Cielo Razzo
Marea
Cronista: Gentileza: Bruno Lazzaro
31 de Octubre, 2005
Dicen que las bandas encuentran en el tercer disco ese álbum que los define, ese punto de partida en el cual se despegan de sus influencias más posesivas y logran una cierta identidad que los concreta.
Dicen que las bandas encuentran en el tercer disco ese álbum que los define, ese punto de partida en el cual se despegan de sus influencias más posesivas y logran una cierta identidad que los concreta.
Puede decirse que a Cielo Razzo esto le pasó, pero puede expresarse, también, que esto no se llevó a cabo. Hay varias razones para demostrar que el conjunto todavía desanda el camino musical que Los Piojos iniciaron hace casi 20 años.
Apegados a ese clásico estilo rioplatense, a cargo de alguna tumbadora y guitarras de riffs sencillos, Cielo Razzo puede verse como una banda más dentro de esta movida. Pero también son muchas las demostraciones que el conjunto hace para alejarse del mote de clon.
Los rosarinos alcanzan en “Marea” un disco de ida y vuelta, una clara confirmación que, quizá, en este disco no consiguieron desmamarse, pero que tienen todos los condimentos y condiciones como para alcanzarlo, tal vez, en la próxima placa. El aporte del teclado es un dato fundamental para la banda, es más, es la prueba primordial para que este disco sea catalogado de manera distinta que a los demás. Temas como la encantadora “Esa brisa”, “Sola” que se asemeja al “Gimme Shelter” de los Rolling Stones y el reggae “Buscando más” confirman un poco aquella afirmación. Si la banda mantiene esa línea llegará a una cima que probablemente carezca de comparaciones.
Es destacable el nivel musical de los integrantes de la banda, grandes instrumentistas que recorren sus elementos de trabajo de lado a lado, tratando de encontrar el mejor gusto. Todo esto sin dejar de la lado la voz de Pablo Pino que, en momentos, es llevada hasta tonalidades a las que el cantante no está ni cerca de llegar, pero quedan perfectamente encajadas, y es de recalcar la forma en la que esfuerza su voz primando la garra por encima de la afinación.
“Marea” es un disco para tener en todas las pirámides disqueras de aquellos que son fanáticos del rock. Un álbum completo que no desentona con sus placas anteriores y que, de a poco, parece ir abriéndose paso a través de las comparaciones. Un disco lleno de imágenes, fresco y crudo. Una placa picada y calma como la marea.
Puede decirse que a Cielo Razzo esto le pasó, pero puede expresarse, también, que esto no se llevó a cabo. Hay varias razones para demostrar que el conjunto todavía desanda el camino musical que Los Piojos iniciaron hace casi 20 años.
Apegados a ese clásico estilo rioplatense, a cargo de alguna tumbadora y guitarras de riffs sencillos, Cielo Razzo puede verse como una banda más dentro de esta movida. Pero también son muchas las demostraciones que el conjunto hace para alejarse del mote de clon.
Los rosarinos alcanzan en “Marea” un disco de ida y vuelta, una clara confirmación que, quizá, en este disco no consiguieron desmamarse, pero que tienen todos los condimentos y condiciones como para alcanzarlo, tal vez, en la próxima placa. El aporte del teclado es un dato fundamental para la banda, es más, es la prueba primordial para que este disco sea catalogado de manera distinta que a los demás. Temas como la encantadora “Esa brisa”, “Sola” que se asemeja al “Gimme Shelter” de los Rolling Stones y el reggae “Buscando más” confirman un poco aquella afirmación. Si la banda mantiene esa línea llegará a una cima que probablemente carezca de comparaciones.
Es destacable el nivel musical de los integrantes de la banda, grandes instrumentistas que recorren sus elementos de trabajo de lado a lado, tratando de encontrar el mejor gusto. Todo esto sin dejar de la lado la voz de Pablo Pino que, en momentos, es llevada hasta tonalidades a las que el cantante no está ni cerca de llegar, pero quedan perfectamente encajadas, y es de recalcar la forma en la que esfuerza su voz primando la garra por encima de la afinación.
“Marea” es un disco para tener en todas las pirámides disqueras de aquellos que son fanáticos del rock. Un álbum completo que no desentona con sus placas anteriores y que, de a poco, parece ir abriéndose paso a través de las comparaciones. Un disco lleno de imágenes, fresco y crudo. Una placa picada y calma como la marea.
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