Bandalos Chinos
"Nos emociona la música de nuestra generación"
23 de Febrero, 2017
Próximos a debutar en el Cosquín Rock, el grupo revela cómo se gestó En el aire, uno de los discos más prometedores de la escena independiente argentina.
Son las 19 de un jueves templado de enero y en Córdoba y Pueyrredón el tránsito es un caos, para variar. “Estoy 15 minutos demorado”, explica el mensaje. Mal día para trasladarse en auto por la ciudad de la furia. Un cuarto de hora después, hace su entrada Gregorio Degano, conocido entre sus afectos como Goyo, a secas. Saluda, se disculpa, se sienta y pide un cortado. Se vuelve a disculpar. “Vengo de dar clases de canto”, suelta, aunque admite que la cosa está un poco parada. Es la época del año, arriesga. Se ata el pelo (una melena frondosa que hace juego con su bigote) y da por iniciada la entrevista.
Al margen de la docencia, Goyo es el cantante y tecladista de Bandalos Chinos, banda que comenzó a realizar sus primeras fechorías en 2012 y que tiene poco y nada de oriental. Es más, tiene mucho de todo. Estrictamente hablando, lo primero que dice sobre el grupo es que hubo un antes y un después luego de publicar En el aire, en diciembre de 2016. “Era nuestro objetivo”, afirma, aunque reconoce que fue “una odisea”, por querer hacer todo en tan poco tiempo.
Pero 2017 es otro cantar. En principio, porque ya cuentan con el material colgado en varias plataformas de streaming, algo fundamental en estos tiempos de playlists. Además, y a diferencia de otros años, hay otro tipo de previsibilidad, ya que cuentan con proyectos y fechas cerradas, por lo menos hasta mayo (es probable que presenten el disco en una sala importante de Capital Federal). “Esta metodología es bastante novedosa para nosotros, y está bueno, porque te permite pensar con tiempo qué y cómo vas hacer las cosas”.
UNA VIDRIERA
En ese afán de proyectar y plantearse metas (en realidad, Goyo utiliza el término “objetivos cortos”), se vienen para la banda dos presentaciones muy significativas: el Lollapaluza y el Cosquín Rock. En sendos casos, se trata del debut. “Tenemos muchas expectativas”, afirma sobre el Lolla, evento al que asisten desde su primera edición, en 2014. “Era un pequeño sueño, de esos que tenes como banda, porque es una gran vidriera, y más para nosotros, que somos un conjunto independiente, que ha logrado sus objetivos siempre trabajando de esta manera”, plantea. “Todo lo que conseguimos fue gracias a la música, a tocar, a movernos y a tratar de ser lo más profesionales posible”, completa el cantante.
Por otra parte, lo de Cosquín, admite, es tan o más fuerte, por lo que representa. “Somos muy fanáticos de toda la música de acá, de la vieja, de la nueva, y de la del medio. Es un espacio muy importante para la música local, representa nuestra cultura”, cierra, no sin antes informar que lo viven como un logro.
-Además del trabajo, se suma que no hacen algo tan “comercial”, lo que convierte a las convocatorias en algo aún más significativo.
-Totalmente. En ese sentido, tiene que ver con que nos pusimos entre ceja y ceja la idea de ir hacia adelante con nuestra música, y no hacer algo “para”. Queríamos ser sinceros con nuestra búsqueda.
-El público, evidentemente, se los reconoce.
-Sí. Es más, una vez nos dijeron: “Gracias por tomarse tan en serio el pop”. Y agradecemos que lo vean así, porque nos lo tomamos en serio e intentamos plasmarlo en cada canción, pero no para pegarla, no es el objetivo. Nosotros tenemos ganas de tocar lo más que podamos, que nuestra música llegue a la mayor cantidad de lugares posibles. Esa es nuestra prioridad, además de expresarnos.
-¿Qué debe poseer una canción para entrar en su repertorio?
