Juan Rosasco en Banda
Mil Corbatas
01 de Marzo, 2007
Primer material de este joven cantautor porteño. Un mano a mano con un piano de cola que termina en empate.
Juan es fino, elegante. Porta canciones sobre teclas bicolores en las que cuentas sus historias. Verdades de una sola cara. Licuadora de sentimientos ajenos y propios. Tiene estilo, maneja los tiempos y la soledad lo conoce mejor que nadie.
Juan es Rosasco. Cantautor argentino que hace dos años editó una de las mejores placas nacionales: “Oscurito”. Por ende nada mejor que regresar a sus inicios para ver como la criatura engendró lo que años después se transformaría en su sol.
El proyecto modelo se llamó “Mil Corbatas” (2003) y no tiene nada que ver con su sucesor. Acá, Juan, despojado de mentiras, pero tapado de temores, revela su cantar rioplatense acompañado por su piano. Un mano a mano discreto en el que Rosasco navega por todas las teclas para interpretar canciones con olor a melancolía. Y hasta se da tiempo para hacer su versión del clásico tango, “Malevaje”.
“Giros pendientes”, “Doña Elba y sus siete vidas”, Agua marina y los amigos de lo ajeno” revelan el toque de bohemia que Juan guarda en sus escritos. Canciones desde el corazón urbano. Un piano que emerge desde las deshabitadas cloacas y llora y ríe por su pertenencia. Y otras como “Rutina y yo” y “Del vació” lo sumergen en una soledad por momentos agobiante.
Juan sabe cómo llegar, y lo dejó claro en “Oscurito”. El génesis confirma que la verdad pinta dos colores: blanco y negro. Y que pese a no ser un virtuoso demuestra ser un buen payador de las teclas porteñas.
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