Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Ezequiel Borra

‘‘Mucha gente trabaja como un esclavo para otro pero tiene algo más para dar‘‘

Cronista: Lucía Fernández | Fotos: Gentileza: Prensa

25 de Noviembre, 2015

‘‘Mucha gente trabaja como un esclavo para otro pero tiene algo más para dar‘‘

Luego de 15 años de trayectoria Ezequiel Borra lanzó su cuarto álbum, Lo Peor, y El Bondi aprovechó la excusa para conversar con este multifacético artista.

El espiritu artistico inquieto de Ezequiel (compositor, cantor, poeta multiinstrumentista y productor) es sin dudas la razón por la cual logra trascender los encasillamientos. Su música atraviesa diversos géneros: el rock, folklore, candombe, salsa, blues, música africana; pero más allá de su existencia melomana lo más importante es que sus canciones atraviesan el corazón.

- Así como logras que converjan diversos géneros sucede lo mismo con la melodía y las letras. Hay muchas canciones que podrían ser melancólicas pero la sonoridad
alegre genera algo muy ambiguo. Por ejemplo ‘‘Al compás‘‘ (del disco anterior). ¿Cómo se da en el proceso de creación el equilibrio de este contraste?
-Las carambolas a la hora de componer son varias, no tengo una fórmula que siga siempre de la misma manera. A veces sale de una letra ya escrita, a veces arranca desde un ovillo musical que vengo desenredando con la guitarra. A veces de una melodía que aparece en cualquier momento, ya con una frase pegada o con unas palabras inventadas que después en todo caso erosiono para encontrar la palabra. Me acuerdo de esa cita de Clarice Lispector que hizo Cortázar (creo que en Salvo el Crepúsculo), decía algo como: “la palabra como anzuelo para encontrar la no-palabra, la entrelinea”. Hay algo de eso, un poco de construir, buscar, trabajar en la escultura desde el oficio pero también siendo el guardián de la chispa que encendió la canción. Ahí está la esencia que después se desarrolla. El contraste entre letra y música genera algo agridulce que me gusta y es adrede digamos.

-¿Usted está aquí? Es una pregunta que propone replantearse la noción del hoy, del soy. Invita a despertarse y da la sensación de que tu música sugiere lo mismo. ¿A qué se debe la elección?
-Se debe exactamente a eso, asumir esa pregunta significaría asumir la posibilidad de “no estar aquí” y lo que está atrás de eso es el “estar en si, en si mismo‘‘. De ahí viene el personaje de la tapa: el hombre sonámbulo que está despierto pero dormido, dormido pero despierto. Un poco así estamos todos, con la oportunidad de agradecer, conectar y desde ahí construir.

- Entonces es una llamado de atención...
-Muchas veces estamos hundidos en un diálogo interno inútil o en un presente interferido, detonado por la distracción o el deseo. Creo que es un signo de estos tiempos, la pantallita del celular del hombre urbano no deja de representar eso, no? Te saca de donde estás y te lleva a una conversación con otro que tampoco está ahí, a un terreno tangencial. Elijo hablar de eso porque siento que es lo que nos toca. Esa traición interna creo que es la semilla de la corrupción externa de la que después nos quejamos.

-¿Por qué este disco incluye aparte un subtitulo: ‘‘Lo peor‘‘? ¿Qué es para vos lo peor? 
-Lo peor justamente es la ausencia del hombre enajenado que finalmente desemboca en la miseria humana más evidente y hasta muchas veces ponderada. El consumo plástico e inconsiente. Pero bueno, a lo largo del disco este personaje al menos se ríe de ese drama y se permite también hablar desde el despertar.

-Este disco tiene una interesante propuesta social, en los coros. ¿Cómo surgió esta idea? ¿Cómo fue recibida por los internos y los niños?
-Es una idea que tenía desde hace años: ir a cantar con la gente del manicomio, con los niños, con la gente de la villa y también con los abuelos (aunque no llegué a hacerlo para este disco). Finalmente se concretó en este trabajo y más allá de estas grabaciones espero que sea sólo el arranque para encontrar más oportunidades de compartir con ellos y de aportar desde lo mío (también junto a otros músicos y a la gente que de a poquito se va acercando). Al principio fue ir a buscar la intensidad y a compartir pero finalmente se armó una campaña colaborativa alrededor de esto, entonces pasó un poco al plano de la acción social pero es la primera vez que me meto desde esta vereda y por ahora es muy poquito lo que realmente siento que aporto.