-En primera instancia, tiene que ser una canción en toda su expresión, que la puedas agarrar con una criolla y tocarla. Tiene que ser un tema con cierta complejidad, pero a la vez no. En realidad, no hay una definición muy clara. Hay que tener en cuenta los colores que le vayamos sumando, que tienen que ver con momentos e influencias.
TAMPOCO ES POP PURO
A partir de un momento determinado, recuerda Goyo, empezaron a escuchar un determinado tipo de música, que los hizo hacer En el aire. “Y lo mismo ocurrirá con lo nuevo”, puntualiza sobre lo que influye a la hora de componer. “Tampoco es que hacemos pop puro, tenemos otras influencias, como el funk, rock e inclusive la electrónica, género al cual nos hemos acercado en este último tiempo”.
Y es ahí donde uno de los rasgos más icónicos de Bandalos Chinos, que es el de no cerrar filas con un solo estilo. Todo lo contrario. Existe, en su ADN, una intención de ir más allá, de profundizar. “La música nos puede disparar para cualquier lado”. La idea, anuncia, es grabar algo en 2017, pero es una interrogante el rumbo que tome el navío oriental.
VERSATILIDAD A FLOR DE PIEL
Los Chinos publicaron su primer disco hace ya cinco años. En aquel trabajo debut, homónimo y juvenil, que incluye el hitazo “Bailar con las cenizas”, se podía percibir el cuidado por la melodía y la preocupación por la letra. Esas características se acentuaron en su siguiente disco, el EP Nunca estuve acá, que cuenta con “Correr”, canción de una tremenda genética radial.
Para su flamante EP, hubo otra intención. Cuestión de matices. La producción artística estuvo atravesada por lo último del chileno Álex Anwandter, Siempre Es Viernes En Mi Corazón, el cual tiene acústicas y pasajes más electrónicos. “De nuestra obra pretendemos eso, la versatilidad”. Su influencia, admite, fue determinante para que en la placa opten por más aire, más espacio y una textura más sintética. La evidencia está en cualquiera de los seis temas que integran En el aire.
En lo que a letras se refiere, Goyo sostiene que hubo una preocupación muy marcada en el cómo decir lo que querían. La cuestión, observa, fue ver de qué manera se puede universalizar el mensaje. “Nos remitimos a grandes cancionistas de acá, como Fito Páez, alguien que marcó una era y al que, como banda, no habíamos explorado en profundidad”.
AMIGO PIEDRA
Si hay algo que distingue a las nuevas camadas es la fraternidad que se expresan. Y los Bandalos Chinos no son la excepción: “Somos fanáticos de escuchar a nuestros amigos. Como así también a colegas”. Cita, por ejemplo, a Francisca y Los Exploradores y a Juan Ingaramo. O a una banda más instalada, como lo es El Mató.
Uno de los grupos con los que han trabado amistad fue Un Planeta. “Recién el año pasado nos conocimos, cuando compartimos una fecha en Beatflow. Hubo una cuestión muy fraterna, de entender lo que le estaba pasando al otro, de interpretarlo y hasta hacerlo propio”, revela y agrega: “Nos emociona la música de nuestra generación”.
-Esa parece ser clave: la comunión entre los músicos.
-Es que ya no existe esa rivalidad de la que nos contaron muchas veces (tiene 26 años), ya no está el “que se muera Cerati”. Ahora impera lo colectivo, lo de tirar todos para el mismo lado, de alegrarse por el otro. Quedó de lado la competitividad futbolera, y eso es muy valioso. Esa bandera hay que tomarla, asegurarla y hacerla propia, porque es algo que se pierde así (chasquea los dedos), en un minuto, en el que se pone todo feo y violento.
-Al parecer, viene todo aparejado.
-Sucede que hay gente haciendo buena música, con ganas, produciendo bien; y el público acompaña, tiene ganas que esa música suene bien, y que le exige a los lugares un buen sonido. Vamos subiendo las varas en todos los niveles. Eso hace que naturalmente todo empiece a estar mejor, lo que permite que exista una escena emergente, absolutamente independiente, que tracciona y que puede ir por un camino paralelo al del mainstream.
*Domingo 27 en el Cosquín Rock, escenario Garage Band.