Ricardo Soulé La Bestia Emplumada
"Vox Dei murió en 1975"
15 de Agosto, 2017
El músico multiinstrumentista, que se presenta este viernes con La Bestia Emplumada, revela su punto de vista sobre su antigua banda en un contexto signado por una resolución legal por el uso del nombre del conjunto.
Alguna vez Friedrich Nietzsche lanzó: “Dios está muerto, nosotros lo matamos” y causó un estupor que devino en ríos de tinta que analizaron esa sentencia desde diversas corrientes filosóficas. Aún hoy es tema de debate entre los académicos. Pero el pensador alemán también destacó que “la vida sin música sería un error”, y por eso es que hombres como Ricardo Soulé siguen dedicándose a entregar al público su arte.
Parece irónico que, desde su casa en Quilmes, Soulé le dijera a El Bondi que “Vox Dei murió”, un laudo similar al pronunciado por el filósofo nihilista, y más teniendo en cuenta que Vox Dei significa “la Voz de Dios”. Pero, claro que él, hombre devoto y de profunda fe, está hablando simplemente de un grupo de hombres que no supo encontrar la concordia en el terreno profano.
Sin embargo, el músico continúa su camino y el viernes 18 a las 21 se presentará ante su público, al que cataloga como “amigos”, junto a La Bestia Emplumada, banda que conformó hace 13 años, en el teatro Palacio La Argentina. Lo acompañarán Ale Willis en batería, el Tano Colautti en bajo y Daniel Oroño en guitarra, en un show que no solo abarcará el último material del grupo, Vulgata (2015), sino también los clásicos de Vox Dei, porque “no tiene nada que ver lo personal con la música”.
-Van a tocar en un teatro, espacio ideal para que la gente vaya exclusivamente a escucharlos y a sentirlos cerca.
-El teatro siempre tiene un desplazamiento que no se puede mejorar. Uno se siente como en casa cuando toca ahí.
-¿Este show te va a tener tocando el violín, tu primer instrumento?
-Sí, claro. Soy uno de los pocos violinistas en la escena argentina. Junto a Jorge Pinchevsky (La Pesada del Rock and Roll) fuimos de los primeros en utilizarlo en el rock y estuvimos siempre relegados a un segundo plano por una cuestión técnica. Antes, tanto Pinchevsky como yo, más que el sonido de un violín, teníamos uno desesperado de algo que se parecía poco a un violín. Porque el instrumento no tenía un desarrollo técnico como el que sí tuvo la guitarra en cuanto a la amplificación, pero en estos últimos años ha habido un gran avance y hoy tengo la posibilidad de tocarlo con La Renga a un volumen descomunal sin ningún problema.
-Parece que sos un hombre que suele combinar dos mundos: uno pesado, con el rock, y otro bíblico, con lo espiritual.
-Sí. Tanto lo espiritual y lo profano, de alguna manera, están entroncados en la vida del hombre de todas las épocas. Los músicos y los poetas, en general, han sido inspirados en situaciones que involucraban su cuerpo y su espíritu, y el rock no tenía por qué ser la excepción, ya que tiene algo de la calle, de la noche y de todos los días, y también posee una parte muy volada que es representativa de nuestro ser. Se dice que no solo somos carne, sino también espíritu.
-El rock es noche, pero últimamente no te llevas mucho con ella. Sos más bien de la madrugada.
-Comencé con mi vida mañanera hace unos cuarenta años, cuando empecé a practicar la cetrería, y eso me llevó al campo y a vincularme más con la naturaleza. Entonces, reservé el tema de la noche para trabajar, grabar y tocar, pero no para mi vida como ser humano.
-¿La noche no es una buena consejera, como dicen algunos?
-Mirá, soy padre de cinco hijos y abuelo de dos nietas. Tengo una esposa con la que vivo hace 47 años y creo que, para un hombre con esa categoría de responsabilidad, es importante mantener una coherencia en la vida.
