Mariano Gilmore & Belle
Colönia
Cronista: Pablo Andisco
Dividido en cuatro partes, el tema “Colönia” sirve como núcleo del primer acto, donde el narrador presenta su casa y con su pregón invita a todos los que quieran formar parte de ese mundo; un mundo de praderas elíseas, prístinas lagunas y donde una sonrisa vale un millón de monedas.
El segundo acto de la Colönia se transita una historia de amor porteña y con imágenes visuales bien reconocibles. El sonido más rockero se apodera de las canciones y Los Beatles y el rock nacional más clásico confluyen en melodías luminosas y tarareables, como “1986-1953” y “Flores y ventanas”, apenas cortada por cierto barroquismo en “Elefantes” y tiñéndose de épica low en “El día después de la revolución”, inmejorable cierre del álbum.
13 de Septiembre, 2013
La otra cara del dúo indie Mariano Gilmore & Belle.
Si Una catarata de caramelos, su primer disco del 2009, se caracterizaba por su packaging ambicioso y fetichista y una orquestación más bien sencilla, Colönia se muestra como su opuesto. Una ópera rock en dos actos, que bien podrían ser dos mundos, o dos maneras de ver el mismo, en una presentación sencilla, en blanco, negro y pocas palabras.
Dividido en cuatro partes, el tema “Colönia” sirve como núcleo del primer acto, donde el narrador presenta su casa y con su pregón invita a todos los que quieran formar parte de ese mundo; un mundo de praderas elíseas, prístinas lagunas y donde una sonrisa vale un millón de monedas.
El segundo acto de la Colönia se transita una historia de amor porteña y con imágenes visuales bien reconocibles. El sonido más rockero se apodera de las canciones y Los Beatles y el rock nacional más clásico confluyen en melodías luminosas y tarareables, como “1986-1953” y “Flores y ventanas”, apenas cortada por cierto barroquismo en “Elefantes” y tiñéndose de épica low en “El día después de la revolución”, inmejorable cierre del álbum.
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