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Blues Motel

Gaba Díaz: "Es un momento en el que tenemos que estar unidos"

Cronista: Augusto Fiamengo | Fotos: Ayelen Martinez

10 de Abril, 2018

Gaba Díaz: "Es un momento en el que tenemos que estar unidos"

El vocalista rememora la época de Un tajo en la oreja, tercer disco de la banda, y anticipa el show en Vorterix para celebrar los veinte años de su publicación. Además, recuerda su encuentro con Mick Jagger.

Tres años después de su última actuación en el Teatro Vorterix, a propósito de la celebración por los veinte de la publicación de su segundo disco, Mientras las guitarras suenen, Blues Motel vuelve a presentarse en Colegiales. En esta ocasión, será por los festejos de las dos décadas de vida de Un tajo en la oreja, y Gaba Díaz, el vocalista que capitanea el barco de la banda oriunda de Tigre, se muestra particularmente contento por el nuevo arribo al recinto de la calle Lacroze (“Es uno de los lugares más importantes”). El grupo también festejó allí sus bodas de plata en 2014, y para el cantante existe una clara identificación de su público con el Teatro. “La gente lo adoptó como propio: Blues Motel en Vorterix está buenísimo”.

En cuanto al tipo de show que ofrecerán para conmemorar la publicación de un trabajo que representó una clara ruptura en relación a sus dos primeros álbumes, Díaz anticipa que “la idea es reproducir la estructura de las canciones tal fueron grabadas. Estamos acortando algunas, que quedan muy largas, aunque tratamos de respetarlas”.

El grupo tuvo sus cambios a través de los años, y para Gaba también es un punto a tener en cuenta: “Ahora está Maxi Larreta, en la batería, que le pone su impronta, Nacho Piedrabuena, en guitarra, y Sebastían Voyatjides, en teclado, que participó en algunos temas del disco. No estamos innovando, sólo adaptando Un tajo en la oreja a la formación actual”.

El encuentro con Revista EI Bondi, una calurosa tarde de marzo en el barrio de Villa Urquiza, le permite a Díaz realizar un viaje al pasado para recordar las historias de Un tajo..., pero también para relatar lo que no se vio de la reunión que mantuvo con Mick Jagger en la última visita de The Rolling Stones a la Argentina y hablar sobre sus anhelos como músico.




-¿Qué recuerdos conservás de la composición de Un tajo en la oreja?

-Uno bastante fresco: buscando bocetos que habían quedado, empecé a trabajar con los temas más rudos, más fuertes. Inconscientemente, sin hablarlo demasiado con Adrián Herrera (primera guitarra), estábamos en el mismo camino, queríamos diferenciarnos del del segundo disco, y sobre todo separarnos del primero, Volumen 1 (1994), que fue una especie de homenaje a nuestras influencias. Intentábamos definir la veta por la que iríamos, con más distorsión y guitarras al frente. Algo más experimental, dentro de los parámetros de nuestro estilo. Adrián compuso por su lado, y las canciones tenían que ver con lo mismo en la trama y la dinámica de los sonidos.

-Además, algunos de los miembros de la banda no pasaban por un buen momento personal.

-En la composición se nota el momento difícil que estábamos atravesando. Yo me tenía que operar de la columna, estaba construyendo mi casa y arrastraba problemas de la época en la que hacía remo y montañismo. Fue mi peor momento, no podía estar parado. Me hice estudios y el médico me dijo: “Hay que operar, es un desplazamiento de vértebras”. La operación fue en noviembre de 1997. Me fijaron la quinta lumbar con el sacro y fue un éxito. A las dos semanas ya estaba tocando. Parado, duro, sin moverme, pero tocando. Por su lado, Ariel Herrera (bajista) venía de una enfermedad mucho más jodida, esclerosis múltiple. Nunca lo hablamos, él nunca lo contó. Le afectó la motricidad fina y fue un golpe muy duro para la banda. Si vos analizás la trama de sonido de Un tajo…, en muchos temas Ariel no puede grabar el bajo y toca el teclado, lo hace a modo de pulso y tiene un sonido particular. Logró algo a lo Ray Manzarek, de los Doors.

