Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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El Ombligo

Revés

Cronista: Pablo Andisco

08 de Octubre, 2009

Revés

En su segundo disco, la banda viaja por melodías agradables, influencias del rock de los ’70 y clásicos literarios.

Formados en 1997, El Ombligo recorrió a paso lento pero firme todas las etapas de una banda que la pelea desde abajo. En estos doce años pasaron por cambios de formación, dos EPs y un primer álbum, Inevitabilidad (2006), que sorprendió por su packaging enlatado. Con Revés, editado este año con producción artística de Mauro Ruda y los teclados invitados de Pablo Sbaraglia, dentro de un anclaje retro, vuelven a hacer hincapié en las melodías, los arreglos y algunas citas literarias, todo acompañado por la interesante voz de Diego Pairetti que parece haber tomado un poco de cada uno de los solistas claves de nuestro rock.

Revés trae nueve composiciones propias que manifiestan el abanico de estilos que acompañan a El Ombligo. “Estés donde estés” abre a puro rock, con bases potentes y entrecortadas, mientras que “Sismo” trae un poco de oscuridad, con el sostén fundamental del bajo de Diego Fernández. Con “Bendita” llega una de las mejores canciones, en la que las guitarras de Willy Dela Santina y Martín Fernández dialogan entre riffs repetitivos y latigazos funkys, mientras un aire del último Spinetta sobrevuela la canción.

“Estrella de trapo” muestra el costado más tranquilo de la banda, en una balada breve de guitarras acústicas con suaves dibujos de la eléctrica, un remanso antes del tema más pesado del álbum, “Todo lo que nombres”, en el que la banda exhibe un sonido valvular bien ‘70s, en el que se sienten muy cómodos y al que volverán en “Pasatiempo”.

“Ay” trae una melodía pegadiza, con alardes pop y el mejor solo de viola mientras que “Clavo de olor” recuerda en sus guitarras a Velvet Underground y en algunos yeites de la voz a Spinetta, con referencias al clásico de Ernesto Sábato “El túnel”. El Ombligo cierra un buen trabajo con “Arrullo de manos”, en la que la batería de Martín Palladino machaca un rock garagero, ahora en una letra basada en El Eternauta de Oesterheld, y en el estribillo se repite el canto de Los Manos al morir.

En su segundo trabajo, El Ombligo no se mira a sí mismo y busca un sonido propio entre sus influencias musicales y literarias.

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