Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Cielo Razzo

En el cielo, en la cúpula

Cronista: Gentileza: Bruno Lazzaro | Fotos: Beto Landoni

08 de Agosto, 2005

En el cielo, en la cúpula

A solo días de meter cinco mil personas en Rosario, y a horas de presentarse por su reciente disco Mareas por tripartita en El Teatro (dos ya están completos), el cantante y el guitarrista de la banda sirven algunas palabras en un bar de colegiales

Es lunes, y el lugar elegido para charlar con esta ascendente banda es una bar lindero a la Rock and pop. Entre ruidos de maquina de café y dos pibes de fondo, de esos que clavan miradas porque están aburridos o quizá sorprendidos, nos sentamos en una de las mesitas más cercanas a la salida, y comenzamos a charlar con una banda que se cansó de prometer para ser realidad. Pero antes. Hagamos un repaso.

Oriundo de Rosario, Cielo Razzo comenzó su historia hace 12 años. Sin un techo como meta, y con la ilusión de que la gente les devuelva sus canciones como un frontón, el grupo tocó en todos los bares y pubs rosarinos que le dieron cabida. Así fue que en 1994 compartió escenario con Los Piojos, cuando el grupo de Ciro llegó a la ciudad santafesina para presentar su segunda placa, “Ay Ay Ay”.

Las comparaciones a partir de ese momento no quedaron de lado. “En su momento nos jodió, pero es natural. Igual sabemos la identidad que tenemos”, dice Pablo Pino (voz). Pero a fuerza de canciones, con garra y lírica, los músicos fueron desprendiéndose del rótulo de mera copia. “No somos la típica banda rockera, somos una banda de canciones que busca elementos”, aclara el cantante. En 2001, luego mucho tiempo dando vueltas, y de numerosos años sin editar un disco, Diego Almirón (guitarra) exhortó a sus compañeros a grabar un larga duración. Así llegó “Buenas”, un álbum donde las influencias piojosas (que distan mucho de sus amados Nirvana, Pearl Jam y todo el grunge de Seattle) se adueñaron del material sin llegar a seducirlo, siguiendo la regla de que todo primer disco de una banda está bañado de naturales influjos.

Luego de dos calendarios apareció “Código de barras”, un material con sentimientos contrapuestos. Meses antes de grabar su segundo álbum, en abril de 2003, al regreso de una presentación en Máximo Paz, un accidente automovilístico les jugó una mala pasada: el baterista Pablo Caruso y el escenógrafo Claudio Crispín fallecieron luego de que el auto en el que viajaban perdiera el control. Y así la banda se quedó sin bases. A su vez, ese fue el disco que les abrió las puertas fuera de su Rosario natal.

“Poéticamente hay canciones que están referidas al hecho, el dolor está y va a estar siempre. No es que el dolor esté superado, pero la presión que teníamos era esa. Con ‘Mareas’ (tercera y última placa), el temor era si estábamos por buen camino, si lo que estábamos haciendo era lo correcto, era lo que nosotros sentíamos”, dice el vocalista. “¿Y como lo ven ahora, que ya está en las bateas?”, consulta La Bitácora.

“Bien, las críticas son buenas: lo que estuve leyendo y lo que escuché de la gente es que lo ven más compacto, y que ven a la banda mas afianzada”.

–¿Este trabajo cierra un ciclo?

–Sí, pero quizá se extienda al próximo disco. No damos por hecho que vamos a tocar determinado tipo de música. Con este disco pusimos un sello del estilo que intentamos buscar. Somos una banda cancionera con distintos matices y colores. (Pino).

–¿Y qué lo diferencia de los anteriores?

–El sonido. Lo grabamos en Circo Beat (estudios de Fito Paez) y fue muy lindo porque veníamos de grabar con lo que teníamos a mano y ahora teníamos muchas herramientas. Aparte tenía cocina (risas). No es fácil estar trece días encerrado desde las 10 de la mañana hasta las 12 de la noche grabando. Fue un disco visceral. (Diego Almirón)

–En sus 3 discos se nota una evolución sonora: ¿Qué pasará de ahora en adelante?

–Nos dejamos llevar, para el próximo tenemos ganas de meternos con máquinas, que todavía no hemos trabajado con eso. Y estaría bueno ver qué efecto cumple dentro de la banda. (Pino)

Con el ascenso popular de grupos como La Vela Puerca, hay un grueso importante de personas esperando encontrar en Cielo Razzo una fiesta que parece estar calmada desde el parate de Los Piojos. Y Pino tiene algo que decir: “Nosotros lo tomamos como un camino, es un oficio, quizá hace unos años atrás teníamos ideas de River y esas cosas, pero ahora no. Me gustaría crecer y que la gente escuche nuestra música, que se divierta, que le de ánimo. Pero como estamos ahora estamos bien. Tenemos metas a corto plazo”.

–¿Y la primera es el Teatro?

–Sí, las expectativas se recontracubrieron. Estamos muy contentos. Pero presión no hay, estamos muy contentos de poder hacer tres funciones.

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