Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Las Pelotas

“La gente tiene un poder y lo tendría que saber”

Cronista: Gentileza prensa | Fotos: Beto Landoni

14 de Agosto, 2007

“La gente tiene un poder y lo tendría que saber”

Las Pelotas enfrentan un doble desafío: un disco de ruptura y el show más grande de su carrera. Germán Daffunchio es consciente de eso, pero no por eso pierde la cabeza. Con la paciencia que caracteriza a la banda, esa que la hizo crecer sin prisa, y sin pausa, el cerebro detrás de Basta se subió a El Bondi para un largo recorrido.

“¿Cómo quieren empezar? ¿A qué le dice Basta Las Pelotas, por ejemplo?” Así empieza Germán la nota, jugando con la pregunta obligada y la que seguramente le efectuaron durante toda la rueda de prensa. El gesto, propio de la ironía del Pelado, no deja de ser alentador: está de buen humor y tiene ganas de conversar. Aceptamos su invitación, pero redoblamos la apuesta.

- ¿A qué se le dice Basta, entonces? ¿A los periodistas?
A todo ¿Quién no está podrido? No estás podrido de sentirte un esclavo, de que te rompan el orto, de ver tanta impunidad, de la falta de justicia, de cagarte de hambre.
- ¿Qué se hace en esos casos?
Hay que bancársela, pero darse cuenta de que todo cambio empieza con uno ¿Dónde están las cacerolas? ¿Quién se acuerda de las cacerolas? La gente tiene un poder y lo tendría que saber.
- ¿No pensás que de Kirchner para acá hay una onda en el rock de no decir Basta? Las bandas que antes protestaban, ahora parecen estar ablandadas…
Para mí, no es Kirchner, es todo lo mismo. Pino Solanas lo pinta en “Memoria del Saqueo”, la “mafiocracia” lo llama. Y es absolutamente así; el poder se maneja en una dimensión: las cinco claves mafiosas y la gilada. La esclavitud dejó de existir porque descubrieron que era mejor darle guita a un esclavo, que la va a gastar en lo que vos hacés, que mantenerlo. Pero es lo mismo.
- ¿Cómo influye todo eso a la hora de hacer un disco?
Ese es el problema: creer que los grupos de rock somos la bandera de la revolución. Nosotros no somos tan pretenciosos. Hicimos un disco del cual estamos muy felices en el que decimos las cosas que siempre dijimos, siempre vamos para el mismo lado. No pretendemos nada más, pero está bueno poder cantarlo, si no, te quema adentro.

Basta trae un sonido de ruptura, más acústico, y la voz de Sokol no tan presente. Mucho se habló de esto y se lo preguntamos a Germán. Y el truco de repregunta irónica, una estrategia recurrente, aparece por primera vez en escena.

- Desde lo musical hay un quiebre entre los anteriores discos y este.
¿Vos decís?
- Hay más canción….
¿Qué es una canción?
- Hay más acústica, tiene un sonido diferente. ¿Por qué?
Por el laburo que hicimos. Para este disco agarramos todo lo que veníamos haciendo todos estos años, las experiencias y nos planteamos un objetivo: llegar al estudio con todo absolutamente sabido, y lo que registráramos sea la emoción.
- ¿Eso no pasaba en los otros discos?
El proceso era distinto, al tener el estudio en Córdoba cada tema duraba dos años. Hicimos muchos discos allá, ahora buscamos un trabajo previo. Antes en nuestro caso era peor, porque entrabas a componer, producir y grabar simultáneamente.
-¿Cómo seleccionaron los temas? ¿Votaron?
Sí, democracia. Pero fue un quilombo. Hay gente que conoce los temas que dejamos afuera y nos sigue puteando. Siempre soñamos con que nos sobren temas y que todos nos gusten. Pero al momento de seleccionar nos dimos cuenta de que no había sido una buena idea. Lo que más buscamos fue alcanzar un concepto, que tiene que ver con Basta. Había cosas distintas, reggaes, temas muy heavy, pero buscamos tener un cierto halo de esperanza, aunque no parezca.
- Desde el título, “Esperando el milagro” expresaba una actitud pasiva y cierto conformismo; en “Basta” hay acción y  hastío.
“Esperando…” es un título irónico, es la actitud te diría del inconsciente colectivo argentino, esta historia de que va a venir un Perón de vuelta y nos va a salvar a todos. Por eso Basta sale de cada uno, de la falta de cultura, de lo que uno está permitiendo. Vos permitís que el policía te trate mal o que otro hijo de puta te gaste en la cara. Y esto es porque nos hicieron así: un país de corderos. Es la clave de la dominación.

La relación con Sokol, el recuerdo de Luca, la travesura del último Quilmes Rock. La entrevista se acerca al terreno pantanoso de los nombres propios.

