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La Armada Cósmica

"Pappo me enseñó a tocar la guitarra"

Cronista: Lucas González | Fotos: Redaccion El Bondi

23 de Febrero, 2015

"Pappo me enseñó a tocar la guitarra"

Daland Gutiérrez, cantante, letrista y guitarrista de La Armada Cósmica, le contó a El Bondi cómo se originó el grupo, además de recordar cuáles fueron sus primeros pasos en la música. 

Arriba del escenario Daland Gutiérrez, aún adolescente, se muestra con actitud irreverente. Esbelto, bien parecido y con un timbre de voz por momentos nasal, no le importa el qué dirán, sólo lo que ocurre entre su público y su banda, La Armada Cósmica. Con la guitarra a cuestas, juega, esgrime punteos desafiantes y se presta –con movimientos hendrixianos- al show. Entiende de qué va el asunto. Sin ella, recorre el escenario aferrado al micrófono, el cual amplifica sus manifiestos (“Dicen que Dios es sólo un concepto/Yo digo que mi concepto es un Dios”), al mismo tiempo que articula su cuerpo cual Johnny Rotten y vocifera alaridos a lo Robert Plant. Con o sin la viola, el pibe exuda rock and roll.

No obstante, abajo del escenario, y lejos de la incandescencia de las luces, su voz recobra una serenidad que resulta extraña. La gesticulación de su cuerpo también asimila ese ritmo. Y es que el Daland que se calza el papel de frontman difiere –en actitud- al que accede a ser entrevistado por este medio. Reviste al Extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, pero en clave rockero. “Todo lo basamos en ser felices y transmitirles eso a los demás y así generar un círculo de autoayuda”, señala con parsimonia. Esto, sin dudas, contrasta (¡ampliamente!) con el espíritu atrevido de Budapest (2013), primer disco de La Armada, en donde el cumulo de influencias –Nirvana, Oasis, Gustavo Cerati, Led Zeppelin, entre otras- salen a relucir. ¿La suma de todo esto? Una banda que le grita Fuck You al ‘No Future’.

-¿Qué diferencias hubo entre la placa homónima que grabaste con Disparados (banda que integró Daland en La Plata) y Budapest?
-Tuve más soluciones a la hora de componer. Un panorama más abierto, además hubo partes de algunas canciones que de alguna manera incluí en el repertorio de La Armada, es como si hubiera tenido toda la vida para armar el disco.

-Entonces, ¿Disparados fue el germen de lo que hoy es La Armada?
-Sí, definitivamente, en lo musical también.

-¿Y en lo que respecta a las letras?
-Por ahí antes las letras eran descabelladas, porque en esa época éramos todos adolescentes, de trece o catorce años, y vivíamos todos en una sala. Entonces, claramente las cosas que hacíamos eran diferentes a las que haces de grande, aunque el sentimiento y la apuesta letristica es la misma.

-Arrancaste de chico con la música, ¿cómo fue tu formación?
-Comencé a tocar a los cinco años, porque mi viejo es músico (N. de la R.: su padre, a quién evita mencionar, era el cantante de Los Ratones Paranoicos) y mi casa estaba llena de instrumentos.

-¿Eso fue algo que inculcaron o nació naturalmente con vos?
-Pensá que mi abuelo –Holbel Felipe Gutiérrez- era compositor de piano y orquesta. Yo a los cero años ya estaba escuchando Mozart, entonces no tengo la posibilidad de decirte si me lo inculcaron o lo elegí. Lo que te puedo afirmar es que me encanta. Tal vez me lo infundieron sin querer, por ejemplo mi abuela –Eva Clara Ponce de León- cuando me acostaba a dormir me ponía Bach. Sin embargo, mi viejo me hacía escuchar los Sex Pistols y los Beatles, y ese fue el camino que elegí. Ésa fue mi formación. A eso súmale que mi primer profesor de guitarra fue Norberto (Pappo Napolitano).

-¿Cómo se dio eso?
- Nos habíamos ido de vacaciones con él cuando yo tenía diez años, una época en la que yo andaba muy fana de los Ramones y los Pistols, entonces, él me dijo (recrudece la voz): “Vení, veni”. Y no paramos de tocar. Si bien ya lo hacía por imitación, ahí me di cuenta, en verdad, cómo era. Después fui con profesores, pero no tuve el resultado que yo quería porque se puede alcanzar un nivel más virtuoso desde el corazón que desde la técnica. Una vez que Pappo falleció, del que más data absorbí fue de Gabriel Carámbula, aunque mi viejo, que es un gran músico, también me influyó. Hoy en día, mientras encuentro mi sonido propio, sigo tocando con guitarristas increíbles, como lo es Richard Coleman.

