Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Valle de Muñecas

"Antes que el grupo, existe la amistad"

Cronista: Lucas González - Ariel Andreoli | Fotos: Gentileza: Prensa

22 de Diciembre, 2016

"Antes que el grupo, existe la amistad"

A poco de despedir el año en Caras y Caretas, Mariano "Manza" Esain habla sobre el nuevo disco de la banda, El Final de las Primaveras. También analiza la actualidad de la escena y cuestiona el axioma que todo tiempo pasado fue mejor.

El Final de las Primaveras es más que un poético enunciado. En realidad, se trata del último disco de Valle de Muñecas, banda que ideó y comanda desde hace más de diez años Mariano “Manza” Esain. De buen humor, el músico recibe a este medio en un coqueto Coffee Shop de Villa Urquiza. Entre risas, autocríticas y reflexiones, dirá más adelante que VDM es su proyecto más longevo, que no descarta la posibilidad de publicar un álbum solista, que su anhelo es fomentar la música que lo satisface y que El Final de las Primaveras tiene ese "algo" que lo hace interesante.  

-¿Hay algún tema que cueste más llevarlo al vivo de este último trabajo?

-Siempre hay alguno, pero bueno, eso también sucede al revés. Por más que en el disco haya algunas cosas agregadas, en vivo no pierde, o por  lo menos gana por otro lado. No deja de ser divertido hacer las adaptaciones.

-Debe ser inevitable, por el paso del tiempo.

-También convengamos que cuando tocas, los temas se van afianzando, siguen caminando, buscando su forma. A veces terminamos de tocar alguno en la sala y le cambio cosas, y me dicen: “Este tema lo venimos haciendo hace diez años, ¿todavía lo seguís corrigiendo?” (Risas).

-El disco cosechó buenas críticas y una gran repercusión, ¿cómo lo vivís?

-El otro disco, La Autopista corre del océano hasta el amanecer (2011),  cuando salió, sabía que teníamos algo que estaba buenísimo, fue súper reconocido. Y cuando arrancamos con este, nos dimos cuenta que teníamos un piso. Más allá de todo, es toda una responsabilidad hacer un disco que esté a ese nivel o más alto. Aunque sea algo distinto, si bien El Final no es radicalmente opuesto a La Autopista… tiene cositas, aunque se mantiene la identidad de la banda, como el sonido, el tratamiento de los instrumentos. Esas son las pequeñas cosas que uno se plantea con anterioridad.

-En lo que respecta a esos detalles, ¿sos muy hinchapelotas en ese sentido, o es algo inherente al productor serlo?

-(Risas) Me parece que sí, es inherente y más a la producción como yo la entiendo. Es bastante difícil auto producirse, porque cuando uno  está cantando o tocando, está trabajando con una parte que es netamente emocional, y cuando está produciendo es algo menos intuitivo y más racional. Entonces, la razón no es obsesiva, y cuando  te encargas de las cosas es complicado, por eso yo primero grabo mi parte y después produzco o al revés. La obsesividad (sic) pasa por la búsqueda de algo que le haga justicia a la emoción del instante en el que se tocó o grabó eso. Por ahí pasa con un show, el cual vos lo sentís como el mejor, pero cuando lo ves, te parece que no es mucho mejor que otros que hiciste. Pero lo importante es lo que vos viviste en ese momento. La producción se encarga de recuperar esa emoción que fue efímera o de estirar en el tiempo.

-Detalle o algo premeditado, pero volvieron a pasar otros cuatro años para que saquen otro disco.

-No es una casualidad, la verdad es que nos gustaría publicar cada dos años. Ninguno de los cuatro vivimos de Valle, y el hecho de que yo me encargue de la producción y grabación hace que de alguna manera no estemos delegando una parte del trabajo que las bandas no realizan. En nuestro caso, que el laburo lo hago yo, a veces en los tiempos se prioriza el trabajo…

-O la familia.

-Sí, aunque yo no tengo una gran familia pero… (risas). Entonces las cosas se atrasan. Los discos se toman su tiempo. Para nosotros el momento ideal de salir hubiera sido unos meses antes, quizás un año antes. Para esa época teníamos todo en la cabeza, cosas grabadas, terminar algunas letras. Tampoco nos gusta apurar las cosas. Como decía antes, como productor soy obsesivo y quiero que las cosas queden como imagino. Si apuraría las cosas y las despacharía rápido, me sentiría un hipócrita conmigo mismo.

-¿Crees que el género es recelado por la gente o pasa por la prensa, que no le da tanta importancia?

