Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Tamboor

Emanuel Sáez, el cosmonauta

Cronista: Lucas González | Fotos: Gentileza prensa

20 de Abril, 2018

Emanuel Sáez, el cosmonauta

Luego de la disolución de Buenos Aires Karma, el músico presenta el disco de su proyecto Tamboor, donde participan viejos compañeros de ruta y un invitado muy especial.

Emanuel Sáez tiene un par de certezas a esta altura de su vida. Una, es que todos formamos parte del cosmos, que ahí vamos cuando se extingue nuestra vida, que es finita y frágil. Y la otra, es que en este momento de su carrera tiene ganas de abrir el juego, de compartir y crear con los demás. De eso la va Tamboor, el proyecto solista que inició en 2016, en cual puede explayarse por completo, sin ningún tipo de restricción, bucear a fondo y no guardarse nada. “Me gusta que haya otros talentos metidos”, admite con entusiasmo el cantante, compositor y guitarrista sobre el presente que atraviesa.

Sin embargo, tres años atrás, tenía la necesidad de frenar. Luego de tocar por 15 años con Buenos Aires Karma (BAK), el grupo que inició junto a sus amigos y que le dio un nombre dentro de la escena nacional, estaba cansado y aburrido. Funcionaba por inercia, pero sin un fuego artístico que lo alimentara. Después de un show en Niceto Club, ese mismo año, decidieron parar por tiempo indeterminado. Superada la sorpresa inicial, coincidieron en que era lo mejor. En el fondo, todos lo sabían. Fue así que, en 2015, con un CD recién publicado, El Gran Ruido, y una considerable base de seguidores, BAK entró en un necesario impasse.

Casualmente, previo a esto, Sáez había declarado que un artista debía buscar nuevos horizontes, que por eso las bandas que más admiraba eran aquellas que no apelaban a la reiteración de fórmulas. Esa misma inquietud fue la que llevó a BAK a trabajar, en su momento, con dos polos opuestos: Martín Carrizo (A.N.I.M.A.L., Cerati, Indio Solari), primero, y Leo García, después.

Inconscientemente, Sáez sabía que algo ocurriría. Estaba seguro, la certeza le quemaba, le pedía que sea paciente, que no deje de componer. Corría el verano de 2016 cuando esbozó y escribió unas primeras ideas y rescató algunas otras que tenía guardadas de su etapa anterior. En compañía de Juan Carlos Ruiz, baterista de BAK, le dio forma a las bases y a los ritmos. Terminada la pre producción, de la que también participó el guitarrista Gabriel Gasloli, dedicó su tiempo a buscar un productor.

El destino quiso que a sus manos llegue Sexo con modelos (2016), de Marilina Bertoldi. Lo escuchó y le impactó el audio, que era poderoso, pero no estridente, y al mismo tiempo era súper pop. Había encontrado a la persona indicada: Guillermo Porro, que además trabajó en Adaptación, de La Ley y que años atrás apuntó en relación a su premisa de laburo: “Siempre trato de estar en contacto con productores y grupos de afuera, que nos llevan, tecnológicamente hablando, años de ventaja, porque quiero que mi sonido sea así, que suene internacional, como en su momento lo hacía Soda”.

-Enviado el material, ¿cuál fue la devolución de Guillermo?

-Fue impresionante, y ahí rearfimé que era el indicado. A partir de ese momento comenzamos a trabajar juntos, a terminar “la pre”. Elegimos diez temas y entramos a grabar en MCL, en diciembre de 2016. Lo hicimos muy rápido. De hecho, estuvo presente la base de BAK, porque además de Juan, también participó Gregorio Martínez (bajo): dejamos de tocar, pero están presentes, lo que marca la hermandad que existe.

Así nació el disco debut y homónimo de Tamboor que, a pesar de contener muchas texturas, terminó siendo un registro muy fresco y urgente, ya que se grabó tan sólo en seis días. Sáez también destaca el audio que obtuvo Porro, a quien considera como uno de los laptop producers más importante de su generación, junto a Luciano Farelli (ex Parteplaneta) y Max Scenna (ingeniero de sonido del concurso Camino a Abbey Road 2016 y 2017).

En la previa, cuenta, estaba muy empecinado en que las baterías suenen poderosas, que arranquen cabezas, pero que los temas pop se escuchen como tales. Y lo logró. De hecho, es uno de los mayores aciertos de esta nueva placa, la amplitud estilística. El elepé, confiere, suena como se lo había imaginado. Es un retrato del momento artístico que está viviendo. Si gusta o no, es algo que lo excede, pero, reconoce, lo muestra con total tranquilidad.  

