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Claudio "Tano" Marciello

Claudio Marciello: "Tocando con mi familia redescubrí el compañerismo"

Cronista: Dario Kullock | Fotos: Jose Fuño

07 de Noviembre, 2017

Claudio Marciello: "Tocando con mi familia redescubrí el compañerismo"

Mientras Almafuerte transita un dilatado e indefinido receso, su guitarrista plantó bandera con el nuevo disco de su proyecto solista.

Hace ya algunos meses que la incertidumbre envuelve el futuro de Almafuerte. Si bien no se cansa de asegurar que el conjunto más popular del heavy metal nacional no se separó, sino que simplemente se encuentra en medio de un prolongado intervalo, Claudio Marciello dedica el 100 por ciento de su tiempo a la difusión de CTM (2017), la más reciente placa de su proyecto solista y homónimo. Junto con el “Tano” vienen asomando su hija Melina en batería, su primo Pablo en teclados y su amigo personal Leandro Radaelli en bajo, jóvenes representantes de la nueva generación del rock pesado argentino.

-Es el primer álbum que titulás con tus iniciales, ¿qué esencia intentaste imprimirle?
Claudio Marciello: -Cada CD que edité en solitario tiene una textura diferente, obviamente que siempre va a ser música bien rockera. La voz de Ricardo Mollo, de Divididos, en “Aquí”, es el broche de oro que embelleció el concepto artístico. Además, tocando con mi familia redescubrí el compañerismo y el respeto natural por sobre todas las cosas, y quise que ésto se evidenciara en un trabajo cuyo logo es mi propio nombre.

-¿Cómo se desarrolló el proceso compositivo?
CM: -Siempre que compongo, lo primero que sale es la música, luego la melodía y por último la letra. Soy una persona urbana y eso se refleja en mis historias, en CTM se van a encontrar con muchas reflexiones y narraciones.

-Melina, ¿qué podés contar sobre la batería de este nuevo disco?
Melina Marciello: -Trabajé muy espontáneamente. En verdad no me puse a componer, se fue dando de manera natural, ya estaba la idea de las bases y el objetivo. Opté por tocar como me sugería cada tema, según el criterio del álbum. Trabajamos con medidas grandes en los cuerpos de la batería, y busqué un sonido gordo y envolvente. Diego Belli, como Dr. drummer, me brindó su ayuda recomendando un bombo de 26 y luego sumando los cascos y platillos, siempre con un criterio John Bonham contemporáneo.

-¿Sentís una responsabilidad diferente cuando te sentás en la batería del conjunto de tu viejo?
MM: -No, al contrario, me siento más libre. Tal vez porque en otros grupos mostrábamos algo mucho más amateur y estaba la pequeña presión de que todo funcione, en lo musical y en lo escénico. Acá ese fantasma no existe, todos vienen tocando hace tiempo y eso nos permite hasta poder improvisar en vivo. Aprendo mucho de mi viejo y de mis compañeros, y disfruto cada momento. Siento que puedo ser yo, todo fluye.

-Pablo, el “Tano” está acostumbrado a tocar sin el teclado, ¿eso te da laburo extra? ¿te aprovecha a vos para hacer cosas que en Almafuerte no puede?
Pablo Marciello: -No sé si laburo extra, es algo diferente, otro concepto. Yo creo que el “Tano” aprovecha la sonoridad rabiosa del Hammond para darle más solidez a las bases de guitarra, es como una segunda viola, pero tiene un color particular que le da un toque distinto. A veces me hace trabajar como un guitarrista, sobre todo cuando tengo que doblar sus solos. Con el paso del tiempo se animó a los pianos y cuerdas, eso sí que fue toda una novedad.


-Dado el impasse en el que se encuentra Almafuerte, CTM está girando y tocando mucho más seguido, ¿cómo te venís acoplando a ese ritmo?
PM: -Es muy intenso, incluso cansador, porque cada uno lleva sus actividades personales, pero es placentero. Para nosotros, ensayar, tocar en vivo o crear música es más que el hecho en sí mismo. Es una diversión, unas miradas que dicen: “Qué bueno verlos de nuevo, qué bueno encontrarnos”. Cada vez que nos subimos a la camioneta para girar es una alegría. Mates, viandas que prepara Melina, estación de servicio con parada obligada y charlas interminables. Así vale la pena todo el esfuerzo.

-Leo, sos el único de los cuatro que no se apellida Marciello, ¿cómo llegaste a CTM?
Leandro Radaelli: -Formaba parte de Revuelta y ensayábamos en mi casa, en González Catán. Lo invitamos al “Tano” a uno de esos ensayos, después participó en una grabación y en una presentación en vivo. Fue así que conocí a Melina. Como éramos del Oeste, nos cruzábamos con frecuencia y se dio una amistad más allá de la música. Pasado el tiempo, decidimos juntarnos a zapar, y uno de esos días se sumó Claudio. Así se armó la formación actual.

-Siempre se te ve muy eufórico e inquieto en los recitales…
LR: -Toco de esa manera desde siempre. No lo puedo manejar, viene conmigo. Es algo natural, creo que tiene que ser así. Lo disfruto como si estuviera abajo del escenario. La música que hacemos también posee una energía terrible, es imposible estar quieto. Y tocamos con bastante volumen, porque así estamos acostumbrados. Entonces, con el equipo sonando fuerte y los graves haciendo vibrar todo, el corazón empieza a latir de otra manera. Es una experiencia increíble.

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