Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Niño Etc.

"Sería iluso enojarse con el mundo de las redes, ya que soy un nativo digital"

Cronista: Lucas González | Fotos: Gentileza prensa

17 de Julio, 2017

"Sería iluso enojarse con el mundo de las redes, ya que soy un nativo digital"

Para Mariano Napoli, cabeza del proyecto, el cambio de paradigma en la industria de la música plantea un nuevo desafío: ¿cómo dar a conocer una banda ante un océano de nuevas propuestas?

Ideado por Mariano Napoli, Niño Etc. es una banda que ya publicó dos discos de estudio, El gusto de los días (2014) y el flamante Surf (2016). En ambos, la preocupación por la letra es evidente: cada palabra y oración tiene un por qué. Al igual que la lírica, la música tiene un lugar preponderante en el proyecto, que con el paso de los años y de los álbumes forjó una identidad sobria y cuidada, elegante y pulcra. 

-En “500m”, la primera del disco nuevo, cantás que el premio no está en llegar. ¿La frase se podría aplicar al proceso que implicó la realización de Surf?

-En realidad, la cita es una referencia directa a una poesía del maestro (HoracioFerrer, “La Bicicleta Blanca”, que musicalizó Astor Piazolla en 1970. Dice: “¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios! Meté, flaquito, corazón. Vos sabés que ganar no está en llegar, sino en seguir”. Tuve la suerte de compartir muchos años juntos a Horacio, quien fue para mí un afecto, un referente y un consejero. Aunque ese poema está aplicado a otra situación y tiene otra connotación, ese aire de esfuerzo, optimismo, confianza y resiliencia que se dibuja en los versos, funcionó a modo de filosofía para la grabación y para la etapa nueva que comenzó con Surf. Son todas cosas de las que habla el álbum y que también, lógicamente, marcaron su proceso de realización.

-Otra de las frase llamativas es “Apuntá al televisor, que es momento de pensar”, perteneciente a “Cigarrillos”. ¿Cómo te llevas con la realidad híper conectada y estimulante que se vive día tras día?

-“Cigarrillos” es, como dije alguna vez, la única canción “mala onda” del disco. Nace de la bronca de no poder pasar ni un día sin tener que comprar algo. Quería escribir un tema en tono irónico, un poco violento, un llamado a la reflexión de cómo muchas veces criticamos a un sistema de consumo al que favorecemos constantemente. Lo de “apuntar al televisor” funciona para graficar esa violencia, pero no necesariamente es un enojo con el aparato en sí, sino para reflexionar qué nos pasa como sociedad que nos vemos inmersos en un realidad en el que humanos producen televisión basura para otros humanos, que están deseosos de consumir eso. Lo mismo sucede con las redes: no son herramientas tóxicas, sino que ponen de manifiesto muchas cuestiones bastante negativas que tenemos y alimentamos como comunidad. Creo que la híper conexión y la estimulación constante son positivas, siempre y cuando acompañemos ese oleaje con otras prácticas más “analógicas”: encuentros y abrazos reales, transparencia, ponernos en el lugar del otro, no hacernos daño. Cosas que parecen súper elementales, simples y evidentes pero que muchas veces ninguno de los medios de comunicación y herramientas digitales parecen tener en cuenta o profesar.

-Sobre la última pregunta, las redes, por ejemplo, han facilitado la difusión de la música, como así también las plataformas de streaming, caso YouTube. ¿Le encontrás algún costado negativo a esta industria 2.0?

-Pertenezco a una generación de músicos atravesada por la condición de nativos digitales. Sería iluso enojarse con el mundo de las redes. No sólo nos ha puesto a disposición toda la música del mundo a algunos clics de distancia, sino que también horinzontalizó y democratizó el sistema de creación musical. Hace 50 años sólo se grababa un disco, el seleccionado por una discográfica, que decidía pasarlo por la radio. Hoy, el que tiene ganas se compra una placa de audio más o menos decente, graba sus canciones y las sube a YouTube en una misma tarde. Obviamente, plantea ciertas cosas no tan felices, como la saturación: los artistas son cada vez más y a veces pareciera que se produce música casi “en serie”. Son tantos los discos que nos llegan que reducimos el tiempo de escucha o nos perdemos algunas cosas por tratar de conocer todo lo que aparece. Pero, más que encontrarle costados negativos, me parece que lo que plantea es una serie de desafíos: cómo hacer para conseguir que nuestra música se destaque en ese océano, cómo lograr y exigir que se nos pague lo que merecemos por ella, cómo ser cada día más originales y adaptarnos a las nuevas plataformas y dispositivos que surjan.

-¿Qué influyó musicalmente este disco? Hay algunos puntos de contactos con bandas como Julio y Agosto. Por ejemplo, en “Tan tan”, por los vientos

-¡Me encanta Julio y Agosto! De hecho, soy amigo de Manu (Katz), uno de los chicos del grupo. Ellos también tienen un trombón en su formación, así que puede ser que hagas el link por eso. La inclusión de los vientos en Niño Etc. se dio accidentalmente: convoqué a Gonzo Pérez para tocar el trombón en dos canciones del primer disco, El gusto de los días. Luego, empezamos a sumar el instrumento en otros temas y noté que le daba un color que me gustaba mucho. Hoy por hoy, su papel es irremplazable y su rol en la identidad de nuestro sonido es muy característico, así que fue un lindo accidente.

-En cuanto al resto de las influencias, ¿hay más?

-Hubo de todo un poco, pero lo que más influyó fue el factor acústico: mucho folk, mucha madera, mucho aire. Creo que eso se percibe y fue algo deliberado. Si bien estuve escuchando a algunos de mis artistas favoritos (Eduardo Mateo, el Flaco, Nick Drake, Eliott Smith), en la época previa a Surf recuerdo haber estado bastante enganchado con algunos trabajos de Edward Sharpe and The Magnetic Zeros, Lisa Hannigan, Devendra Banhart y los Punch Brothers, que quizás también hicieron su trabajo a la hora del sonido y en enfoque.

-Tocaste en el Café Libertad Ocho, en España. ¿Cómo diste con el lugar?

-¡Por Facebook! Imaginate si criticara al mundo de las redes, ¡un caradura! Ni bien saqué los pasajes para irme de viaje, comencé a buscar lugares para tocar. Vi el flyer de un músico que había estado allí y les escribí. Cuando recibieron el mensaje y escucharon mi música, me respondieron para darme una fecha. Fue todo bastante rápido y con la mejor onda. De hecho, me trataron excelentemente bien, tanto en la previa cybernética como en la noche del concierto.

-¿Qué se tu cruzó por la cabeza, siendo que es considera un lugar mítico, por la cantidad y calidad de músicos que pasaron?

-A decir verdad, no tenía mucha idea de que era un lugar tan importante y valorado por los cancionistas españoles. Después de conseguir la fecha me enteré que por ahí habían estuvieron artistas tremendos, como Jorge Drexler, uno de mis favoritos. Fue una experiencia hermosa. En el lugar se respira distinto, se nota esa mística en el aire. La estética es ideal, la gente está muy predispuesta y el sonido es excelente. Además, en ese concierto tuve la suerte de poder volver a tocar con mi tío, Marcelo Peralta, un reconocido músico de jazz que vive en Madrid hace más de 20 años. Definitivamente, nunca voy a olvidar esa noche.

 

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