-¿Y notas esa influencia, tanto de Pappo, como de Carambula y tu viejo a la hora de tocar?
-Sí, pero lo que sé hacer es meterlo en otro contexto.

-¿A qué te referís?
-Por ejemplo, meter un solo a lo Pappo o Cerati -artista al que más admira- en un ambiente nirvanesco o britpopero. Ahí es donde se ve la cintura que uno tiene: demostrar que sea original, que salga del corazón y al mismo tiempo te guste. Son tres cosas muy difíciles de lograr.

-¿En qué momento decidís ir a La Plata? ¿Qué te impulsó?
-Me fui a los trece, por cuestiones de la adolescencia. A veces sos chicos y pasan cosas en el mundo que no entendes: la gente se pelea, aparecen las vanidades, los egos, todo de golpe. Entonces, no vimos mejor escape, con mis amigos, que irnos a una sala que tenía la madre de uno de los chicos.

-Siendo tan chicos, ¿cómo hacían para subsistir?
-Teníamos nuestras estrategias, las cuales iban de la mano de cosas que hoy no me ponen tan orgulloso, aunque me parece que estaba copado, porque había que subsistir y éramos chicos. Traté de dar clases de guitarra y llegué a tener un par de alumnos, pero a la larga no lo pude sostener porque no era lo que me gustaba. También teníamos changas, vendíamos equipos. ¡Si te olvidabas algo en la sala te lo vendíamos (Risas)! Los chicos de NormA -banda platense- nos ayudaron mucho, nos grabaron e hicieron cosas que nadie habría hecho, ni yo. Nos salvaron las papas.

-¿Cuándo deciden formar el grupo?
-Desde siempre. Era la excusa (Risas).

-¿En ningún momento te arrepentiste de haber ido a La Plata?
-Para nada. Era impresionante, había una escena musical increíble, con Pura Vida –boliche platense- en pleno auge.

-Hablando del disco que editaron, lo presentaron de manera oficial el año pasado en Niceto, lugar en el que además tocaron por primera vez solos, ¿cómo lo vivieron?
-Bien, con energía. Nunca le ponemos falsa modestia a lo que hacemos, pero siempre tratamos de tener los ánimos lo más altos posible. Al mismo tiempo buscamos equilibrar eso con la humildad necesaria para disfrutar los momentos y asimilar la realidad que nos toca.

-Y dentro de la escena local, ¿cómo ves la realidad de la banda?
-No sé. Una cosa es la escena mundial y otra la local. Hay bandas a las que acá les va bien y afuera no, y viceversa. Todo va de la mano de lo que uno intente transmitir. Es más sano no plantear ni apuntar al éxito. En cambio, si hacer foco en la masividad, pero no por el éxito, sino por contagiar el mensaje a la mayor cantidad de personas posibles, para llevar adelante nuestra filosofía: SEPUM (Seamos Eternos Por Un Momento). La idea es hacer que la gente disfrute cada instante, que cada momento quede guardado en la retina del universo para siempre. Tratamos de contagiar energía y felicidad.

-¿Cuándo y en qué momento nace el SEPUM?
-Es un concepto que tuve desde chico, que recién lo pude condesar hace un año y medio. Fue una etapa en la que me divertía más, pero al mismo tiempo sabía que debía sintetizarla en algo y transmitir la felicidad que yo sentía en ese momento.

-¿Crees que esa felicidad de la que hablas se transmite o refleja en la banda?
-Totalmente. Digo diversión a nivel banda y musical. Era un momento en el que estábamos muy conectados y las cosas salían, y ahora creo que estamos recuperando eso. Viste que es como todo: a veces está y otras no.

-¿Y por qué crees que se puede perder eso?
-Es algo que sucede en las vísperas de los shows, ya que uno está preocupado por el sonido, la habilitación, el traslado de las cosas, etc. Nosotros somos una banda nueva y hacemos todo a pulmón, le ponemos el huevo. Todo lo basamos en ser felices y transmitirles eso a los demás y así generar un círculo de autoayuda, que es lo que la humanidad necesita. Queremos ver felices al que viene a escuchar lo que hacemos.

-Hagas el estilo que hagas, y pese a la felicidad que eso te genere, las criticas siempre van a estar, ¿cómo te llevas con eso?
-La persona que dice no estar pendiente de esas cosas está mintiendo o vive en una burbuja. Yo trato de no vivir tanto de esa manera. Las veo, no las ignoro. Igual, ya no estamos recibiendo tantas críticas como antes, cada vez menos. Todo pasaba por un tema de prejuicios. Trato de focalizarme más en la buena onda y el crecimiento, y haber tocado con Richard Coleman o Leo García, es un mimo.

 

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