “ni un momento para reflexión. Vivimos en un mundo muy desequilibrado”.

En este disco, explica Stern, no había cabida para la sutileza. Tenía que ser reemplazada por la intensidad. La idea, continúa, la bajó el productor Tony Platt (AC-DC, Bob Marley, Iron Maiden y Motörhead). “Fue el factor clave, aunque al principio me costó asimilarlo, porque siempre he sido muy apegado a los pequeños gestos del mundo acústico, que tiene mucha cabida para eso”, apunta y concluye: “Poder colaborar con alguien de esa experiencia, te lleva a tocar mejor y a entregar más de lo que creías. Finalmente, cuando terminó el proceso, quedamos exhaustos, desechos y consumidos, pero felices, por el proceso y resultado”.

*Sábado 2 de junio en La Trastienda Samsung, Balcarce 460. A las 21.