Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Pato Lange

"El establishment necesita la distracción masiva"

Cronista: Lucas González | Fotos: Gentileza: Prensa

28 de Junio, 2016

"El establishment necesita la distracción masiva"

Periodista y músico, el multifacético artista presenta su más reciente opus, Ahora.

Creo que la canción, esa práctica tan antigua de hacer una melodía y ponerle letra, todavía tiene mucho para dar porque es un gran vehículo para incorporar elementos de todas las músicas y contarle algo a alguien”. La cita resulta esclarecedora, pero al mismo tiempo apabulla por su sencillez. Quien la suelta es Pato Lange, artista multifacético, inquieto por naturaleza. “En el caso del disco se dio naturalmente porque así me sale componer, quizás porque me fascina tanto un rocanrol de Chuck Berry o de Los Ratones Paranoicos como una zamba del Cuchi Leguizamón o un tema de Bob Marley”, apunta el músico sobre su nuevo trabajo, Ahora (2016), el cual muestra un verdadero crisol de estilos.

Para pasar en limpio, Lange, además de nostálgico trovador, se desempeña como editor de la prestigiosa revista de moda masculina GQ. Oriundo de Castelar, toca la guitarra desde los 11. Anteriormente, en su juventud, integró Set Nova, banda originada en su Oeste natal. Con el tiempo, terminaría ingresando como guitarrista en Joaquín y Los Estuches, el proyecto en paralelo a Turf que Levinton lleva a adelante.

-Comenzaste en esto desde muy chico. ¿Cambió en algo tu percepción sobre la música?

-Para mí la música cura. Existe algo misterioso en cierta combinación de notas y timbres que tiene el poder de curar padecimientos físicos, espirituales y psíquicos, y además puede trasladar un mensaje poderoso. Hago música porque me quiero curar, quiero elevar mi sistema de pensamiento, mis emociones, mi visión del mundo, del arte y de todo lo que me rodea. Esa ecuación a veces encaja en la industria y el negocio musical y del espectáculo, y otras veces no. Todos los artistas que admiro, presiento, hacen música por esta razón. Por otro lado, las motivaciones para crear música pueden haber cambiado desde que, con el cine, nació el concepto de “fama”, algo que no existía realmente como tal antes del siglo XX. Hoy la fama está totalmente sobrevalorada y las mejores obras nuevas que escucho hoy en día son de artistas que no tienen fama. Esto no habla mal de ellos, por supuesto, si no de que la industria musical está completamente desorientada y en lugar de desarrollar artistas que promueven música que cura, desarrollan pavadas. Es lógico, el establishment necesita la distracción masiva.

-¿Cómo te llevas con la crítica? Porque ahora te toca estar del otro lado del mostrador.

-Empecé a dar notas como artista a los 18 años. Me han hecho reseñas en Rolling Stone y otros medios importantes desde esa época, cuando ni siquiera pensaba en que iba a ser periodista. Por eso sé lo que es recibir una crítica como artista mucho antes de escribir una. Por otro lado, como la escritura periodística forma parte de mi oficio, es muy fácil para mí diferenciar una reseña bien hecha, sólida y realizada por un periodista lúcido de una que fue escrita a la pasada, sin ningún aporte sustancial a la obra. Sin embargo, lo que más me interesa de la crítica no es la crítica en sí, si no la situación actual de la crítica musical. Es llamativo que en el ambiente musical hay todavía cierto resquemor a recibir una crítica: muchos músicos se enojan cuando un periodista escribe algo que ellos consideran negativo sobre su obra. Esto me parece un gran error. La crítica es muy valorada, por ejemplo, en el mundo del arte. Y así debe ser porque la tarea de quienes observan y escriben sobre arte en cualquiera de sus ramas es importante y tiene una función social. Si quienes escriben se toman en serio lo que hacen y ofrecen una mirada sólida de la obra en su contexto de época, la crítica puede ser útil tanto para el público como para el artista.

-Sin alejarte del eje músico-periodístico, un vicio muy importante de los medios son las etiquetas.

-No son más que palabras. Y las palabras son fantásticas y, bien usadas, pueden iluminar un rasgo, una mueca, una característica del artista o su obra. En ese sentido me llevo bien. Obviamente también hay etiquetas o palabras vagas que no aportan nada sustancial y alguien las puede usar como un recurso rápido y fácil y pretender que está diciendo algo sobre la obra de alguien. En este último caso, creo que son nocivas porque no aportan nada. Y el espacio hay que usarlo para algo útil. Y en todo caso si es inútil, que sea bello.

-Haciendo hincapié en Ahora, afirmaste que es un disco que hizo volver a tu oficio original. ¿Por qué en este momento y no antes?

-Compongo desde los 12 años. Pero no grabo discos todo el tiempo. ¿Por qué? Porque hacer un disco merece tiempo, dedicación y dinero. Siendo un artista independiente y teniendo que sobrevivir, muchas veces esa ecuación no está alineada al cien por ciento. Por otro lado, todos esos escollos los puedo esquivar cuando estoy decidido a hacer un disco, porque cuando uno siente la necesidad vital de hacer algo, lo hace aunque el mundo se venga abajo. En la actualidad, siento la necesidad de cantar mis canciones con mucha intensidad y soy muy respetuoso de los tiempos que esa necesidad impone.

-Sin embargo, pese a esa intensidad, hay una clara expresión, como declaraste, de que la idea se entienda. ¿Cuánto te costó lograrlo?

-No hay una intención deliberada de que se entienda el mensaje, ni siquiera sé si hay un mensaje. El mensaje, en todo caso, es cantar con honestidad. Y lograr esto es algo que lleva toda la vida.

-Pero canciones como “El Viejo” o “El jugador” son claros ejemplos de esa simpleza de la que hablábamos.

-Creo que la simpleza es algo tremendamente complejo de alcanzar y no hay atajos. No sé si esas canciones tienen letras simples o no. Creo que no. Si de algún modo tienen cierta simpleza en el decir tiene más que ver con que justo esas dos canciones las escribí antes de los 18 años y estaba diciendo las cosas de manera urgente sin pensar en nada más que en contar lo que sentía en ese momento. Trato de recuperar eso cada vez que hago una canción.

-¿Cuáles son las principales diferencias entre el Pato Lange que escribe música y el que lo hace para un medio?

-Cuando escribo para un medio tengo que ceñirme a un formato y una extensión de texto, y de algún modo estoy obligado a usar mi creatividad en el marco de un corset editorial, lo cual también es un desafío y me estimula mucho. En cambio, cuando hago música, el único corset son mis propios límites, no hay reglas ni formatos a respetar porque soy totalmente libre de escribir, cantar y tocar lo que yo quiero. Con respecto a mí como individuo, no encuentro muchas diferencias entre el periodista, el músico, el artista, el editor de moda, el compositor, el guitarrista. Normalmente al sistema le es funcional que un individuo sea sólo una cosa, y ahí aparecen las etiquetas: “Vos sos tal cosa y servís para eso”. El resultado de esa bajada es cierta mirada prejuiciosa hacia quien se desempeña en múltiples áreas. Esa mirada la ha instalado el sistema: al establishment le es más funcional que un individuo que paga impuestos y consume trabaje en un solo eslabón del engranaje y dependa exclusivamente de eso para vivir, lo cual se convierte muchas veces es una suerte de prisión cuyo único beneficio es el salario. Siempre esquivé colocarme en ese lugar desde chico, aun cuando tuve que salir a trabajar a los 17 años para ganarme el pan y el vino.

*Sábado 2 de julio en el Teatro Sony, Cabrera 6027. A las 21.

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