Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Los Tipitos

El club de los martes

Cronista: Sergio Visciglia

12 de Julio, 2010

El club de los martes

Duodécimo disco de la banda marplatense, donde las canciones de pop rock vuelven a ser las protagonistas.

“El club de los martes” parecía ser en su momento una especie de refugio del éxito, cuando Los Tipitos se guarnecían entre semana en un bar para hacer lo que les antoje más allá de “Brujería” o “Silencio”, obligaciones y hits del momento que tenían que sonar en los shows oficiales. Años más tarde, la consigna se hizo disco, pero tan sólo desde el nombre, ya que la propuesta que emerge a lo largo de las trece canciones, continúa la búsqueda de la canción contagiosa, incluso tal vez más insistentemente, como queriendo encajar en aquella fórmula que los catapultó a las radios comerciales.

Todo comienza con “Laberinto”, tema que sintetiza ese pop que cada vez se vuelve más fuerte y predominante en la banda, y entonces es la perfecta perla para ser primer corte de difusión. Así es como “Reírnos del amor” se postula como segundo hit, para celebrar el binario famoso de uno movidito y uno lento. Es una linda canción, típica marca registrada de Tipitos en voz de Walter Piancioli, con estribillo comprador y guitarras y coros que contagian.

Pero la siempre buena idea de ubicar a la canción al frente de todo, puede a veces correr el riesgo de la repetición interna, y es allí donde la escucha parece perderse entre estribillos y melodías que no se individualizan salvo por algunos momentos en los que las dos voces líderes de Piancioli y Raúl Ruffino marcan su presencia personal (algo que de todas formas no sucede todo el tiempo).

“No viene hasta mi” y “Jurame” aparecen en medio de las canciones ya citadas, y justamente pueden ser como un lado B de cada una respectivamente, hasta que llegan dos buenos momentos en el disco, con el punk pop de guitarras modernosas “Pueblo” (con solo del Negro García López), y la corta y preciosa “Una canción”, ambas en la voz de Ruffino, mostrando su gran envoltura en dos temas que son muy distintos entre sí.

El riff de “Hay un lugar” tiene mucho de las viejas brujerías, y vuelve al instante la canción melódica con “La película que vimos”. La introducción misteriosa de “La paz” se convierte en un tono rockero cuasi épico en su estribillo, luego se hace pop hasta un nuevo estribillo, y un lindo piano termina de redondear la mejor pieza del disco y probablemente de lo mejor de la discografía de la banda.

Hay más de la fórmula cancionera pop con la melódicas “Día de amor” y “No se detiene”, y la bailable “Se te nota”, quedando para el final “Para cambiar”, con teclados bien presentes, como así también la percusión a cargo de Andrea Álvarez. El disco, ya el duodécimo, fue grabado en los Estudios Panda, y la producción artística la llevaron a cabo los ex GIT Alfredo Toth y Pablo Guyot, quienes ya habían comandado las canciones en el álbum Armando Camaleón (2004).

Los Tipitos continúan ofreciendo ese combo cancionero que fue el secreto de su éxito en años anteriores. La pertenencia a las grandes ligas del negocio rockero permite importantes ventajas como la difusión masiva y la participación en sus mega festivales, pero también conlleva a la constante búsqueda de repetir esa fórmula exitosa que en su momento les había dado la oportunidad de ser contratados.

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