-Me parece que sí, es recelo, pero por desconocimiento, por prejuicio. Porque escucharon las bandas incorrectas, pero no lo digo en el mal sentido. A un tipo que escucha La Renga o Callejeros no le podes tirar cualquier cosa, tiene que ir de a poquito. De hecho, si nosotros y un par de bandas más pudiéramos sonar intensísimamente en un par de radios, eso abriría el espacio a otros grupos. Hay bandas que llevan mucha más gente que nosotros y es inexplicable que no suenen en la radio.

-Volviendo al disco, en materia de letras. ¿Consideras que son elaboradas?

-Sí, en el sentido que me llevan tiempo, pero no son herméticas. Son letras con frases que alguien se puede imaginar una cosa o la otra, soy alguien más terrenal.

-Cuando las trabajas, ¿las compartís o hasta que no están terminadas nadie las ve?

-Voy tirando frases en la sala a medida que voy teniendo algo. Cuesta recibir la devolución, porque a veces te dicen cosas que sospechabas, y eso es tremendo. Lo sabías. Pero a veces te dicen cosas que no esperabas, aunque a vos te parece que están buenas y punto. Las letras que hago hablan de dos, tres o cuatro temáticas. El desafío es hablar de lo que ya hablaste pero de otra manera, buscar eso, decir esas cosas de otra forma. A veces caes en palabras que ya usaste. Me importa mucho la musicalidad de la palabra.

-O sea,  no importa tanto el qué, sino el cómo.

-No es que importa más, pero seguro están al mismo nivel. Me importa mucho la parte estética, la forma, la musicalidad de la palabra como la belleza de una frase. Muchos me preguntaron por El Final de las Primaveras, qué significaba. La verdad, significa lo que vos quieras. Me encanta la belleza de esa frase, puede querer decir muchas cosas. En estos meses he leído interpretaciones que me han hecho reír.

-Otra cosa que se mantiene es el nombre largo de los discos.

-Cuando hicimos el disco anterior, veníamos de Días de Suerte (2005) y Folk (2007) y yo en un momento dije, “quiero que este disco tenga un título largo”. Y medio que fue una revolución dentro del grupo, porque a todos les gustaban los títulos cortos y yo tenía en la cabeza un par de largos. Por ejemplo, pensé en el disco de Jaime Sin TierraLo que va a encandilar ese día. Y pensaba que nunca me salen esos títulos largos, siempre tengo esos de una sola palabra, incluso con las canciones. De pronto, cuando apareció la letra de ese tema, dije “este es”. Lo llevé a la sala y fue medio una revolución, “es medio largo”, sí, ¡es largo! Fue medio así. Fue la primera opción, porque surgió como nombre del tema y no quería que sea el nombre del tema, quería que fuese otro, porque me gustaba para el disco y al final terminó siendo el del disco y del tema. Llegamos a un acuerdo.

-Y en ese tipo de decisiones, ¿vos tenés la última palabra?

-Si a ninguno no le gusta, no se hace. Si es un dos contra dos, seguro que se hace (risas).

-¿Cómo es la relación con ellos, dado tu labor como productor?

-La relación no tiene que ver con que sea productor. Si se genera algún tipo de tensión cuando yo tengo alguna idea muy clara en mi cabeza y a los demás no les termina de convencer, mi trabajo ahí es terminar de convencerlos.

-¿Hay alguno más cabeza dura que otro?

-Sí, obvio (risas). A parte cada uno tiene su personalidad. Entonces, si yo estoy convencido de algo, mi desafío es convencerlos de que sí les gusta, pero que aún no lo saben (risas). Si fuese un disco solista, hay un montón de cosas que serían diferentes. Por ahí yo tengo ideas claras en mi casa y no son las mejores para que ejecuten mis compañeros de banda. Quizás a uno se le ocurre que cambiando tal cosa quedaría mejor para él, así que por ahí se desvía de la idea original pero termina siendo algo que al fin y al cabo es el sonido de Valle.

-Trabajás con tu hermano en la banda, el baterista Luciano “Lulo” Esain.  ¿Cómo es la relación?

-Nos llevamos bárbaro, pero somos hermanos: cuando hay peleas, son más fuertes; y cuando hay cariño, es más intenso. Esa hermandad es lo que nos sostiene como banda. Piensen que llevamos cerca de trece años con este proyecto.

-¿Fue el proyecto más largo que tuviste?