-A pesar del estereotipo del músico de rock.
-Yo no correspondo a ese estereotipo.
-¿Quizás por eso sentís que te relegaron? ¿O por qué pensás que te postergaron?
-Eso habría que examinarlo. No tengo muchos elementos. Solamente tengo mi perspectiva, que no creo que sea suficiente para analizarlo. No fui el único. Conmigo hubo muchos compañeros que también fueron relegados. Tal es así que tuvimos que emigrar e irnos a otros países en situaciones muy adversas, de toda índole, no sólo en lo musical, sino en lo social, por no tener leyes que nos protegieran. Y es más o menos la misma situación de hoy en día.
-¿A qué te referís?
-Siendo músicos argentinos no tenemos leyes que nos protejan de la invasión rabiosa que existe de música extranjera, lo mismo que pasa en la industria nacional con respecto a la producción de los pequeños talleres. La música no es muy distinta a eso. Nosotros producimos arte y necesitamos de un amparo, y eso, desgraciadamente, no ha podido ser modificado en estos 50 años que estoy cumpliendo en la música.
-¿Y en lo que respecta a apremios económicos?
-Lo económico no está divorciado de lo personal, de lo sentimental, de lo social, de la salud y de la parte del respeto humano, de los derechos humanos. Lo comercial es un factor muy importante, pero no el único.
-¿Es quizás por este motivo que el arte se vea relegado en nuestra sociedad?
-Evidentemente, el arte no está a disposición de la gente como debería estarlo. Vivimos una época de desculturización. El pueblo, al cual pertenezco, y me refiero al mundo, es cada vez menos culto.
-¿Desde cuándo?
-La desculturización comenzó en el Siglo XX de una manera furiosa. El hippismo y el movimiento del rock fueron el inicio de una lucha para poder establecer los valores espirituales del ser humano, del amor y la paz como elementos fundamentales, y eso está totalmente fuera de moda. Por eso, no hay demasiadas posibilidades para hablar de paz y de amor en un país donde se mata a mansalva y se vive tras el dinero.
-¿Es una lucha que se perdió?
-Se perdió la batalla, pero no se la guerra. Pertenecemos a un ejército de artistas que va a dar la vida, como lo hizo en todos estos años, en función de un mundo mejor. No sé cuánto tiempo llevará y no se puede escatimar esfuerzos, porque este sistema fratricida, tampoco lo hace. Hoy estaba leyendo (en Internet) la vida de Santa Clara, y a cierta cantidad de renglones, me aparecía una propaganda. Primero la de Pepsi, y después la del banco no sé cuánto. Todas marcas comerciales que no tenían nada que ver con lo que estaba leyendo, estaba invadido por todos lados. Por debajo de la puerta te pasan las propagandas de los teléfonos y, en fin, todo es consumo. Todo se lleva a esos niveles. Y no es por la gente, que no determina eso. Estos son los grandes poderes, los monopolios que manejan los medios de difusión. Nuestra música de rock nacional, que pretende el cambio, no está incluida en esos monopolios, por eso padecemos esta marginación. ¿Ves? Hablando vamos encontrando algunos motivos.
-Y, hablando, también, nos damos cuenta de que, en realidad, fuiste marginado por la industria, por ese monstruo que no tiene cara, pero no por el público. Si no, ¿cómo se explica que canciones que escribiste hace décadas, aun hoy llegan a la gente, como “Presente”?
-Es que estás describiendo lo que se da en llamar un fenómeno artístico, la trascendencia de las obras a través del tiempo y las generaciones. Es lo que ahora se conoce como “clásico”. No pertenece a las modas ni a las propagandas. Lo mío fue excepcional. Convengamos que tuve la suerte de poder trascender con mi obra de una manera increíble, nunca me imaginé que lo haría de tal manera. Pero, no les pidamos a todos los artistas tener la suerte que tuve yo. ¿Por qué no les damos una oportunidad de vivir del esfuerzo que cada día tienen que hacer para poder dar su arte? Es larguísima la lista de músicos que deberían tener una oportunidad para poder vivir de lo que producen. Es una exigencia muy grande tener doble personalidad: por un lado ser músico y, por otro, tener que subsistir de otra cosa.
