Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Juampi Dicesare

"Entendí que mi música necesitaba una transformación para participar acá"

Cronista: Lucas González | Fotos: Gentileza prensa

10 de Mayo, 2017

"Entendí que mi música necesitaba una transformación para participar acá"

Instalado desde hace años en Buenos Aires, el mendocino hace un repaso de su extensa y prolífica carrera.

De fondo, varios ancianos van llegando a un bar de Colegiales. Entran y, como un ritual, se saludan. Hablan fuerte, poco claro y muy alegres. Minutos después, improvisan un escenario. Desde afuera, el cuadro es simpático: hombres de otra época, armando un set de instrumentos para tocar jazz, música de otra época.

La escena continúa, pero de manera desordenada. Unos traen instrumentos, otros los arman. Juan Pablo Dicesare los mira, atento desde el exterior del establecimiento. Espera un café, mientras arma un cigarro, algo que hace una tremenda precisión. A diferencia del género que impulsó la carrera de músicos como Chet Baker o Miles Davis (por citar sólo dos casos), la vida artística de Juampi tiene poco de improvisación. O por lo menos en los últimos años, donde el quiebre fue notorio.  

A lo largo de la conversación, el músico hablará de su Mendoza natal (muy presente en la nota), de lo que significó instalarse definitivamente en Buenos Aires, de las diferencia entre ambas escenas y de cómo mutó su música a raíz de este cambio de escenario. En cada respuesta la sinceridad es evidente. “Allá (por su provincia) ya había llegado a un límite, quería tocar más, en lugares nuevos, llegar a otra gente”, dice. Fue algo que decantó, asume, que se dio naturalmente.

Antes de instalarse acá, tuvo que meditarlo. Canadá y Uruguay fueron las otras opciones. “Quedarme aquí fue un poco por cobardía, por no animarme a dar un salto al vacío”, confiesa pero advierte que también pesó que una de las posibilidades fuera su país, ya que su música tiene un lenguaje que siente “como nacional”. Y gráfica la situación: “Cuando giré por Canadá, la gente se enganchó con lo que hacía, por lo peculiar de escuchar una canción en castellano. A parte, yo no hago trova, así que no es necesario estar pendiente de la letra para subirte a lo que propongo, pasa todo por una cuestión musical”.

Cuatro años atrás, Dicesare vino a Buenos Aires a finalizar su segundo disco solista, Humo (el primero fue Silencio Volumen, de 2011). El grueso ya se había hecho en Mendoza, acá sólo restaba la mezcla. Ya instalado de manera definitiva en suelo porteño, lo trabajó y pudo invitar a algunos amigos como Violeta García y Pablo Di Nardo, quien terminaría integrando su banda.

La discografía del mendocino se completaría, posteriormente, con Monotoro, de 2014, y Maximalista, de 2016. Además, pergeñó la banda sonora de dos películas: Algunos días sin música, de Mariano Rojo, y La Pasión de Verónica Videla, de Cristian Pellegrini. Las obras tienen en común que han sido realizadas en Las Gracias, el estudio de Dicesare, donde además produjo, entre otros, a Fabricio Montilla, Agustín Castellani y Martín Ponce.

-Luego de hacer Humo, ¿qué sentiste?

-Es un disco que ayudó a limpiarme, de música y cosas que quería hacer. Hasta ese momento, tenía canciones que no sabía dónde colocarlas. Humo es un lugar donde pude volcar todo lo que venía haciendo y que me había quedado colgado de discos anteriores. Una vez terminado, quedé totalmente en blanco. Y esa es una situación que me encanta, para poder empezar de nuevo y decidir el rumbo. No me gusta tener deudas conmigo, de canciones que no salieron. De lo contrario, me terminan tirando para abajo y hasta pesando.

Si bien afirma que mudarse fue “tirarse a la pileta”, Buenos Aires no le era lugar ajeno. En 2004, diez años antes de tomar “la decisión”, era habitué de la escena porteña. Estaba por sacar un disco, Quién es quién, que terminaría saliendo en 2005 y bajo la firma de Jonamuh, proyecto que duró cinco años. Sobre los músicos que participaron, sólo tiene palabras de agradecimiento. “Me enseñaron un montón, me ayudaron a sincerar la forma que quería encontrar”, sostiene.

Humo, entonces, fue una transición. “Armé una banda, para tocarlo, porque tenía fechas que cubrir, acá y en Mendoza. Allá está todo un poco más armado. Son 15 los años que llevo trabajando en la provincia, hay algo que funciona, que acá todavía no sucede”.

-¿Qué es una buena convocatoria en Mendoza?

-Unas 150 personas. Acá es una media. De hecho, estoy muy agradecido con el público de Buenos Aires (maneja un promedio de 50 a 60 personas por fecha), porque es un público verdadero, que circula, te escucha y te vuelve a escuchar. En cambio, en Mendoza hay mucha amistad, cosas que uno no termina de tangenciar, a diferencia de lo que ocurre en Buenos Aires, que la convocatoria es lo que produce la música. El afecto es un porcentaje muy chico de los espectadores, sobre todo cuando uno tiene tan pocos amigos en acá (risa).

-Además, la competencia es bastante. Y va en aumento.

-En realidad, lo único en lo que pienso es en cómo darme constancia, tocar todos los meses, hacer las cosas cada vez mejor, ocupar el tiempo que tengo para tocar en mi casa. Sería muy difícil hacerme de un lugar, son cosas que las pienso de esa forma. Mi parada siempre ha sido musical, de estar tocando, de mantener mi gola funcionando y un mantener un repertorio renovado; y si eso da un espacio, genial. Siempre me he movido en un circuito medio indie acá, diferente al que hay en Mendoza, que era más de salas, Universidad, etc. Acá me encontré con una movida más rockera, que fue lo que me motivó a sacar un disco como Monotoro.

-¿Cómo llegas a ese disco?

-Me lo produce la escena en la que veo que estoy inmiscuido naturalmente, por amistad y por todo.

-Es un disco bien porteño entonces.

-Hecho totalmente acá, medio como un vómito, porque llevaba ya ocho meses viviendo en Buenos Aires y viendo recitales, y me di cuenta de que mi música necesitaba una transformación, para poder participar acá. Para camuflarme si se quiere, porque eso es en sí, las canciones son melodías, letras y están camufladas en un lenguaje que uno entiende que va a ser entendido.

-¿Lo fueron?

-Me parece que sí. O por lo menos no desentonaron nunca. Siempre tratamos de dar un buen show, y ponernos en el lugar en el que estamos, un recital de rock. Si queres mover los pies, lo podes hacer. Silencio Volumen, por ejemplo, era un disco de sentado.

-Dentro de tu discografía, ¿cómo hay que tomar Maximalista, un trabajo de nueve canciones que apenas roza los diez minutos?

-Por la inmediatez y lo expeditivo del trabajo, creo que se puede tomar como un EP, como una grabación en vivo, como un videoclip. Es algo que sucedió. Le tengo mucho cariño.

A futuro, Dicesare planea sacar por lo menos dos discos más, siendo el más inmediato La Fuerza Imaginaria. Sí, el título está primero, lo que le permite tener un norte a la hora de encarar las canciones Cómo y qué ocurrirá, claro está, tiene su cuota de incertidumbre, siempre tan atractiva y necesaria para todo aquel que esté inmiscuido en el mundo de las artes.  

*Jueves 11 en el Imaginario Bar, Guardia Vieja 3799. A las 22.

Foto: Gentileza prensa/Federico Pérez

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