Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Tabaré Cardozo

"La murga no se mancha"

Cronista: Lucas González | Fotos: Gentileza: Andrea Celis

28 de Mayo, 2015

"La murga no se mancha"

Tabaré Cardozo presenta  durante todo mayo Malandra, su nuevo disco, en el ND Teatro. Además, lo hará acompañado por Agarrate Catalina, murga que integra su hermano, Yamandú. Ambos, en la previa del show del 28 de este mes, conversaron con El Bondi y hablaron de todo: la murga, Uruguay, el rock y, como no podía ser de otra manera, el Pepe Mujica.

Desde el 2002 el uruguayo Tabaré Carodozo viene editando discos. Murga y rock emparentados gracias a un artista que maneja lo mejor de ambos pulsos. El último de estos, Malandra,  será presentado hoy en el ND Teatro. Según el cantante: “Es un trabajo que  concentra mucho rock”. En paralelo, y durante varios años, estuvo al mando -como director- de Agarrate Catalina, proyecto que comparte con su hermano Yamandú. “En el 2011 me retiré del carnaval, del concurso. Pero seguí acompañando a La Catalina en alguna gira puntual. Ahora volví porque el actual director está de licencia, seguiré  en la medida de lo posible. Esto hace que los caminos se unan”, reconoce

-¿Cómo nace la idea de presentar tu disco acompañado por La Catalina?
Tabaré Cardozo: -Nosotros veníamos teniendo un camino paralelo, por un lado yo estaba como director de la murga, pero, aparte, con mi carrera solista. En diferentes oportunidades hicimos cosas juntos, como cuando toqué con mi banda en el Teatro Solís, en donde también se presentó La Catalina como invitada. También hicimos unas experiencias en el 2006, 2007 con un espectáculo, hacíamos un acústico en el que los coros los hacían ellos. Ahora ensayamos un formato eléctrico, además, el tenor del disco cambia completamente, ya que pasa de ser murga-canción a murga-rock.

-Yamandú, y en ese vuelta como director de Tabaré, ¿encontraron cambios sustanciales a la hora de trabajar?
Yamandú Cardozo: -No, porque él, si bien no estaba arriba del escenario, siempre está pluma a pluma conmigo escribiendo los espectáculos. Entonces el laburo en conjunto  lo tenemos permanentemente, con los cuadernos sobre la mesa. Nos conocemos las obras cuando nacen e interferimos con voz y ojo al otro.
TC: -Tal vez, lo que si pasó fue que nos extrañamos un poco. Fue una consecuencia natural no buscada, pasó.
YC: -Lo de juntar los caminos se dio así, naturalmente. Los caminos de a poco se van pareciendo, como cuando hicimos el Luna Park con León Gieco.

-Tabaré, el disco lo laburaste prescindiendo de La Catalina. Entonces, a la hora de trabajar las canciones con la murga, ¿cuán grande fue el cambio?  
TC: -Lo que pasa es que mi carrera como solista siempre fue al margen de ellos. Tengo cinco discos de estudio, y en todos trabajé únicamente con mi banda y mi coro. Lo que pasó fue que en algunas presentaciones de discos estuve acompañado por La Catalina, pero nunca la tuve involucrada en el armado de alguno. En cambio yo sí estuve en la creación, salvo en el 2005, 2007 y 2014, en donde hubo otros directores.
YC: -Una de las diferencias fue que nosotros –por la murga- no te robábamos tiempo físico de espectáculo.
TC: -Claro. O sea, durante la grabación de Malandra, no estaba participando de La Catalina, algo que nunca había sucedido con otros discos. Me sirvió para enfocarme más.

-¿A dónde crees que se nota ese beneficio?
TC: -No sé. Tuve más tiempo y menos estrés. No tengo la capacidad mental ni emocional de hacer dos cosas al mismo tiempo. Me concentro en algo y el resto pasa a ser música de fondo. Sin embargo, en estos últimos diez años me he tenido que dedicar a las dos carreras todo el tiempo. Es como tener dos novias. Fue algo muy desgastante. Entonces, en el producto final no sé si ve reflejado, porque no te sabría decir si lo eleva o mejora, pero si lo veo en el proceso.

-Decidir si una canción iba a tu repertorio o al de La Catalina fue algo que te costó, según afirmaste en varias entrevistas, en más de una ocasión. Para Malandra, por lo que venís relatando, no fue una preocupación.
YC: -Es verdad. Lo que pasó, incluso, fue que retomé melodías que había hecho para La Catalina y las incluí en este disco –“Tres cabezas” y “Todos contra todos”-. En cambio, eso nunca sucedió al revés, porque me daba vergüenza. Siendo el director se me hacía egocéntrico. Con la letra, por ejemplo, no es algo que se pueda hacer, ya que muchas están atadas a una coyuntura.

