"Más que un género, buscamos texturas"

La historia cuenta que cada uno procedía de proyectos diferentes, otras latitudes estilísticas. Sin embargo, había algo latente, un lazo invisible (o línea roja) que unía, de una u otra manera, a los integrantes de Morada de Pájaros. Los años, las vivencias, las horas de ensayo y ruta fortalecieron la relación de esta bandada, que trasciende la música y alberga un sentimiento genuino, de amistad y afecto. “Veníamos de tocar en bandas más rockeras”, recuerda Diego D’elia, baterista del grupo, quien apela a su memoria y aclara: “Ya había una idea de lo que queríamos hacer, pero era muy abstracta. Pese a eso, con el transcurrir de las canciones fuimos delimitando nuestro espectro”.

De esta manera, en 2012, comenzó el viaje, la búsqueda a la que el músico describe como “infinita”. Y agrega: “Quizás ahora estemos más cerca del sonido que queremos”. En ese plano, conformado por la incertidumbre y el deseo, sostiene que en la actualidad le costaría definir lo que hacen. “Es medio difícil ponerle un nombre, ya que tiene timbre de diferentes corrientes musicales, que pasan por el indie, jazz, tango y hasta ritmos balcánicos”. Pero, considera: “Más que un género, buscamos texturas”.

Lanzado y presentado de manera oficial este año, El Principio del círculo es el primer disco del grupo, el cual viene a cerrar una etapa (el origen) y a darle paso a otra (el futuro). Canciones como “9 de septiembre” (nostálgica y arrabalera), “Algo del mar” (de una épica rockera) o “Noche para no dormir” (con la intervención de la acordeonista, Natalia Sabater, donde juega con una bossa melódica) es un pequeño muestrario de lo que pretende la banda: no ser etiquetados.  

La producción estuvo a cargo de Juanito El Canto (gurú de La Nube Mágica), a quien D’elia define como un “limado” y alguien con quien se complementaron muchísimo. Sobre su trabajo, advierte: “Tiene una comprensión sutil, no invade, recibe y propone”. También, reconoce que “sabe laburar y comunicarse con la gente. Nos ayudó a potenciar nuestro sonido”.

Sin mayores precisiones, el baterista anticipa que ya están pensando y trabajando en un nuevo registro discográfico. Confiesa, además, que buscarán una textura más fresca que en El Principio del círculo. “Hay que hacer y descartar”, opina y también considera que es el momento para darle algo nuevo al público.

En lo inmediato, Morada de Pájaros se prepara para concluir el año a lo grande: el viernes 28 se presentará, junto a Mateo de la Luna en Compañía Terrestrial, en el Caras y Caretas. “Estamos ensayando muchísimo, armando un show integral, con visuales, proyecciones y un sonido acorde”, concede al hablar sobre la experiencia que están desarrollando. Detrás esta decisión, de tocar en una de las salas porteñas más importantes, se refleja el promisorio presente del grupo, el cual está acompañado por una incipiente convocatoria. “Se está empezando a abrir lo que es el núcleo duro. Es muy lindo ese fenómeno, de ver a mucha gente que no conocemos y que se acerca a nuestro recitales”, suelta y concluye: “A parte, siempre viene acompañado de alguna linda referencia y eso es algo muy genuino”.

*Viernes 28 en el Caras y Caretas, Sarmiento 2037. A las 21:30.