-¿Cómo te influyó a nivel personal y musical esta decisión?
-Para mí es el primer paso de la intención a la acción. A nivel musical me empuja hacia lo popular, me enseña. A nivel personal me toca profundamente y me hace pensar mucho en encontrar adentro algo que pueda fundir en la comunidad, que no solo se ajuste a mis intereses personales. Atahualpa lo explica bastante bien en “el destino del canto”. Ojalá encontremos la manera de hacerlo funcionar cada vez mejor. No se pide plata sino cosas que la escuela, el hogar y la gente del taller de música del Borda necesita, a todos estos lugares los une la marginación por razones que en cada caso difieren un poco pero que son evidentes. Entonces el mensaje es desmanicomializador, en contra del asinamiento y a favor de la comprensión y la participación. Unir fuerzas, llevar música, talleres. Hay mucho que aprender en estos lugares, y mucho por compartir. Mucha gente trabaja como un esclavo para otro pero tiene algo más para dar. Acercarse a estos lugares puede ser una manera de abrirse, de sumar.

-¿Este disco también fue producido en tu propia casa? ¿Cómo fue el proceso de producción? 
-Mis primeros discos son de “laboratorio”. Los tocando casi todo yo, con amigos que venían a leer algunas partituras que escribía o a improvisar un poco pero nada más. Estaban llenos de texturas y capas de sonido. No abandono definitivamente eso, pero ya desde el vol1 de ¿usted está aquí? aparece mi grupo tocando. Empecé a trabajar con las ideas del grupo y a modelar los arreglos a partir de eso que se gestaba tocando.

-En cuanto a lo técnico, ¿qué diferencias hay con el Vol I?
-En este disco el sonido de la banda creció muchísimo. Lo que era percusión se transformó en batería, la guitarra que lleva los temas ya no es la criolla sino una guitarra de cuerdas de metal, el contrabajista se colgó el bajo eléctrico en muchos temas, aparece un clarón haciendo sección con el clarinete que antes estaba más solo y para esta producción aparece el cuarteto de cuerdas que es un placer, un sueño hecho realidad. Haya algunos temas que quedaron de unas sesiones en mawi Road, el estudio hermoso de mi amigo Feco, en Maschwitz. Allí grabamos también las cuerdas y los caños. El resto está todo grabado en El placard, en casa, con mayor despliegue, pero como siempre, digamos.

-Tuviste la posibilidad de girar por Latinoamerica, Asia, Estados Unidos y Europa con una propuesta atipica como es tu música, ¿Cómo ves la repercusión en el público y en las diversas comunidades?
-Siempre es hermoso viajar tocando, aprender, hacer nuevos amigos, sentir el rebote de las canciones en otras tierras. A la gente le gusta mucho. Hay hermanos en todos lados. Por más lejos que te vayas, el brillo de los ojos está ahí. Me encontré en el norte de Tailandia o Laos con un déjá vú de algunos pueblos del norte argentino. Calles de tierra, la gente con su mercado, lavando las sillas de mimbre en el río, haciéndose su ropa. Cantando, tocando la flauta.

-Tenés 15 años de trayectoria, ¿cómo fue este proceso de formación constante? 
-Son cuatro lanzamientos pero 5 discos, porque el segundo son dos discos con sus títulos y su repertorio. Desde el primer disco hasta hoy el proceso tuvo que ver con conceptualizar más, aprender a dejar afuera parte del material. Aprender a producir buscando el color de un disco o de un concierto, dentro de lo ecléctico y transitando este camino hacia lo popular. Aunque escuché canto popular siempre, de pibe me metí mucho con la parte académica y hay toda una cuestión sofisticada que está buena; siempre y cuendo me permita atender a mis otras necesidades y darle una dirección a lo que hago. Hoy creo que estoy aprendiendo a capitalizar esa parte y siento que confluye todo mi pasado en un resultado más aprehensible y directo a la hora de un disco o de un concierto.

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