El Bordo
“La independencia artística no se negocia”
13 de Noviembre, 2007
“Por favor, les voy a pedir que se limpien los pies antes de entrar, porque el piso está recién instalado”, pide con la mejor onda Botti, manager histórico de El Bordo; y músicos y periodistas pasamos por el felpudo. No hay cintas ni tijeras, pero estamos asistiendo a la reinauguración de la sala de ensayo de Almagro, lugar en el que la banda pasará buena parte de su tiempo con vistas al 24 de noviembre, día de la presentación oficial de Yacanto, su enérgico quinto álbum. Nueva sala, nuevo disco, futuro show: todos síntomas de una banda que sigue construyendo su ascendente carrera con la saludable costumbre de hacer lo que mejor les parece.
-¿Por qué decidieron sacar un disco apenas un año después de “En la vereda de enfrente”?
Ale Kurz, voz y guitarra: Sentíamos que había cosas que ya no nos representaban. Y aunque nos dijeron que podríamos haber seguido laburando el disco anterior, nuestra lógica pasa por lo que sentimos, lo que tenemos ganas de hacer y decir; y un disco sólo te representa por un tiempo.
-¿Por dónde pasaban esas necesidades?
Ale: Quizás en el disco anterior queríamos experimentar más, teníamos más horas en el estudio y jugamos con diferentes ritmos. Entonces nos pasó que muchos temas no los pudimos hacer en vivo porque tenían cuerdas o secuencias. Ahora dejamos de lado aquella experimentación para que suene lo más crudo posible: la pared de violas y la base de bajo y batería al palo.
Miguel Soifer, batería: Suena así también porque las canciones fueron compuestas hace poco. No pensamos demasiado los arreglos, está bien fresco.
-¿Esta reacción es solamente musical o también tiene que ver con el contexto del país?
Miguel: Uno vive en un lugar, convive con un montón de cosas y en algún punto se reflejan en las letras. Pero la búsqueda inicial no iba por ese lado, de hecho el proceso fue bastante encapsulado, primero metidos en la sala, después en el estudio que queda camino a Luján, sin saber demasiado lo que pasaba afuera.
-¿Por qué Yacanto?
Ale: Es una localidad que a nosotros nos significa mucho internamente y cada vez que vamos a Córdoba pasamos por ahí a relajarnos. Es un lugar mágico, contrasta mucho con la locura que vivimos en Buenos Aires, algo que aparece en el disco, esa idea de escaparse a algún lugar y Yacanto puede ser ese lugar que nos imaginamos.
- ¿El video de “El regreso” está filmado ahí?
Ale: Sí. Cuando filmamos el video anterior habíamos hecho playback, y no quedamos muy satisfechos. Entonces llevamos un generador y está tocado en vivo, en el medio de la montaña. Después nos quedamos zapando, por el placer de tocar en un anfiteatro natural.
Ale y Miguel son las voces de una banda no muy amiga de este tipo de actividades. El resto de los músicos (Pablo Spivak, bajo; Diego Kurz, guitarra; y Leo Kohon, armónica) soportan estoicamente y entregan alguna apostilla.
-Los dos últimos discos salieron por Warner. ¿En qué los perjudica y en qué los beneficia haber firmado con una compañía?
Miguel: Nos favorece en la posibilidad de tener un alcance nacional. Después de tantos años llega un momento en que se complica cargar la mochila y subirte al tren. Eso en términos de distribución y difusión. Y los aspectos negativos que pueda tener el contrato con una discográfica nos encargamos de sacarlo antes de la firma.
Ale: Los plazos y lugar de grabación, el arte del disco, dónde y cómo lo presentamos, la publicidad; todo eso sigue siendo decisión nuestra. La independencia artística no se negocia, lo único que hicimos fue un convenio de difusión y distribución. Y eso es lo que nos permitió, por ejemplo, tocar el otro día por primera vez en San Juan.
-¿Por que una compañía acepta firmar un contrato con una banda que les recorta ese tipo de decisiones?
Ale: Porque así le cierran los números. Habrá bandas que acepten otras imposiciones porque tendrán más que perder ellos que la compañía. Como nosotros nunca le llevamos material a ninguna discográfica, nunca estuvimos en esa posición de que decidan si lo nuestro sirve o no.
Miguel: Ellos apuestan a que El Bordo es una banda creíble y auténtica y que nuestros discos pueden perdurar en el tiempo y trascender más allá de un hit o de un momento.
