Descarriado
Descarriado
Cronista: Gentileza: Bruno Lazzaro
26 de Octubre, 2005
Descarriado comienza con “Perra maldita” y termina con el tema que da nombre al disco. En el medio, sin desmerecer la obra de un autor en crecimiento, pasan historias similares: canciones a veces divertidas, a veces profundas, vestidas de rima fá
Desde el altoparlante anuncian que el artista estelar de la noche no va a llegar. Andrés Calamaro tenía algo mejor para hacer y decidió cancelar a último momento su show en una fiesta, al mejor estilo hotel Faena de Puerto Madero. ¿El organizador se pone nervioso? No. ¿No lo hace por qué el ambiente está contaminado de crack? No, bueno quizá sí, pero no es por eso que no se intranquiliza.
Andy Chango, Ariel Rot, Coty Sorokin, Juan Absatz, el nuevo Toti Iglesias de los Pordioseros y hasta el Diegote (que siempre cae en todas) se hicieron presentes para ir a escuchar a uno de sus máximos ídolos, el padre no reconocido de cada uno de sus temas (ojo que Ariel Rot igual tiene una chapa importante).
Entonces, ¿por qué carajo se va a preocupar el productor? Tiene la joda solucionada. Pero hay un pequeño dilema: ¿a cuál de todos éstos símiles de Calamaro llamar? Coty Sorokín se gana el premio por lejos, pero rehúsa subirse a un show donde hay tan pocas famosas chic.
Chango sube segundo, pero se queda discutiendo con Lucho Avillés sobre la cocucha, por lo que hay que pensar en un tercero. Sí, Juan Absatz, el más desconocido de todos, es el indicado. El violero, un ex Superchango, saca del perchero el traje que no fue usado por Andrés y arremete con un show sin igual, bueno, casi.
Descarriado comienza con “Perra maldita” y termina con el tema que da nombre al disco. En el medio, sin desmerecer la obra de un autor en crecimiento, pasan historias similares: canciones a veces divertidas, a veces profundas, vestidas de rima fácil pero no por eso sin sentido. Un disco donde el resentimiento encerado con alguna risotada y melodías agradables de rock, pop se vuelve música y no para pastillas.
Temas cien por ciento delirantes como Bloody Mary, donde frases como “las piernas de Andrea, los ojos de Mabel, el carácter de Carina y los labios de Inés” se hilan en una canción donde el músico las mezcla en una licuadora formando un trago bien exquisito. Otros más introspectivos como “Soy la mitad” y otros desprejuiciados como “Sexo entre vecinos” completan un material que desanda un camino radial, pero con restricciones.
Un disco que apenas excede la media hora, que puede funcionar perfectamente para escuchar un sábado a la espera de la salida. Una placa con olor a cuarto de hotel usado. Mujeres, cuernos, desengaños, reencuentros, mujeres y más mujeres. Un auténtico burlador, en sus dos sentidos.
Andy Chango, Ariel Rot, Coty Sorokin, Juan Absatz, el nuevo Toti Iglesias de los Pordioseros y hasta el Diegote (que siempre cae en todas) se hicieron presentes para ir a escuchar a uno de sus máximos ídolos, el padre no reconocido de cada uno de sus temas (ojo que Ariel Rot igual tiene una chapa importante).
Entonces, ¿por qué carajo se va a preocupar el productor? Tiene la joda solucionada. Pero hay un pequeño dilema: ¿a cuál de todos éstos símiles de Calamaro llamar? Coty Sorokín se gana el premio por lejos, pero rehúsa subirse a un show donde hay tan pocas famosas chic.
Chango sube segundo, pero se queda discutiendo con Lucho Avillés sobre la cocucha, por lo que hay que pensar en un tercero. Sí, Juan Absatz, el más desconocido de todos, es el indicado. El violero, un ex Superchango, saca del perchero el traje que no fue usado por Andrés y arremete con un show sin igual, bueno, casi.
Descarriado comienza con “Perra maldita” y termina con el tema que da nombre al disco. En el medio, sin desmerecer la obra de un autor en crecimiento, pasan historias similares: canciones a veces divertidas, a veces profundas, vestidas de rima fácil pero no por eso sin sentido. Un disco donde el resentimiento encerado con alguna risotada y melodías agradables de rock, pop se vuelve música y no para pastillas.
Temas cien por ciento delirantes como Bloody Mary, donde frases como “las piernas de Andrea, los ojos de Mabel, el carácter de Carina y los labios de Inés” se hilan en una canción donde el músico las mezcla en una licuadora formando un trago bien exquisito. Otros más introspectivos como “Soy la mitad” y otros desprejuiciados como “Sexo entre vecinos” completan un material que desanda un camino radial, pero con restricciones.
Un disco que apenas excede la media hora, que puede funcionar perfectamente para escuchar un sábado a la espera de la salida. Una placa con olor a cuarto de hotel usado. Mujeres, cuernos, desengaños, reencuentros, mujeres y más mujeres. Un auténtico burlador, en sus dos sentidos.
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