Marco Minnemann
"No estoy enojado con Steven Wilson"
31 de Julio, 2017
El baterista alemán habló en exclusiva con El Bondi antes de su masterclass en la Argentina sobre su extenso CV, el desarrollo de su técnica y mucho más.
"Gracias por haberme llevado a ver a Queen, en la gira de Hot Space, cuando era chico, esa experiencia cambió todo", posteó Marco Minnemann en su muro de Facebook. Era la forma de agradecerle a su padre por hacerlo ingresar a la música. La vida del pequeño alemán -y futuro genio de los parches- dio un vuelco después de que Freddie Mercury y compañía rockearon su cabeza, y lo metieron casi de prepo en un mundo nuevo: "A los seis años comencé tocando el órgano, a los nueve aprendí -casi simultáneamente- guitarra y batería. Mis ídolos eran Queen y Led Zeppelin; y en cuanto a la batería, John Bonham, Buddy Rich, Stewart Copeland, Vinnie Colaiuta, sólo por nombrar algunos". Coherencia total.
El tiempo fue decantando los instrumentos y la batería tomó preponderancia dentro de su jornada laboral, pero sin alejarse demasiado de todo lo demás, ya que en sus discos solistas Marco compone y ejecuta guitarras, teclados y voces. Su altísimo nivel de precisión a la hora de tocar (logrando un ritmo distinto con cada una de sus extremidades), llevó a que muchos artistas pidan por sus servicios: Necrophagist, Ephel Duath, The Aristocrats (junto a los animales Guthrie Govan y Bryan Beller), Tony Levin y Jordan Rudess, Paul Gilbert, entre otros.
A la lista hay que sumar dos representantes del prog, Dream Theater, donde audicionó para reemplazar a Mike Portnoy en 2011, y Steven Wilson, con quien recientemente tuvo un altercado. Resulta que en ambos álbumes donde Marco participó, The Raven That Refused To Sing (2013) y Hand.Cannot.Erase (2015), se convirtieron en "Discos de Oro". Pero tanto él como el guitarrista Guthrie Govan quedaron marginados de los créditos, algo que de lo que se enteraron gracias a los fanáticos. "Él decide con quién compartir el éxito. Por lo que he oído, algunos premios de oro fueron otorgados a una mitad de la banda y la otra mitad fue excluida y no notificada, probablemente por nuestros otros compromisos"(NdlR: alude a The Aristocrats). En su momento, ese fue el descargo del baterista en las redes, que luego borró. Por suerte, le cuenta a este medio, eso ya quedó en el pasado. Marco supo dar vuelta la página y seguir adelante, y ahora cuenta con una nueva placa bajo del brazo, Borrego (2017).
-¿Cómo definirías tu último álbum?
-Es sobre las historias inspiradas en el Borrego Desert, en Southern California, sobre su belleza y su misterio. Es un disco doble que cuenta con Alex Lifeson, de Rush, y Joe Satriani como invitados. Tiene una gran variedad en lo musical y espero que lo disfruten. Estoy muy contento con los resultados, si me dejan decir eso (risas).
-Si hablamos de emociones, tu álbum anterior, Schattenspiel (2016), era más oscuro
-Sí, está más enfocado en tonos y en vibras más oscuras. Es como un soundtrack para una jornada de cacería por un gran bosque. Cada álbum que hago viene con un tono y una misión diferente. No me gusta repetirme cuando tengo que componer. Sería como pintar la misma pintura una y otra vez.
-En el mundo de los bateritas sos conocido por tus trabajos dentro del prog, como los que hiciste con Wilson, Levin y Rudess. ¿Cómo fue que te metiste en ese género?
-Lo gracioso es que sólo algunos me conocen por ese motivo. Otros se acercaron por el metal, el rock, por mis raíces jazzeras, por mis propios discos, por The Aristocrats, por mi DVD con la Big Band de Buddy Rich, o por Joe Satriani, con el que toco hace cinco años. No estoy casado con el prog, solo pasa que algunas de las personas que nombraste me contactaron y grabamos. Pero volviendo al género, las únicas bandas que escuché fueron Jethro Tull, Gentle Giant y algo de Genesis. Aunque no eran realmente prog, ¿verdad? Realmente no sé cómo actualmente. ¿Quizás grupos como Yes o Emerson, Lake and Palmer? Tengo que admitir que no supe mucho más del género después de que me metí en profundidad en el mundo del rock, metal, jazz, electrónica, punk y wave.
