Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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La Zurda

Para Viajar

Cronista: Gentileza: Bruno Lazzaro

14 de Julio, 2007

Para Viajar

La banda de Haedo muestra algunas de sus vivencias a lo largo de un viaje que incluye, entre otros ritmos, rock, chacarera, reggae y huayno.

Para viajar, segundo trabajo de La Zurda, muestra a lo largo de 12 canciones brillantes algunas postales coloridas de un itinerario que incluye algunas paradas en ciudades europeas y otras de Latinoamérica. Con el riesgo de haber dejado atrás a Gustavo Santaolalla, quien produjo su primer álbum homónimo, la banda sigue su brújula de ritmos latinos, pero también se da el lujo de volver a sus raíces rockeras. Y en eso mucho tiene que ver la producción del material, esta vez en manos de Pablo Guyot y Alfredo Thot, dos hacedores de éxitos con chapa local.

Para viajar, desnuda algunas de las vivencias que Emanuel Yazurlo (voz, charango y trompeta, entre otros cosillas), Juan Manuel Bruno (guitarras y secuencias) y Leonel Macaluse (batería), un trío de amigos que un día decidió colgar los trajes de Zeppelín para dejarse llevar por la cultura latinoamericana, experimentaron a lo largo y ancho del mundo. Es así como trasladan a sus instrumentos todas esas aventuras vividas en algunos puntos del continente sureño, el folklore de los pueblos originarios, como en Europa, con una canzoneta italiana y todo.

Pero no sólo de chacareras, zambas, huaynos, carnavalitos o gatos se trata el asunto. Esta vez, el rock toma forma; y se siente en la guitarra de Bruno. Para viajar tiene color, ritmo y corazón. Es inevitable abstraerse de la postura, por momentos crítica, que asume la banda: “En América latina hay un gran dolor porque fue siempre explotada para construir este mundo” (en relación a Europa), dicen en “Despacito”. Pero es inevitable no resaltar el optimismo que el conjunto demuestra a lo largo de la placa. En “Hay un lugar”, le cuentan a los exiliados que no hay mejor sitio que la Argentina, mientras que en la canción que da nombre al disco, y en “Los últimos”, comentan un poco sus propias aventuras a lo largo de este viaje que parece no tener fin, si se toma en cuenta la fabulosa tapa lisérgica del trabajo.

También hay tiempo para la ecología, en “La casita del hornero” (una chacarera deliciosa), y la conciencia social acerca de los indígenas, en el huayno “Despacho”. Pero a no creer que La Zurda tampoco aspira del éxito comercial, “Sin luz” y “Hablo de luz” piden pista.

La Zurda demuestra en su segundo material que no es necesario recurrir a los ritmos clásicos para llamar la atención. Un banda con chapa local e internacional que, a través del sendero marginal, muchas veces el correcto, busca concienciar a los escuchas sobre la verdad de un mundo que, a pesar de estar a la vista, a veces se esconde.

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