Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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La Trampa

Laberinto

Cronista: Gentileza: Bruno Lazzaro

17 de Octubre, 2006

Laberinto

Muy buen trabajo de la banda comandada por Garo Arakelian. Una mixtura que comprende el folklore rioplatense, el rock y algunos toques de jazz.

“Es mi guitarra la clave de este sutil laberinto y por más que pienses distinto solo con ella se sale”, canta Alejandro Spuntone en “Las décimas”, track número dos del sexto trabajo de los uruguayos La Trampa. Y la verdad que no está equivocado.

Con 16 años de historia la banda, liderada por el guitarrista y letrista Garo Arakelian, demuestra en su reciente material que los suyo es el rock con base, recorrido y corte en la guitarra. Con un clásico formato de estrofas, estribillo y punteo, la placa no tiene desperdicio. Alejados del candombe y el punk (dos de las principales fuentes de los uruguayos) La Trampa juega con la chacarera, la zamba, el jazz, la copla y algunos sonidos del noroeste argento como de la tierra charrúa.

El material arranca con “Puente de estrellas”, un forajido rock, que sirve de carta de presentación para lo que será el álbum. En “Las décimas”, hacen su primera alusión al sonido gauchesco, ese que se nutre de la naturaleza. Le siguen “El poeta dice la verdad”, texto perteneciente a “Sonetos del amor oscuro”, de Federico García Lorca; y la bella zamba “Ronda de lenguas”, en la que Arakelian despliega lo mejor de su verso.

En “Canciones al viento”, vuelven al rock, que continúa, casi rozando el metal, en la preciosa y alegórica “Gajo de luz” (…“Uña del diablo porque arañaste. Alma del niño que no escapaste ¿Qué nombre luce el bordado de punto desventurado?”...). El toque de canción llega en “Sin piel”, una historia despejada, sombría y triste.

Un bajo que camina al compás de la melodía da paso a la copla “Araucaria”. Pasan el rock chato “Pensares” y la latina “Alta mar”. Para terminar: toques de jazz en “Los ojos de Mariam” y rock and roll en “Vagos recuerdos”.

Con una clara mixtura entre el power y el folklore rioplatense La Trampa le escapa a su historia con un álbum que, aunque desmerezca al título, entra directo y no por cómodo sino por su armonía. “Canciones la viento, las manos vacías, ¿hasta dónde llegarán? Canciones al viento, esas son mis alas que no podrán derribar”. La Trampa llegó a la Argentina, y parece que para quedarse. 

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