"Para poder crecer es necesario chocar y discutir"

Un una noche helada Guido Ruggiero, conocido como “El Dog”, apodo que le quedó por firmar los grafitis que hacía en su adolescencia de esa manera, camina por el barrio de Villa Crespo, lugar que lo vio nacer y criarse. Lleva una gorra negra con la víscera mirando para atrás, algunas cadenas en el cuello y un parlante en la mano, el cual reproduce hip hop. No viene solo. Acompañado por su amigo “El negro”, un estadounidense que reside de Nueva York, al que hospeda por unas semanas, intenta buscar un lugar para tomar café, donde no haya ruido, a pedido del entrevistador. Cuando se sienta en la cafetería se pide una Seven Up. Y confiesa: “Diez años me parece mucho tiempo. Dicen que cuando pasan diez años hay un punto de inflexión, donde la banda la pega. Yo no siento que tengamos ese quiebre y esa difusión”.

Lo’ Pibitos, su banda, eran sólo tres en el inicio. La onda y el estilo de vida de Guido (MC), Tomás Bacigaluppi (MC) y Juan Lucas Arbe (percusión), surgen del skate, los grafities y un rap alternativo, que se escuchaba en su adolescencia. Ese ámbito fue su educación. Así, estando en la calle, se fueron curtiendo y divirtiendo, adquiriendo un estilo de vida, una manera de pensar y un arma para transmitirlo: su propia música. Pintar paredes y hasta trenes fue un acto rebelde que quedó atrás, pero la esencia se sigue reflejando en sus maneras de presentarse y expresarse.

Con el correr de los años, la cantidad de integrantes (actualmente son ocho) e instrumentos aumentó tanto que casi parece una Big Band. Su propuesta, a la que denominan “Flow Universal”, mezcla: mayoritariamente hip hop, rap, funk y unas letras que, entre rimas, buscan expandir la conciencia de los oyentes. “Nuestra búsqueda es esa. Hacer fusionar música sin prejuicios. Tratar de hacer las cosas que no estén hechas.”

-Al ser una banda numerosa, ¿cuáles son los mayores inconvenientes que surgen?

-La música y el arte son un área muy sensible y fuerte, porque todo el mundo está expresándose. Y también hay mucho ego. El arte es ego. Los artistas a veces tienen personalidades muy fuertes. Entonces los choques de personalidad es el problema más grande. La música es lo más lindo que hay en el mundo y vivir ésta es una de las mejores cosas que te puede pasar en la vida. Pero después hay que llevar la cuestión humana y ahí vienen los conflictos. Pero como cualquier ámbito de trabajo, hay confrontaciones. Yo considero que hay que chocar y discutir para poder crecer. Es necesario.

-¿Se puede llevar adelante una banda tan grande y vivir de su música?

-Particularmente, además de la banda produzco a otros artistas. A veces hago música de comerciales y paso música como DJ. Algunos de los chicos tienen otros trabajos. La idea es que gire siempre sobre la música. Y siempre free lance. Me gusta invertir mi tiempo en algo que a mí me hará crecer. No tengo tanta plata pero tengo el dominio de mi tiempo. Trato de avanzar, de poner mi foco donde tiene que ser y tratar de estar tiempo en el estudio, generando cosas. Me gusta conseguir nuevos logros.

-Uno de esos logros fue la nominación a los premios Gardel, por ejemplo.

-Fue una grata sorpresa. Pero no ganamos. Fue bueno estar nominados (risas). La categoría era “reggae y música urbana”. Estaría bueno que la música urbana tenga su categoría al margen. Es un género que tiene que crecer más.

-¿Qué tiene que ver el reggae con la música urbana?

-El reggae es más universal, es un estado de ánimo. Es tranquilo y relajado. Le gusta a todo el mundo. Debe haber poca gente que le desagrade. Yo empecé a escuchar reggae con Bob Marley. Nosotros tenemos que hacer nuestra propia versión del hip hop. Debemos hacérselo entender a la gente, que no les parezca raro ni alternativo. Que sea algo que se pueda escuchar en la radio o boliches. Para mí la música urbana es el futuro. Es el futuro de la música. Viene siendo tendencia mundial, y son muchos los artistas pop que están ligados al género.

-¿Por qué no crece el hip hop en Argentina?

-Porque sigue siendo underground. Son gustos y la gente consume. Muchos estilos la rompen y tienen éxito, ya sea el tango, la cumbia o el rock. Pero el hip hop no tiene su lugar. No es algo que se está explotando. Acá, en Argentina, está muy vinculado con los adolescentes. Es como una cosa que representa la rebeldía.

-¿Les gustaría tener más difusión a ustedes?

-Si bien nos falta un montón, creo que estamos muy bien. Diez años es mucho tiempo haciendo esto. Fue un camino de exploración y aprendizaje. Pero queremos tener más difusión, sin dudas. Llegar a todo el país y tenemos que tener más vídeos.

-¿Por qué todavía no hubo un vídeo de A punto caramelo (2015)?

-Hicimos uno, de “Está en ti”, pero no nos gustó y no lo sacamos. Fue un proyecto muy ambicioso que no se pudo llevar a cabo: grabamos todo en un día, fue un bardo y perdimos mucha plata. Es un laburo para el que no tenemos tiempo, porque estamos tocando mucho y hay que hacer el tercer disco.

-¿En qué estado está el tercer disco?

-Lo estamos produciendo. Se va armando. Estuvimos haciendo cosas con la gente de Los Tetas, de Chile. Queremos que sea aún mejor que este último. A la hora de hacer música no importa nada: Si suena, metélo; después vemos cómo lo interpretamos.

-¿Qué lo va a diferenciar del anterior?

-Vamos a tener más invitados. Nos dimos cuenta que los featuring es algo que te aporta muchísimo. Te da otra sonoridad. Por ejemplo, Julián Kartún (El Kuelgue), con su voz, enriqueció “El ritmo de la vida” y quedó de una manera que no habíamos imaginado.

-¿Les gustaría hacer un featuring con los Illya Kuryaki?

-Nos gustaría tocar con ellos, sí. Marcaron ese primer camino del rap y el funk. A parte, crecimos escuchando “Abarajame”. Sin duda, nos influenciaron.

*Viernes 29 en Niceto Club, Niceto Vega 5510. A las 20.