Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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El Vagón

Un salto al vacío

Cronista: Pablo Andisco

11 de Mayo, 2009

Un salto al vacío

En su quinto trabajo, la banda retoma sus raíces bluseras y entrega un álbum lleno de matices.

Luego de la muy buena experiencia en vivo y acústica de Artesano (2007), el grupo de Pavón Arriba, ahí nomás de Rosario, vuelve a encarrilar su sonido hacia sus tres primeros discos, y también se anima a experimentar sonidos y armonías para sus canciones. Arraigados en el blues, siguen la genealogía por el boogie, el rhythm and blues, el rock and roll clásico y el hard rock, siempre comandados por la guitarra y la voz de Julián Miretto, compositor de todo el material.

El comienzo del álbum es rutero, con el riff insistente de “Tan cerca del final” y “La rueda”, un rock and roll pesadito que reflexiona sobre los trabajadores y el sistema. Después el sonido se aquieta un poco y llegan “La cruz”, una bella melodía con guitarras acústicas y “La cola en las nubes”, que con su letra de espíritus errantes y la voz invitada de Ike Parodi, de sus amigos rosarinos de Vudú, recuerda los temas bluseados de Pedro y Pablo. “Ángel nocturno” aporta bases densas, ideales para contar una historia que transcurre donde “los hombres pagan por sueños que ellas vuelven realidad”.

“Por detrás” viene dividida en dos partes. La primera es misteriosa y, por qué no, psicodélica. Pegada, casi imperceptiblemente, llega la segunda, y es de lo mejor de la placa: un rock que se va endureciendo acompañando el juego de seducción que pinta la letra hasta llegar al estribillo que pide la canción, coronado por un solo de guitarra también a medida. El arpegio hendrixiano de “El salto” inicia una balada que se hace cada vez más sureña y en “Tocando fondo” aparecen las influencias de Zeppelin y con la armónica bien al frente acompañan otra historia de noche y soledad, que tan bien pinta el arte del booklet.  Este pasaje se completa con “La máquina”, en letra y música, un rock and roll de manual.

El quiebre llega con “A la orilla del olvido” una belleza casi folk, con una lírica filosófica y reflexiva que se aleja de tanta urbanidad, y la guitarra jugando con los efectos. “Fría terminal” es una balada blusera, con la terminal como testigo de una historia de amor que no fue, acaso, por “el rock and roll en medio de los dos”. “No hay error” es un rock de bases fuertes, con un buen solo de viola final, que funciona como puente para el último tema. Ahí aparece “Loco malo”, un blues ideal para que el Vasco Bariain de los Chevy Rockets ponga su voz y toda su garra, y cuyo cierre con clima de zapada refuerza la íntima relación entre las bandas.

Con una producción independiente y las dificultades que puede suponer no tener base en Buenos Aires, El Vagón da Un salto al vacío y se sostiene en la seguridad que le dan sus canciones, algo mucho más sólido que un ocasional hit radial o un vecino poderoso.

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