Infinito Paraiso
Humeda
25 de Julio, 2007
En su debut, Infinito Paraíso hace de la postura adolescente su piedra fundacional. Que vivan los noventa.
Si bien no arrancaron como trío, es con esa formación con la que Infinito Paraíso encontró “Húmeda”, su primer disco “propiamente dicho”, tras dos EP’s de no más de seis temas. La voz de mando la lleva María Victoria Beverati, quien también se hace cargo de las cuatro cuerdas, a quien se le suman Ezequiel Scamarda en guitarras y Diego Fonzi en batería.
La estética del disco da una cierta idea de lo que se viene, a pesar de que “Crisis de ausencia”, tema que abre la placa y en donde el único apoyo de los versos es una guitarra acústica, pueda dar un panorama incierto en el comienzo. Sin embargo, desde “Envase Corporal” en adelante aparecen las guitarras frenéticas y acordes de quinta en cantidad.
Es que precisamente, parafraseando al gran Kurt, el sonido de “Húmeda” huele a espíritu adolescente. Irresponsable. Despreocupado. De tres chicos que quieren divertirse y lo hacen tocando en una banda. Aunque si hablamos de lo estrictamente musical, sería más acertado emparentarlos con la escena local de esos años (El Otro Yo, por dar una referencia) que con lo que hacían los tres muchachos de Seattle.
Sin embargo, dentro de ese estilo, “Húmeda” logra acaparar diferentes aristas a medida que se va desarrollando. Pasando por canciones que bien podrían sonar en alguna de las FM de moda, hasta pasajes oscuros e irreverentes en donde se pueden encontrar cosas de Los Pixies, Los Brujos (además del cover de “La Tía Marcia”) y hasta Viudas e Hijas, aunque se deba principalmente a la voz de María Victoria.
Las letras también encuadran en esa actitud despreocupada, aunque sí buscan arrimarse más a un costado de introspección. Más allá de los límites que en cierta manera impone el estilo, lo cierto es que la banda evita caer en el mensaje simplista de “nadie me entiende, no me banco este mundo”.
Durante la mayor parte del disco, lo que se escucha es claramente el trío de guitarra, bajo y batería, aunque hay algunos chiches aquí y allá (como la maquinola al final de “Sublimesencia” o los vientos en “Nadia Escapa”).
Tal como ellos mismos lo explican, Infinito Paraíso busca regenerar la energía “entrañablemente perdida” en la década de los noventa. En ese sentido “Húmeda” cubre las expectativas. Lo que queda a juicio de cada uno es establecer si los noventa fueron entrañables o no.
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