Barro

“Historias de vida, simples, sinceras; que te identifican”, dice Del Pasaje desde su página web. Pero a esto habría que agregarle un dato no menor. El conjunto es uno más de los tantos émulos de Los Redondos que cubren la ciudad con sus pseudos Indio Solari, Skay, y demás integrantes de la legendaria banda de rock and roll. Pero volviendo a la presentación, y luego de escuchar el disco, podríamos coincidir con las “historias de vida simples”, a las que aduce la banda. Es que a lo largo de su segunda placa editada de 2005, Barro (sucesora de Líneas del ocaso –2000-), Del Pasaje deja en claro que el rock cotideano en el que se sumerge no es más que una simple alienación de una cultura que, pese a formar parte del pasado, no está extinta. Pero sólo forma parte un proceso único e irrepetible que encuentra en la deformación del tiempo un lugar sin sentido, un homenaje maquillado de sentimientos ajenos.

Barro muestra un trabajo conciso en el que predomina la búsqueda del sonido propio por sobre el resultado del mismo. El rock redondo navega a rolete por sobre los ecos de una guitarra básica que conjugada en una base reprimida genera un sonido cerrado y oscuro.

Pero la banda no solo se nutre de los Redondos sino que deja entrever reminiscencias a Héroes del Silencio, Las Pelotas y El Soldado (basta escuchar “La Pecera”, y su clara ligazón a “Veneno sabor miel”). Bandas que sirven de soporte para tanta carga.

Pero también hay temas que se destacan sobres las meras copias. La rocanrolera “20x20”, la oscura “La vida”, y la símil tanguera (con fueye incluído) “Barro y esquina” le imprimen una cuota de novedad a una banda por momentos eclipsada.

Del Pasaje sale bien parada como banda símil redonda. Eso sí, en el espectro general deja mucho que desear. Si tan sólo diera rienda suelta a esa pequeña cuota personal antes expresada tendría una punta de lanza como para salir a probar. Queda en ellos.