Bambu
Bambu
11 de Diciembre, 2007
En su segundo material, la banda de Villa Ballester deja en claro que la música no necesita rótulos.
Hay pocas bandas capaces de provocar diferentes estados emocionales en un conjunto de canciones. Y todavía menos las que un solo tema pueden combinar diversas emociones sin caer en un mejunge desabrido. Pero para suerte de los amantes de la ciclotimia musical hay algunas bandas que todavía apuestan por lo que hoy no prima en el mercado y se la juegan con sus sentimientos a flor de piel. Sin importar que para ello tengan que recurrir a diferentes estados de ánimo reflejados en estilos musicales.
Desde Villa Ballester, Bambu se encarga de pregonar, en su disco homónimo (sucesor de “El botón mágico para la felicidad), un conjunto de canciones sensoriales que se mueven como un shuffle sin control. Con el ska y el rock como bandera de un barco lleno de cofres sorpresa, Bambu llega a diferentes costas en donde priorizan lo experimental sobre lo funcional. Así, en 12 exquisitos temas la banda logra imprimirle al rock una cuota vibrante, sorpresiva y, por momentos, espiritual.
El punteo hindú con la base rockabilly de “Vení” marca tarjeta. Pero hace part time y es devorada por un estribillo caskanuez con final progresivo en el que la banda demuestra parte de su negatividad: “Vení te invito al fin del mundo, lleva una manta para taparte y no ver”.
La base de Diego (bajo) y Damián (batería) marca un ritmo tan enfermizo como transparente en “Entre la tormenta”, sobre todo en la voz de Matías: “Traigo rayos desde el sol entre los dedos. Es que el tiempo se expande para encontrarnos este día”. “Romper el vidrio”, abre aún más las puertas de la percepción hasta dar con un canción experimental donde se luce el sitar y se percibe en las bases parte de las influencias de la banda: Red Hot Chili Peppers.
“Otro día para estar acá, los autos y las mañanas se repiten otra vez. Todos somos un secreto fabricado por el miedo a mirarnos y entender”, dice Matías, algo apesadumbrado, en la dulce y asfixiante “El secreto”. En “La ranita” llega la electrónica y se luce la lírica de la banda en un tema que parece hablar del mundo fabricado en el que viven las chicas de ronda nocturna y extasis. La psicodelia se luce en “Los lanzallamas”.
Las letras no son un tema aparte. La calidad en la pluma de Bambu queda clara en “Estática”: “Me hiciste ver desde adentro el invierno, que de mis ojos se calleron las mentas. Ya fui tres veces seguidas a soñarte para buscar ese remedio. La verdad la tenías guardada en la caja musical, yo trataba de resguardarme para entender tu silencio”. “La felicidad del cuchillo” explota la furia autodestructiva en clave rock para terminar con “Todo lo que tengo”, donde dejan en claro lo que ofrecen: “Es casi mágico e irrepetible. Es deslumbrante y también un diamante”.
Bambu llegó y ojalá que se estanque en el tiempo. La música lo necesita.
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