Sáez publicó Terrícolas (2009), el primer LP de BAK, con 26 años. En aquel momento, lo describió como un laburo muy orgánico y crudo, despojado de máquinas, que si bien no era Nevermind (compuesto por un Cobain sobreestimulado), era el álbum de una banda de rock al palo.

Nueve temporadas después, la intención y las influencias son otras: Nine Inch Nails, Underworld y, principalmente, Depeche Mode. Es decir, conjuntos que hacen gala de una electrónica refinada y pulida. En eso el combinado de Gahan es sinónimo de garantía: “Soy fanático, y es un poco difícil analizarlos fríamente. Muchos de los temas que tocan me parecen insuperables y me remontan a una época muy linda de mi vida”.

-¿Cuál identificás como su aporte más significativo a la historia de la música?

-Son los que llevan la electrónica al mainstream. Antes eso no existía. Eso sólo había sucedido con Kraftwerk, pero nunca llegó a ser mainstream en ese momento. Depeche fue un Top 1 en Estados Unidos sin batería ni guitarra ni bajo. Fue una revolución.

 

Sáez, y por consiguiente su proyecto, sustenta su imaginario en el universo, postales que se diseminan a lo largo de las canciones, de las letras y los títulos. Inclusive en las fotos de promoción se lo puede ver con un traje de cosmonauta. Pero no es ninguna novedad: en 2015 publicó con BAK el video de “El día más largo”, donde homenajeó a 2001: Odisea en el espacio. A la hora de componer, reflexiona, cae muchas veces en esa temática, que involucra a las alturas, a las montañas y en esa conexión que se produce.

-¿Qué rol juega el arte en todo esto?

-Tiene que ser un instrumento para expandir los horizontes, primero de uno mismo, luego del otro. Está bueno hablar de cosas que todavía no entendemos, como el espacio, la muerte, la vida. Tratar de ponerle palabras a lo que sentimos. De eso se trata el arte.

"Donde muere el tiempo", canción que próximamente tendrá su video “a la Stranger Things”, es el caso testigo, donde el músico habla del espacio como un lugar en el que reposan los seres queridos o los de otro planeta (“Ha pasado mucho tiempo, desde que no están/ya no intentes invocarlos, dejalos descansar”). El espacio, entonces, no es sólo es un lugar físico, sino que también espiritual, en el que las almas se aúnan.

“Sé que el cosmos cuida a todos por igual”, canta Santiago Motorizado en “La noche eterna”, tema de El Mató a un Policia Motorizado en el que Saéz encuentra algo de amparo ante sus preocupaciones internas, porque él cree que, si hay un Dios, es el cosmos y que cuando uno fallece pasa a formar parte de eso. De un todo. La música, teoriza, es la manera que una persona tiene de poder conectarse con la espiritualidad.

Todo puede resumirse en “Súper tribu”, una letra cien por ciento de ciencia ficción que conjuga su fanatismo por los alienígenas ancestrales, los Anunnakis (grupo de deidades sumerias) y los iconos de la cultura pop de los ‘80, como Robotech. El cóctel se completa con un recitado del Indio Solari, que se podría aparentar con el personaje de Woody Harrelson en 2012, la olvidable película que protagoniza John Cusack: un profeta maldito que, desde su casa rodante, y de manera clandestina, anuncia el fin de una era. Similar a lo que propone el Mister: “Si el observatorio Gemini está en lo cierto, y esa cepa estelar viaja en dirección a la Tierra, usted ya ha dejado de ser libre”.

-¿Qué te generó la colaboración del Indio?

-Ya cuando lo vi escrito de puño y letra, estaba medio tembloroso, no lo podía creer. Si bien hay un cariño de por medio -NdlR: Julio, el padre de Emanuel, es el manager de Solari en la actualidad- que se haya tomado el tiempo y que aporte a un material artístico mío, fue muy fuerte.

-Sobre el recitado, afirmaste que lo más fácil hubiera sido pedirle que ponga voz en una canción, pero en cambio se te ocurrió esto...

-En realidad, le tiré una referencia, le dije que “esta” era la idea, para que escribiera lo que se le cantara, y así fue. Llegué al estudio y había hecho el recitado, inclusive era más largo, pero después lo produjo y lo achicó, y así quedó. Fue sacarlo de su lugar típico.

Foto: Gentileza prensa/Girón Fotografías

*Viernes 20 de abril en La Tangente, Honduras 5317. A las 20.

 

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