-¿También cambiaron de discográfica?

-Nos habíamos separado de DBN, y era nuestro primer disco con otra compañía, SUM Records, que se estaba disolviendo. Nosotros continuábamos con nuestra línea filosófica, hacer lo que nos gustaba, sin pensar demasiado en lo que podía llegar a esperar una compañía o a venderse. Fue una circunstancia linda para sortear dificultades. Siempre estuvimos unidos como banda y como amigos, sosteniendo el arte por encima de todo y fieles a nuestro lema: “Queremos hacer algo diferente a lo anterior, vayamos por acá”.

-Un tajo en la oreja es un disco denso, que tiene mucho que ver con lo que ocurría a fines de los 90, con cierto hastío que se percibía en parte de la sociedad argentina. ¿Estás de acuerdo?

-Apuntamos a ciertos clichés, y en el disco hablamos de los puntos bajos de una sociedad: la pose, el caretaje (sic), la corrupción. En algunos pasajes es un poco depresivo, como en “Sin saber qué hacer”. Tenía que ver con el momento que estábamos viviendo, sí.

-¿Cómo recordás la recepción por parte del público y la prensa?

-Sabíamos que íbamos “al muere” con la estética, los ruidos que le metíamos y con canciones, que no eran “escuchables” o “lindas” en una primera instancia. Algunos fans directamente nos dejaron de seguir, porque esperaban algo más stone o del estilo “Dame Magia”. Con otros se afianzó el vínculo. Y también nos vino bien en los medios, ya que nos aceptaron por esa actitud que tuvimos. Empezamos a ganar el respeto de la gente que valoraba el jugársela por un camino independiente. Aunque tenemos nuestras cosas, poseemos un vínculo muy fuerte entre nosotros, donde valoramos seguir juntos, y eso fue siempre así. De lo contrario, cualquier concepto artístico que hubiésemos abordado no habría funcionado.

-A la hora de tocar nuevamente este disco y dedicarle un show, como hicieron con sus dos primeros trabajos, ¿sentís nostalgia de aquellos tiempos?

-Soy nostálgico, sobre todo a partir de esta carrera independiente donde nos afianzamos en la búsqueda de un producto artístico. Los primeros dos discos son muy lindos, los tocamos con muchas ganas, pero desde el tercero en adelante los recordamos con mucha nostalgia, cariño, y los revalorizamos. Además, los tenemos que tocar porque Blues Motel nunca tuvo difusión en las radios ni cortes de difusión. Como no tenemos más ediciones de los discos, ya que se acabaron, está bueno tocarlos en vivo, lo disfrutamos. Tenemos motivos válidos para hacerlo.





-Tuvieron una aparición en el documental “Olé Olé Olé”, que registró el paso de The Rolling Stones por América Latina hace un poco más de dos años. Más allá de lo que pudo verse en la edición final, ¿qué recuerdos tenés de los entretelones de esa participación? ¿Cómo se gestó?

-Estábamos de vacaciones, y Adrián comenzó a recibir llamadas de un nexo argentino con la productora londinense que estaba a cargo del documental. Este nexo ya había realizado un sondeo previo, para averiguar qué banda stone podía llegar a ser parte de un futuro DVD. Tenía que tratarse de un grupo que representara el espíritu rollinga en Argentina. Hizo ese trabajo de campo, investigó entre los periodistas y el público, y hubo coincidencia en que nosotros teníamos que ser los elegidos. La productora además nos habló sobre la posibilidad de un encuentro con los miembros de los Stones, ¡para qué! No le dábamos crédito al asunto. Pero decidimos juntarnos en febrero, pensando en que por ahí esto se concretaba. No teníamos nada que perder.

-Los filmaron tocando en la sala de ensayo. ¿cómo fue la dinámica?

