Telepod
Mil divanes
08 de Febrero, 2009
De la Cabeza.
Telepod edita su segundo álbum, una obra conceptual en la que el paciente y narrador arranca abajo con la cabeza quemada y termina arriba, con la cabeza un poco más acomodada. La banda liderada por Dobleve (alter ego del Chino Laborde, cantante de la tanguera Orquesta Típica Fernández Fierro) consigue en Mil divanes un gran trabajo.
El disco arranca con la llegada del paciente al consultorio del psiquiatra. “Hola Dr.” sirve como primer eslabón en la idea de obra conceptual y muestra a un ser paranoico y esquizofrénico que tose y ríe, en una consulta con el especialista. Los aires árabes de “Gente suelta (no me quiero equivocar)” traen el sonido de la guitarra aguda y fatal de Mauro Ruda que puntea sobre la letra todo el tiempo. Tiene destino de hit, sobre todo por esa cosa popular de la gente suelta que busca un lugar, que se quiere jugar por amor. El ambiente de “La oscuridad (a plena luz del día)” es, claro, oscuro. “En tu oscuridad te juro, veo a un ser seguro y feliz”, canta Dobleve y refuerza la idea de que estamos escuchando el álbum sentados en el diván del Doc.
La reinvindicación del rock nacional de los 80 se hace carne en “Huellas en el mar (plateado sobre plateado)”, cover del tema de Charly García incluido en “Clics Modernos”. En esta versión, Telepod hace hincapié en el beat de la batería de Diego Levit y en el juego de voces. La letra, tan actual a pesar de los cambios de década y siglo, hace el resto. Sigue “Saiko loco”, casi una oda a la consulta con el “psico”. Dobleve tira: “Tratáte y entendé no digas que no te avisé, no digas que no”. Pero la rareza de Mil divanes es “Ando solo”, una canción que fue tocada una sola vez en un pub y que fue grabada en vivo, e incluida aquí. Las personas que se van, la paranoia y la soledad, son los mismos protagonistas de “Huellas…” y de esta intimista pieza musical, ejecutada únicamente por una guitarra y la voz de Dobleve.
“Cosa de antes (no me torture más)” corre a pura secuencia y ritmo alternativo. Buen trabajo del bajo de Marcelo Casañas y una historia triste y enigmática de fondo, con entierros y desentierros de causas viejas y que sobre el final suena a exorcismo. El comienzo de “Preguntar por responder (hoy vuelvo a casa)” parece de marcha fúnebre pero en realidad trae esperanza. Los temores del paciente están en las primeras palabras de la letra y la música se colorea segundo a segundo y se va iluminando hasta repetir una y otra vez que se vuelve a casa y que eso es felicidad plena. “Sigamos así” es la banda de sonido de la fiesta de bienvenida al hogar. Una party ochentosa en la que se grita bien fuerte que el paciente ya está mejor y que todo el vecindario se debe enterar de que es así. Tras un minuto de silencio llega el saludo al Dr., al que Telepod termina paranoiqueando, y eso es un síntoma de buena salud mental.
Mil divanes es un viaje sonoro por la psiquis de Telepod, que llega a buen término gracias al poder hipnótico de sus canciones.
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