-¿Qué es lo que te mueve a hacer música?
-El móvil mío es el amor. Estoy enamorado de lo que hago, y eso tiene un costo: el sistema no te perdona que no hagas una genuflexión al dinero. Yo no me arrodillo ante éste, porque no es mi Dios. Y caigo con el rostro en el suelo por el amor, porque es lo que verdaderamente me conmueve y me lleva a seguir adelante. El amor de Dios, de mis hijos, de mi esposa, de mis amigos, de esta vida y este mundo.
-Y no nos olvidemos del amor del público, que también lo recibís.
-Exacto, como dije, mis amigos.
EL CONFLICTO LEGAL
Hace poco más de un mes, un fallo en el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Civil y Comercial Federal Nº 4 dio lugar a una demanda de Ricardo Soulé, en la que exhortaba a su ex compañero de banda, Willy Quiroga, a dejar de utilizar el nombre de Vox Dei, y esto desató una maraña de comentarios en las redes sociales y en medios de comunicación.
Soulé no se calla a la hora de dar su punto de vista ante el conflicto y reveló a El Bondi por qué demandó a Quiroga y cómo sucedieron los hechos, desde su perspectiva, para llegar a ese punto de quiebre.
-¿Qué sentís cuando ves páginas de chimentos que levantan el tema del conflicto por el nombre de la banda y que jamás los entrevistarían ni a vos, ni a Quiroga, para que hablen de su música?
-Es una situación bastante común dada en los medios de difusión que están totalmente corrompidos. En el aspecto cultural, el periodismo está en uno de los niveles más bajos que yo he conocido. Personas que disponen de una, dos o tres horas de televisión en los canales más vistos de la Argentina, con un lenguaje que no he oído nunca, y que no comprenden la responsabilidad que significa tener un micrófono. No puedo pedirle mucho a esa gente, pero les solicitaría a los que manejan los medios, cosa que estoy seguro no van a escuchar, que se fijen a quién le dan el micrófono.
-Pero, de todos modos, se hicieron eco de la decisión del juzgado y hablaron sobre el conflicto.
-Eso partió de una situación que viene planteada de hace muchísimos años y en ningún momento me puse firme en lo que tenía que hacer. Pero los acontecimientos se fueron sucediendo a lo largo del tiempo y, bueno, llegamos a esta última instancia en donde le expuse a la Justicia un pedido en el que se respetara mi derecho como dueño del nombre Vox Dei, previamente habiéndole hablado a Willy Quiroga para hacer “Vox Dei” ahora, en el B.A. Rock, para que nos juntáramos, cosa a la que él se negó. Ese fue el final de esta realidad agónica que tuvimos durante tanto tiempo, donde le exigía que dejara de presentarse con ese nombre, porque es cierto que él había tocado en Vox Dei, pero los que tocan con él no son Vox Dei. Y esta situación hacía parecer que esta gente era Vox Dei y que los temas que están haciendo eran Vox Dei. Eso no puedo permitirlo. Entonces, la Justicia me dio la razón.
-Igualmente, ¿creés que el público que va a verlos, tanto a Willy como a vos, no sabe que Vox Dei también sos vos, como lo fue Rubén Basoalto, o, en la primera época, también, Yodi Godoy?
-Hay mucha gente que no se va a confundir, porque tiene muy claro lo que es y lo que no. Pero hay un sector del público joven, novel, que no está muy enterado de cómo es el asunto y, justamente, ahí es donde Willy está cometiendo un error, porque está proponiendo algo que no es verdad. Yo se lo aclaré, le expliqué cómo son las cosas. Y a Rubén también se lo había explicado, pero él tampoco le dio mucha importancia a lo que decía.
