Miguel Botafogo
Don Vilanova
Cronista: Gentileza: Gaby Salomone
08 de Agosto, 2005
En su última placa Botafogo saca un as bajo la manga y ofrece un desfile de géneros que si bien, no marcan un antes y un después de su carrera, dejan en claro todo el peso de su trayectoria.
Para disfrutar, no para sorprenderse. En su última placa Botafogo saca un as bajo la manga y ofrece un desfile de géneros que si bien, no marcan un antes y un después de su carrera, dejan en claro todo el peso de su trayectoria. En contraposición con el material que conforma la caja del disco, Miguel Botafogo presenta un trabajo menos “acartonado” a los fundamentalismos del blues. Rescrebaja, como en su arte de tapa, los clishés del género para recorrer otras propuestas que lindan con otros estilos.
En “Don Vilanova” (cómo le decían a su padre), no hay sólo un Botafogo más familiar (teniendo en cuenta la participación de su hijo en la producción artística y su esposa Dafne como manager) sino uno más relajado que permite privarse del intento por marcar un antes y un después en su carrera. Pero si, aprovecha su reconocido talento para correrse a un costado de la música negra y salir airoso en el intento.
Parece un disco con el que quiso darse el gusto, por ejemplo, de ponerle música a un poema de Galeano como es en “Los nadies”, de transitar la balada, como en “A Contraluz del Alba” o de incursionar como con Moby Dick (Led Zeppelín) . De todos modos, lejos está de renegar de sus raíces musicales y eso se nota en los covers de “Can’t stand the Pain” (Robert Jr. Lockwood) y “You don´t love” (Willy Cobb). Tal vez un punto de partida para otra forma de acercarse al blues.
En “Don Vilanova” (cómo le decían a su padre), no hay sólo un Botafogo más familiar (teniendo en cuenta la participación de su hijo en la producción artística y su esposa Dafne como manager) sino uno más relajado que permite privarse del intento por marcar un antes y un después en su carrera. Pero si, aprovecha su reconocido talento para correrse a un costado de la música negra y salir airoso en el intento.
Parece un disco con el que quiso darse el gusto, por ejemplo, de ponerle música a un poema de Galeano como es en “Los nadies”, de transitar la balada, como en “A Contraluz del Alba” o de incursionar como con Moby Dick (Led Zeppelín) . De todos modos, lejos está de renegar de sus raíces musicales y eso se nota en los covers de “Can’t stand the Pain” (Robert Jr. Lockwood) y “You don´t love” (Willy Cobb). Tal vez un punto de partida para otra forma de acercarse al blues.
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