Cuando se habla de la historia de El Bordo hay que pasar por algunos lugares comunes: la secundaria en el Carlos Pellegrini, las volanteadas en todo recital del palo, el crecimiento por fuera del sistema. Lejos de renegar del pasado, eligen marcar distancia: “No nos gustan las etiquetas porque no te dejan crecer, ni te definen enteramente; nosotros somos nuestra música, nuestros recitales, nuestro arte. No importa tanto de dónde salimos, sino a dónde vamos”, sostiene Ale. Y Miguel agrega: “El Pellegrini fue un ámbito que nos unió, como pudo haber sido cualquier otro colegio, o un club. Además hace ya siete años que egresamos”. La posta vuelve a la voz: “Lo que sí está bueno es el tema de incorporar cultura, aprender, y en ese sentido es un orgullo habernos conocido en un ámbito de estudio. Si se va a usar para meternos en un ghetto no va, ahora, si sirve para que la gente estudie, buenísimo”.
-Hicieron las inferiores del rock (Cátulo Castillo, Marquee, Cemento). ¿En qué momento sintieron que podían llegar a primera?
Ale: Puede ser el último Cemento que hicimos, en el 2004, por primera vez nos pasó de mirar a la gente que estaba adelante y no conocerle las caras.
Miguel: También nos empezó a pasar de agotar lugares, tener planeada una fecha y hacer dos o tres; y eso nos dio un fogueo como banda, porque había que armar listas diferentes para tratar de satisfacer a todos.
-También se habló mucho del Obras organizado por fuera del sistema y sin publicidad en medios.
Ale: Tratamos de que el control esté siempre en nosotros y nunca vamos a hacer algo en lo que no nos sintamos cómodos. Pero no hay un único camino a seguir.
Miguel: Cada tanto nos gusta hacer esas movidas sin publicidad, con avisos en la página; hace poco se juntaron de un día para otro 3 mil personas en la Plaza Houssay en un acto de agrupaciones independientes.
Ale: Los medios de comunicación son eso: medios, y uno los utiliza en la medida que los necesita. Pero existe el riesgo que te saquen de contexto o te malinterpreten. Con el contacto directo evitamos posibles inconvenientes. Y por eso tenemos la buena onda con la gente que nos viene a ver y responde cuando ponemos un mensaje en la página o volanteamos en un recital a beneficio.
-¿Qué tiene en especial Cosquín para que accedieran a tocar en un festival?
Ale: Cosquín es alucinante. La gente que está en las carpas curtiendo rock durante cuatro días, las banderas colgadas en la ruta. Es lo más cercano que tenemos a Woodstock. Y tocás frente a esa montaña imponente, no se compara con estar tocando en Libertador mirando el Mc Donalds.
Miguel: Además es uno de los pocos festivales que apuesta a lo artístico, montan una buena infraestructura, cada banda puede ir con su escenografía, no tenés ningún cartel extraño atrás. Y eso no pasa en todos lados.
El sábado 24 de noviembre El Bordo sale a la cancha: la presentación oficial de Yacanto será en la auxiliar de Ferro. Los músicos adelantan algunos aspectos y dejan lugar para la sorpresa: “La idea es hacer una puesta que tenga que ver con Yacanto, bien rockera, con juegos de luces, y un laburo grosso de pantallas”, se entusiasma Ale. Y agrega: “también nos gusta elegir la música que va a sonar antes y después: no queremos que el show sea únicamente la banda arriba del escenario”
-Con un disco nuevo se les debe hacer cada vez más difícil el armado de la lista…
Miguel: Tal cual. El otro día hicimos una lista tentativa, bastante extensa, y nos dimos cuenta que muchos temas van a quedar afuera.
Ale: Tenemos muchas ganas de tocar Yacanto, por lo que decíamos antes, son temas pensados para tocar en vivo.
-¿Tienen algún invitado confirmado?
Ale: No tenemos nada pautado, pero seguramente vendrán amigos al show y capaz alguno se atreve a subir.
- ¿El 17 van al autódromo?
Ale: Sí, a full
- ¿Arriba o abajo del escenario?
Ale: Nooo, abajo, como siempre, desde la primera vez en Atlanta. Y vamos a aprovechar para volantear y empapelar los alrededores, como en aquellos tiempos.