-Se nota que en The Aristocrats hay una gran química, de hecho, sus dos primeros discos fueron realizados directamente en el estudio. Sin embargo, para hacer Tres Caballeros (2015) estuvieron una semana preparando todo antes de registrarlo. ¿Cómo preferís trabajar: de forma "más instantánea" o "más pensada”?
-En el caso de Tres Caballeros, pensé que era una buena idea testear las canciones frente a un público. Fue una nueva experiencia y sirvió para mantener viva la emoción. Como The Aristocrats es una banda que toca mucho en vivo, siempre está bueno tener las canciones bien ensayadas antes de entrar al estudio. Por eso quisimos ver cómo reaccionaba la audiencia y qué temas debían ser ajustados. Todas estas cosas son muy importantes en el trío.
-También formaste parte de Necrophagist (2007-2008), una banda de death metal técnico. ¿Qué recordás de esa gira?
-Fue muy divertida, porque parte de mis raíces son bandas como Slayer, y disfruto mucho de la brutalidad y el en tu cara de todo esto. Sin embargo, el vivo a veces era un poco limitado, ya que la música es tan densa que no hay lugar para improvisación.
-En 2011 audicionaste para reemplazar a Mike Portnoy en Dream theater. Pero lo gracioso fue que vos no conocías su música. Es más, los únicos tres temas que sabías fueron los que aprendiste para la audición. Siendo que no eras fan de ellos, ¿por qué hiciste la prueba?
-Honestamente, eso fue varios años, no sé qué más decir, ¡fueron tres canciones y una zapada! (Risas). Jordan Rudess y yo estábamos trabajando en un proyecto, cuando su baterista (Portnoy) se había ido. Y estábamos bromeando vía Skype sobre hacer la prueba, pero nada serio. Después John Petrucci y el manager me escribieron y pensé: “Ok, divirtámonos”. De antemano no sabía que iban a grabar todo y la verdad es que no quería que ellos sacaran el documental que terminó saliendo.
-Y después de eso, le volviste a decir que no a Petrucci, pero esta vez para tocar en el G3.
-Bueno, en ese tiempo estaba trabajando con The Aristocrats y con Steven Wilson. Tenía compromisos y estaba feliz de tocar con ellos.
¿Cuál es tu opinión de Mike Mangini? Ambos compartieron la audición para Dream Theater y la tapa de la revista Rhythm & Drums (2010).
-Tendríamos que retroceder 20 años, en esa época tocamos juntos en el Modern Drummer Fest, de 1998. Somos amigos desde hace mucho tiempo y cuando nos juntamos las botellas de vino están en peligro (risas).
-Después de tu partida de la banda de Steven Wilson, ¿recibiste algún llamado? ¿Seguís enojado?
-No, no estoy enojado, y tampoco recibí ningún llamado. Todo el mundo, en algún momento, tiene que lidiar con su propia personalidad. Lo único que te puedo decir es que los dos discos que hicimos le dieron alegría a la gente, y eso es lo que realmente importa. Porque esa es la energía que se queda en el universo.
-Aprovechando que venís nuestro país para dar una masterclass, ¿cuán difícil es adquirir la interdendencia a la hora de tocar la batería? ¿Cuántas horas de práctica se necesitan?
-Mi rutina consistía en aprender a tocar los patterns haciendo una especie de combinación entre mis pies y mis manos. Es como incorporar un idioma, o familiarizarse con el alfabeto. Vos aprendés las letras, armás palabras, y después hablás fluido, sin pensarlo. ¿Mi consejo? Dedicarle una o dos horas al instrumento, todos los días, y, por supuesto, pelarte el culo tocando (risas).
*Miércoles 2 de agosto en Sala Asterión, Zelaya 3122. A las 20.