-Sí, pero más allá de eso, la formación, como cuarteto, tiene algo así como seis años, o más. Mi anterior banda, Menos Que Cero, duró siete años y hubo como tres formaciones y ninguna duró más de tres temporadas. Antes que el grupo, existen las relaciones de amistad o familiar, porque compartís momentos y lugares por fuera del contexto musical. Por eso, más allá del choque de ideas que se pueda generar, hay que hacer todo lo posible para el bien de la banda. Esto no quita que existan las diferencias, ya que sin estas sería una especie de trabajo solista, o significaría que el resto de los integrantes son muy obedientes (risas).

¿Te ves trabajando de forma solista?

-Me gustaría hacerlo alguna vez. No porque sienta una necesidad, pero sí me gustaría explotar algunas ideas que poco tienen que ver con el sonido de VDM.

-¿Por dónde iría tu exploración sonora?

-No soy alguien que componga en forma compulsiva. Sí a veces hago algo que en un primer momento pienso: “Esto no es para Valle”. Hasta que un día me decido a llevarlo a la sala, y el resto del grupo plantea si puede ir o no, agregando o sacándole cosas. La última vez que me pasó fue con la canción “Esta vez”, de nuestro último disco. En un principio no era compatible con el sonido de la banda, pero después le agregamos unas guitarras que tienen un sonido muy distorsionado, y nos hacían acordar a My Bloody Valentine, y quedó. Por ejemplo, cuando tocaba con Flopa (Lestani) y (Ariel SanzoMinimal, un día Ariel trajo una canción que claramente no iba con el formato de lo que es Pez. Yo si tuviera que hacer algo solo, lo haría con un sonido parecido al de VDM, pero les haría un tratamiento distinto a las canciones.

-Hablaste de tu trabajo con Flopa y Minimal, con los cuales editaste un disco que tuvo una buena repercusión ante el público y la crítica,  ¿qué pensás de ese trabajo? ¿Qué recordás de esa época?

-¡Me parece un discazo! (Risas).  Siendo yo un obsesivo de la producción, que ese trabajo haya salido tan bien de una manera tan simple y sin volvernos locos, es algo que me llena de orgullo. Es más, recuerdo que Lulo tocó las baterías. Mi hermano nos hacía la gamba para tocar cuando salía de su trabajo, después de las 19, y cada vez que llegaba y veía todo lo que habíamos grabado encima del tema que había tocado el día anterior, nos miraba sorprendido y nos decía: “Ah... ¡Mira vos!” (Carcajada)). Fue un momento justo, en donde nos mostramos canciones y floreció algo muy lindo. Flopa todavía no había grabado nada solista, Menos Que Cero se había separado y yo tenía pensado armar una banda nueva, y si bien todos sabíamos que teníamos otros proyectos, nos pusimos de acuerdo para grabar lo que habíamos logrado, tanto en la sala como tocando en vivo. Con el correr de los años, hubo una corriente de cantautores solistas con un sonido similar a ese disco, y no sé si les habrá servido de influencia, pero quizás se podría decir que ese disco que editamos es el primero de esa camada. De todas maneras, en el mundo entero se empezó a valorar al cantautor y la cosa más folk, y nosotros tuvimos la suerte de captarlo antes.

-Hubo algunos reencuentros con ellos, ¿cómo los viviste? ¿Existe la idea de editar algo nuevo en formato trío?

-En 2010 hicimos varios shows juntos y que salieron buenísimos, era cuestión de tiempo esperar una segunda parte del trío. Justo estaba con por editar La autopista corre del océano hasta el amanecer, con VDM, y les pedí que me dieran unos meses para entrar a estudio. Ellos estaban muy al palo con la idea de grabar, por eso sale el disco Flopa Minimal (2012), y tocan un tiempos los dos solos. En 2014 y 2015 hicimos algunas fechas más, y estábamos por ponernos a hacer algo nuevo, pero al final no se dio. Se tienen que alinear los planetas para que salga el formato de trío y no se superponga con nuestros proyectos personales. Existen canciones nuevas, pero de nada serviría que editemos un disco que este buenísimo y no tengamos ni las ganas ni el tiempo de salir a explotarlo.

-Entrevistado por página 12, manifestaste que la gente ahora escucha muchos más música, pero con menos profundidad. ¿Qué te genera, luego de tanto esfuerzo, que el disco no sea escuchado como es debido?

-No soy ajeno a los cambios que hubo en la forma de escuchar música. Sin embargo, sigo pensando al disco como una obra conceptual, que debe poseer canciones interesantes de principio a fin. Sin ir más lejos, el orden de este trabajo fue la que más me costó realizar en toda la vida. De acuerdo a la ubicación que elegíamos, cambiaba y mucho la concepción del álbum. Hago el disco que quisiera escuchar, necesito hacerlo así.