-Entonces, ¿esto viene de antes del fallecimiento de Rubén?
-Hace cuarenta años que viene esto. Arrancó en el año ’75, cuando Vox Dei se disolvió. Lo que pasa es que Rubén y Willy se quedaron colgados del tema, no se pudieron destetar.
-Pero vos volviste, después. Y varias veces.
-Yo no volví. Nos juntamos, nada más. Cada vez que lo hacíamos, había un disco o una presentación. Luego, cada uno siguía su camino, pero ellos continuaron colgados de la banda. No fueron capaces de afrontar la realidad. Lo demás, fueron reuniones esporádicas que hicimos eventualmente, pero que no significaban algo estable, porque no lo daba el medio tampoco. No era porque no queríamos, era porque no podíamos. El medio no sustentaba el proyecto.
-¿En qué sentido?
-En todos los sentidos. No tuvimos un apoyo desde el punto de vista de la producción para hacer algo serio. Nosotros tendríamos que haber trascendido mundialmente con la obra. Y no tuvimos ese aval.
-En la conversación quedó colgado algo que planteaste. Cuando le propusiste a Quiroga hacer una reunión para este B.A. Rock, ¿por qué te dijo que no?
-Uff. No te lo puedo decir, porque es totalmente humillante. Me humilló. Habló muy mal de mí y de mis capacidades musicales. Es increíble. Realmente, ya no reconozco. Es increíble el concepto que tiene de mí, o que dice que tiene de mí. Yo no sé si es verdad, porque me cuesta creerlo.
-Los que los escuchan, como admiradores de ustedes, se sienten como hijos de padres divorciados que se pelean. Y dicen, “pero yo los quiero a los dos”. ¿Cómo hacen?
-Creo que nosotros tenemos que madurar, con ese criterio. Las cosas tienen un principio y tenemos que reconocer el final. Hay que sepultar la idea, dejarla que descanse, porque no podemos pretender la eternidad en cosas que son humanas. Vox Dei fue una cosa humana, no pertenece a la eternidad. Entonces, no eternicemos lo que no se puede hacer. Yo sé que es duro lo que estoy diciendo, pero es adulto.
-¿Murió en el ’75, para vos?
-Para mí, Vox Dei murió en el ’75. Tuvo alguna resurrección corta y muy poco significativa en cuanto a lo artístico, porque nuestro vínculo estaba roto. Sin embargo, teníamos la capacidad de tocar, componer y crear. Tuvimos siempre mala relación, muy mala, pero de todas formas no fue motivo para no hacer las cosas tan lindas que realizamos. Musicalmente, hubo cosas preciosas, que hoy día, viéndolas con la perspectiva del tiempo, nos damos cuenta que, efectivamente, eran hallazgos artísticos.
-Y las seguís tocando.
-Estoy tocando muchísimo de lo de la primera época. Porque no tiene nada que ver lo personal con la música. Son dos cosas completamente distintas. Hemos podido cristalizar unas obras tan significativas para nosotros, y para mucha gente, que lo que pase con nosotros como seres humanos queda en segundo plano.
-Desde afuera, uno podría pensar que, por ahí, Willy y vos son dos cascarrabias que no se pudieron sentar a charlar sobre el asunto.
-Mirá. Creo que las personas pueden opinar muchísimas cosas. Tengo mi criterio de lo que pasa, pero no puedo pretender que todo el mundo piense como yo. Nos sentamos muchísimas veces a charlar sobre el asunto. Quedate tranquilo, que si es por sentarse a hablar, nos sentamos muchísimas veces, casi tantas veces como las que nos levantamos.
Txt: Alejandro Moreyra
Ph: Gentileza prensa/Julio Kaplan
*Viernes 18 de agosto en el teatro Palacio La Argentina, Rodríguez Peña 361. A las 21.
*Sábado 14 de octubre, en el B.A. Rock 2017, en el Predio Malvinas Argentinas, Gutember 350. Horario a confirmar.