Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Nagual

Pacto de sangre

Cronista: Pablo Andisco

06 de Mayo, 2009

Pacto de sangre

El Bondi te adelanta en exclusiva el tercer álbum de la banda de Mataderos.

Nagual abre el juego de su propia historia en un disco sorprendente, en el que la evolución no sólo es individual y la banda se abre a nuevas experiencias. Sacando provecho de sus virtudes y asimilando sus defectos, el grupo entrega un disco por momentos reflexivo, por otros urgente, pero que lleva el ADN de Nagual. Y en el rock nacional actual, tener una marca registrada de sonido y estilo se transformó en un elogio más que interesante. 

Al poner play, la banda seduce con un comienzo acústico, con el bombo legüero de “Gracias Gauchito Gil”, una bella chacarera que enmarca una historia en primera persona dedicada al santo popular. Después arranca el Nagual más clásico en “Rito Salvaje”, con algunas de las características de la banda: la batería galopante de Andrés Sualdo la voz de Ciriaco Viera urgente y Facundo Terry explotando su viola hacia el final. “Felicidad” compendia en cierto modo estas facetas, en un rockito en el que las guitarras merecen toda la atención: la acústica acompaña y la eléctrica dibuja la melodía en una canción con aires peloteros.

En “Vengan”, Nagual se pone denso, con las violas cargadas, una letra chaplinesca al estilo Tiempos Modernos y una invitación a vivir al costado de ese mundo. “Juan Lacaze” es un homenaje al Uruguay, no sólo por mencionar la localidad vecina en plan iniciático, sino desde el ritmo candombeado y el cierre con cuerda de tambores, dándole a la percusión de Julio Alves un lugar cada vez más importante. “Voluntad” plantea un juego de semejanzas y diferencias clasista, en un rock cadencioso y entrador. “Gualichu” retoma el espíritu de temas anteriores como “Jaimito” y “Morir de a poco”, con guitarras chispeantes y Ciriaco en una gran performance vocal.

“Bellavista” trae otro remanso, con el espíritu folk del primer Gieco y percusión piojosa. El bajo de Fachu Zabia comanda “Satán”, donde vuelven a jugar al límite del hard rock, y otra muestra de la pluma de Ciriaco para contar esas historias suburbanas y verosímiles. “Mejor es” es, valga el juego de palabras, de lo mejor del álbum: un clima ameno comanda las estrofas hasta pasar por un puente denso y ricotero y terminar en un cándido solo de guitarra, todo con una letra sobre lo importante de enfrentar las situaciones por más dificultosas que parezcan.

Hacia el final, Nagual presenta una trilogía de personajes. “El Gaucho” rockea en un estribillo con vientos y las guitarras bien podridas. “El primo” se inviste de alma rutera para contar una historia de alcohol y violencia, y terminar en un glorioso bebop made in Mataderos. “De Claudio” trae una historia netamente política, con pared de guitarrsa, espíritu dark y coro de estadios, hasta que la viola clava los frenos. Es que el álbum finaliza como comienza, coqueteando con el folklore en “El mejor final”, una baguala que muta en valsecito eléctrico y oscuro, con punteo misterioso y Ciriaco demostrando una vez más sus progresos en una interpretación de ocho minutos casi ininterrumpidos. 

En un justo equilibrio entre las virtudes de su pasado y la apertura a nuevos horizontes, Nagual entrega otro disco superador y aguarda con las mejores expectativas el que debería ser su año.

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