-Mientras la mayoría resalta otros años en el rock nacional, vos comentaste que en la década pasada se editaron grandes discos.

-No es que pienso que esos discos editados en el 2000 sean mejores que los otros, pero tampoco considero que se asemejen tanto a la visión que tengo por la música, como los de última década. No encuentro en el pasado trabajos que se acerquen o suenen a lo que a mí me gusta. En los últimos años salieron álbumes con los que me siento muy identificado, a pesar de que muchos de los que los grabaron no son ni siquiera de mi generación. Por ejemplo, cuando me hablan del álbum debut de Menos Que Cero, todos me dicen: “Suena re noventas”. Y yo pienso, que en ese momento que salió era descolocado. Teníamos punk, new wave, algo de indie por Pixies, también de My Bloody Valentine, pero no era lo corriente, estaba mezclado con otra cosa. Yo veo a esa onda indie rock que tenía MQC y recién salió a flote 15 años después. No éramos muchos los que teníamos esa marca: estaba Suárez, que era una propuesta más extrema, o Perdedores Pop, que eran más desprolijos. Pero no más. Creo que uno tiende a valorizar más la época que no vivió. Los más chicos te dicen: “Uy, qué bueno haber estado en los noventa cuando salió Babasónicos o Martes Menta”. Y yo cuando era pibe pensaba que me había perdido a Los Violadores y a Los Corrosivos. Uno siempre añora lo que no vivió. Hay que hacerse cargo de la época que a cada uno le tocó vivir, y disfrutar la música que se hace en el momento, porque lo que pasa en el show en vivo, no pasa cuando ponés el disco para escuchar o ves el videíto de YouTube. ¡Hay que ir a ver bandas! La gente si no se queda pensando: “Uy, no vi a los Pistols del ‘77”. ¡No, ya pasó! ¡Andá a ver otra cosa! 

-De los 90, ¿qué rescatas?

-A los SuárezPeligrosos Gorriones y El Otro Yo. Y un par de años antes, Attaque 77 y Mal Momento.

-¿Y de la actualidad?

-Él Mató me fascina. Me emocionan sus shows y me encantan sus discos. También me gusta Mi Amigo InvencibleAtrás Hay TruenoNorma. No digo que las bandas de ahora sean mejores, pero rescato y encuentro más esa esencia indie que teníamos con MQC en estos grupos emergentes.

-Antes hablamos de Suárez, y Fernando Blanco, guitarrista de VDM, es también el director de Entre Dos Luces, el documental dedicado a banda que comanda Rosario Bléfari. ¿Qué te pareció?

-Me encantó. Tal es así que viajé a Mar del Plata, cuando se estrenó la película en el Festival. Mitad para apoyar a Fernando, ya que había vivido todo el proceso, y también porque sabía que era algo muy importante en la vida de él. De hecho, yo lo conocí cuando presentamos el primer disco de MQC, y él me propuso hacernos un vídeo. Cuando nos juntamos a hablar, le pregunté qué bandas le gustaban y me dijo: “MQC y Suárez”.  Nos hicimos muy amigos con los años, después terminó tocando en VDM, y ahora publica una película sobre Suárez: es como si hubiese cerrado un círculo perfecto. El film me parece buenísimo. Yo recuerdo verlo con VHS todos rotos, y se había tomado el trabajo de rescatar el material. Constantemente me preguntaba: “¿Cómo sostiene esto una hora y media?” (Risas). Cuando la vi en el Festival, realmente me emocionó. Para todos aquellos que los vimos en esos años, es algo especial. No sé si será apta para aquellos que no sean fans de la banda, pero la película capta de una manera espectacular la grabación de los primeros dos álbumes, entre ellos Horrible (1995), uno de mis discos favoritos del rock nacional.

-¿Cómo viviste la vuelta de la banda a los escenarios a partir del documental? 

-Si bien el show en el Konex fue más largo y con un caudal de público alucinante, el de Mardel me gustó más por el hecho de que fue histórico y emotivo porque fue la primera vez después de mil años. Estoy orgulloso de que mi amigo y guitarrista haya generado todo.

-Después de tanto recorrido en el mundo de la música, ¿qué te queda por hacer?

-Me gustaría hacer que la música que me gusta le llegue a la mayor cantidad de personas posible, ya sea haciendo discos o ayudando a los demás. Me gustaría ser una especie de John Peel, que hace sesiones de banda en la radio. Pero realmente anhelo que haya mejores canciones y discos hechos acá, y todo en lo que yo pueda ayudar me haría muy feliz.

*Jueves 22 en Caras y Caretas, Venezuela 330. A las 22

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