-Hablando de las composiciones, la canción que interpretas con Alejandro Balbis, “El Último Clavel”, me llamó la atención, más que nada por el mensaje que contiene, en el que afirmas que la vida sigue sin la murga.
TC: -Como todas las canciones, que son expresiones del arte, son puentes del inconsciente. Hay una parte que pasa por la cabeza, pero por lo general son metáforas que no tienen un significado tan aparente. Con el tiempo comprendo lo que quería decir. No es casualidad que haya elegido a Balbis para esa canción, ya que él también fue director de murga. En realidad, pretende ser un homenaje a los viejos murguistas. Siempre me perturbó, para bien, esa imagen, la del directo que usa frac, galera y clavel, el que se deja el último día despidiendo el barrio.

-Otra de las canciones que destaco por el relato es “Todo el año rocanrol”. ¿Cuánto hay de auto-referencial? 
TC: -Es completamente auto-referencial. En realidad, es una canción de amor y de resistencia. Una suerte de inventario, en el que defino todas las peripecias que tiene esta vida hermosa, que volvería a elegir siempre. Por eso el estribillo dice: “No quiero parar nunca/Todo el año rocanrol”. No es que no puedo, no quiero parar. Quizás, se me ocurre, que surgió porque soy uruguayo. Allá está mal visto presumir que estás feliz, está muy mal visto. Tenes que sufrir, porque la envidia social te condena y te mata.  De hecho, venimos de algo así.

-¿A qué te referís con eso?
TC: -Pasa que el carnaval ha sido un tanto hostil con nosotros en estos últimos años. Sobre todo los colegas. De hecho, en 2012, un año después de que nosotros ganamos, 16 de las 20 murgas que participaban, en su repertorio hablaban mal de nosotros. Por un lado es muy lindo que cada uno pueda expresarse como quiera, y que nadie se salve ni salga ileso. Por otro lado es triste que el colegato, en vez de hablar de la política o las causas sociales, se ocupe de La Catalina.

-Y a grandes rasgos, ¿cuál era la crítica que les hacían?
YC: -De todo, desde la decisiones políticas hasta si estamos o no, si nos vamos de gira, etc.
TC: -Esa hostilidad venía siendo insoportable. Y no está bueno conceptualmente, no habla bien de nosotros como sociedad. Creo que le pasa lo mismo a bandas como La Vela o No Te Va Gustar.
YC: -En Uruguay se comportan de manera muy pueblerina, con las cosas preciosas que eso significa y con las negativas. A veces, pareciera que, como somos tan chicos, cuando algo emerge más de lo habitual está mal visto. Y no es concebible que una murga  se aleje de tal o cual circulo, y sea invitada por León Gieco, a grabar con Ntvg o a traducir su espectáculo a dieciséis idiomas y salir de gira. Como sociedad es difícil de explicar, porque somos nosotros lo que estamos viviendo eso, quedaría como que estamos presumiendo. Está claro que, desde la posicione en la que estamos nosotros, podemos ver y dar testimonio de que eso pasa. Y eso es un defecto grande que tiene nuestro país, que está en expansión. Uruguay se está expandiendo, comenzando a tener algo que no tenía, como un start system. Hay gente muy famosa, a la cual le está yendo muy bien. La mentalidad del uruguayo no se adapta todavía. Tengo la certeza de que eso, en breve, va empezar a cambiar. Si vos sos bueno en lo que haces, si le pones amor, trabajo y dedicación es un derecho ganado  que te aplaudan en otro lado y ganes plata. No hay ningún pecado.

-Y a dónde si verían justificada esa critica
YC: -En mi caso, la traición sería que mis letras sirvan para complacer a una corporación o a alguien que me pague. Nosotros somos gente de izquierda, y cuando tuvimos que apoyar a Pepe (Mujica) lo hicimos. Pero nunca en La Catalina hicimos apología, ni operamos políticamente para nadie. Como diría el Diego, la murga no se mancha. Ahora bien, cuando tuvimos que salir a darle caña lo hicimos. Nunca criticamos porque si, ni para quedar bien ni para sumar puntos en un concurso. Somos libres y nunca le fuimos a pedir nada a nadie. Por suerte tenemos un presidente que es un crack y ojala otros países tengan la suerte de tenerlo. De hecho, este año vez a una cantidad de murgas cantándole loas, algo que nosotros nunca hicimos.

-¿Y tienen una posición tomada con respecto al último periodo de Pepe en el gobierno?
YC: -Tanto yo como Tabaré lo admiramos mucho por su dimensión humana. Es un pesador, filosofo, desesperado por la justicia y por el bien común. Un humanista, un filántropo activo. Respalda su vida con su palabra y camino.
TC: -No hay en el mundo un dirigente como él. Quizás Mandela. Lo que sucede es que, nosotros venimos de una sociedad en la que hay una gimnasia en pensar que es pegarse al poderoso para obtener algún rédito. Primero, cuando le hicimos el tema a Pepe, él no tenía nada más que una moto y apenas se postulaba a senador. Fue un fenómeno social.
YC: -Antes criticábamos cuestiones de nuestra sociedad, pero también hay que marcar que somos capaces de, en tan solo 30 años, dar vuelta la tortilla y elegir a una persona, que en su momento participó de la guerrilla,  como el presidente con más votos en la historia de nuestra democracia. 

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