-Desde afuera, tu relación con Sokol parece de hermanos; a veces compinches, a veces tirante...
Con Ale hemos hecho los mayores escándalos y las mayores muestras de hermandad. Somos así, nos conocemos desde chicos. Venía a casa, yo tocaba la viola y él con un palo de escoba hacía de Freddy Mercury. Siempre nos hemos dicho todo, nunca nos careteamos nada.
- Alejandro sale a tocar por su cuenta. ¿Vos nunca te lo planteaste?
Si supieras las cosas que hace Alejandro… A mí nunca me pintó, lo que no quiere decir que lo haga algún día. Lo que pasa es que Ale puede hacer eso porque yo me estoy encargando de todo lo otro… (risas)
-¿El hecho de conocer a Luca te sirvió para tener estas actitudes que hablábamos antes, de no caretearla ni creértela?
Si no hubiese conocido a Luca no hubiese sido músico. Cuando empezamos a tocar estábamos requetelocos; no teníamos ni idea de lo que era el “rock nacional”, tocábamos en el Einstein y venían los músicos a pedirnos hacer solos, y después nos preguntaban si estaba bueno y no lo podíamos creer, pero porque estábamos locos, no les prestábamos atención. Después un día encontramos que estaba Fito Páez, venían el Flaco Spinetta, Charly, todos. Por eso nunca fuimos un éxito comercial.  
- ¿Te jode que se lo haya mitificado tanto a Luca?
Nos cagábamos de risa con Timmy (McKern, manager de Sumo y nexo en la relación de Germán con Luca). En una época vimos una serie de remeras que decían “yo fui amigo de Luca”; pero lo importante es lo que se lleva adentro, lo que uno vivió. Si el tipo necesita mentir, es problema de él. La parte que va más allá del artista mismo, el boca a boca, todo eso es incontrolable.
- ¿Qué te quedó después de tocar con tus viejos compañeros en el Quilmes?
Me cagué de risa. Tocamos poco porque había un reglamento municipal que no te podías pasar de cierta hora porque se pudría todo. Yo la pase bárbaro.
- Se los veía con ganas de tocar...
Sí, era lo único en lo que nos habíamos puesto de acuerdo, fue netamente Sumo, de salir en un estadio lleno de gente sin preparar nada.
-¿Dan ganas de hacerlo de nuevo o quedó ahí?
¿Vos decís por lo de Soda Stereo?
-Se cumplen 20 de la muerte de Luca,  está la película….
No hemos hablado, de hecho tardamos veinte años en juntarnos. Lo que pasa es que hay una cuestión fundamental: Luca está muerto. Lo que podemos hacer es revivir la música y que cantemos todos.
- ¿Y todo el público que los va a ver, la generación que no pudo ver a Sumo?
Esa es la otra parte casualmente, la gran discusión actual, porque Sumo no existe más y Luca está muerto. Pero hay una parte, como decís, que quiere escuchar esos temas, vernos juntos, qué se yo...

Luego de pelearla por años, llegó el turno de Las Pelotas. El mimo de la crítica, un público fiel y cada vez más amplio, los pros y contras de la masividad. ¿El lado B de la clave del éxito? “Una cosa es que vos pretendas que tu música llegue a la mayor cantidad de gente y otra cosa es que eleves tu ego porque saliste en la tele. Hay una parte de toda esta cosa mediática que es muy desagradable; lo que llaman “éxito” es un sorete”, afirma Daffunchio. Y continúa: “Por ahí tenés que aceptar algunas cosas, pero seguís diciendo las cosas que querés decir. Pero no por vanidad, por vanidad es difícil llevar una banda, siempre se pelean…. salvo Soda Stereo.”

- A diferencia de otras bandas que llegan a la masividad, ustedes tocan seguido.
Cada vez que podemos tocamos, está buenísmo. Cada uno maneja la historia como quiere, se cree lo que quiere, siendo artista y teniendo éxito podés imaginarte cualquier cosa. Yo creo que la vida se trata de vivirla lo mejor posible y de ser feliz la mayor cantidad de veces posibles; cuando esto es un camino cuesta arriba. Y más haciendo música en Argentina.
-¿Sos consciente de la pasión y el cariño que despierta la banda en el público?
Sí, claro. Nosotros siempre tuvimos en claro un concepto, y es que el público se hace tocando; ése es el verdadero público. Hay gente que hace 15 años que nos viene a ver, nosotros somos instrumento de su propia pasión, es como un círculo. Somos conscientes, y eso te hace dar todo lo que podés. Eso es lo mágico del arte, generar.
-Después de subir peldaño por peldaño, les llegó la hora de salir a la cancha; algo que parece más inevitable que planeado…
Se dio un proceso natural, de crecimiento; nunca pretendimos eso de tocar en estadios, pero está bueno juntar la mayor cantidad de gente en un solo lugar; es como un desafió nuevo, pero no va a cambiar demasiado de lo que hicimos. Lo que sí hay es una escenografía, una puesta, un disco que presentar”, sostiene Germán.
-¿Hay algún criterio para armar la lista de temas?
Normalmente la hice yo, desde hace años, aunque últimamente la hago con Gabriela. Son selecciones anímicas, tratás de recrearte, variar los temas. Hay artistas que vos sabés que empiezan con uno, siguen con otro, después dicen esto y te morís de embole. Y debe ser lo peor, sentirte un hipócrita. Es mejor sentirse un idiota.
-¿Qué va a haber en Ferro, más de presentación de Basta o más de repaso de la carrera?
La presentación va a estar, pero va haber montones de otras cosas. Hoy estuvimos probando y nos cuesta decidir. Pero va a estar bueno, una fiesta, la fiesta pelotera, que nadie sabe exactamente de qué se trata, pero es pura emoción.

TXT: Sebastian Barrera y Pablo Andisco

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