-La productora venía poniendo condiciones de “primer mundo”. Por ejemplo, no tenía que haber imágenes ni marcas en la sala y nos pidieron que tocáramos un tema, “Paint It Black”. También hicimos “Dame Magia”, y lo lindo fue que el equipo de filmación se quedó sorprendido por el volumen, el sonido y la canción. Salió con una energía que pudieron captar. Recuerdo mucho esa escena. Después, nos empezaron a filmar, a dar órdenes y trabajaban en tareas bien específicas referidas a la producción en general. ¡Nos hicieron una entrevista de cuatro horas! También nos hablaban de un posible encuentro con Jagger el día del último concierto, aunque continuábamos sin creerlo.

-¿Cómo fue el día en el que se reunieron con Mick Jagger en el Estadio Único?

-El sábado llegamos a La Plata medio apurados, y ahí sí, dijimos: "Ya está". Con Adrián tendríamos un encuentro en camarines alrededor de las siete. Cuando nos acercarnos al lugar de la reunión, el tipo de la productora, que nos estaba buscando, nos encontró gracias a un fan que gritó “¡Blues Motel!”. Nos pusieron los micrófonos, nos dieron las directivas y pedí que pusieran un traductor, pero nos dijeron que no. Estábamos temblando. Adrián, que es asmático, se vació el aerosol. Caminamos hacia el camarín y ahí estaba, Jagger…

-Entonces…

-Lo mirábamos y tratábamos de actuar naturalmente, de hablar en inglés y que nos entendiera. Estábamos frente a una de las personalidades más grandes del mundo: flaquito, muy ágil, con el rostro de una persona de 70 años, pero con los ojos brillantes y la vivacidad de un joven de 20. Muy canchero. Hablamos de quiénes somos y de nuestros 12 discos, más allá del recorte que finalmente apareció en el documental. Teníamos directivas de no hincharlo con la posibilidad de sacarnos una foto, y Jagger fue finalmente el que accedió. Fue un encuentro muy ameno e inolvidable. Al salir, nos dimos un abrazo con Adrián y nos encontramos con el resto de la banda. Fue un mimo para nosotros, y nos vino muy bien.

-¿Por dónde pasan hoy tus sueños como artista?

-Tienen que ver con seguir formando parte de Blues Motel, manteniendo las mismas ganas que en el comienzo, con frescura y proyectos por concretar. Luego de tantos años, uno transita por momentos difíciles, como los que nos tocan vivir actualmente en lo económico. Las ventas de tickets bajan, pero no sólo en nuestro caso. La gente no tiene guita y lo primero que recorta es la salida. Es un momento en el que tenemos que estar unidos. También lo digo como consejo para las bandas: no se dejen agobiar por la situación, hay que mantenerse y poner el pecho.

-¿Y en lo personal?

-Siempre me interesó avanzar en el aspecto instrumental y compositivo. No quiero desvincularme de lo que más me gusta, que es tocar. Sigo grabando en casa y estoy en una etapa en la que disfruto ver tocar a mis hijos, que son músicos y están creciendo y formándose. Trato de darles una mano desde mi rol de padre y músico que ya conoce el camino, pero con cuidado, porque quiero que hagan su propio recorrido.

-Pasaron casi dos años de la publicación de Abrazo insomnio, y Blues Motel no deja pasar demasiado tiempo entre un disco y el otro. ¿Están trabajando en un nuevo material?

-La idea era editar unos simples, pero no logramos terminarlos. Además, se nos vino encima el concierto en Vorterix. En breve tenemos que largar algo nuevo, que no será en formato de disco, sino como simple. Pero al mismo tiempo queremos seguir defendiendo nuestro material, como Abrazo insomnio, que fue muy bueno y que, como novedad, nos permitió intervenir a todos en la composición.

*Sábado 14 en el Teatro Vorterix, Federico Lacroze y Alvarez Thomas. A las 21.

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