Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Mago de Oz

Hasta que Obras aguante

Cronista: Gentileza: Pablo Gabriel Krause | Fotos: Beto Landoni

08 de Abril, 2006

Hasta que Obras aguante

Mägo de Oz visitó por primera vez la Argentina, y compensó los años de espera con un show que arañó las tres horas. Aunque el calificativo sea extraño para un show de heavy metal: Obras fue una verdadera fiesta (pagana, claro está)

Después de casi diez años de espera (la agrupación se originó en 1989 pero “tardó en pegar” por estos pagos), la banda española Mägo de Oz cruzó el Atlántico y desembarcó toda su energía en el Estadio de Obras Sanitarias. Si bien la excusa de la visita era la presentación de “Gaia II: La voz dormida”, su último trabajo, los españoles ofrecieron un show de casi tres horas en donde supieron delirar al público con los clásicos de La leyenda de la Mancha, Finisterra y Gaia, sus discos más aclamados.

Las luces se apagan a quince minutos de las nueve de la noche y el escenario, aún vacío, es inundado por luces de colores. Comienza a sonar Volaverunt Opus 666, la instrumentada pieza que da inicio al último disco, en la que Francisco Gomeza de la Serna (de ahora en adelante, Frank) irrumpe violentamente con su Flying V. A sus espaldas aparece sorpresivamente Txus, baterista y líder de Mägo de Oz, besando una bandera argentina antes de sentarse tras los parches y dar inicio a La Voz Dormida.

En ese momento, irrumpen en el escenario los nueves músicos restantes (sí, en total son once): “Carlitos” Marín Lopez y Jorge Salán en guitarras, los coristas Luciano y Patricia, el tecladista Sergio “Kiskilla”, Peri en el bajo, el flautista Fernando Ponce de León, el eterno Mohamed en violín y la inconfundible voz de José Andrea. La potencia de la banda hace estallar a Obras y, en el caso de los más fanáticos, nos pone la piel de gallina. La espera había terminado, Mägo de Oz estaba tocando en Buenos Aires.

Como fiel reflejo del espectro que recorrería la lista de temas, siguieron con clásicos de sus primeros discos uno detrás de otro: Satania, de Finisterra¸ Moritones, de La leyenda de la Mancha, y Jesús de Chamberí, de la homónima ópera rock, donde en el medio del incontrolable frenezí que envolvía a Obras se escucharon las primeras palabras de José al público: “Qué recibimiento increíble, hubiesemos venido hace años”. Presagio de la relación que se entablaría entre la banda y el público durante el resto de la noche.

Si bien la reacción de la gente hacia la banda fue inmediata, después de que la corista Patricia deleitara los oídos y los ojos de la platea masculina en El Poema de la lluvia triste y Aquelarre, Fiesta Pagana desató la locura en Obras. Uno de los puntos más altos del show, al que se le agregó La Costa del Silencio, luego de que José María haga prometer a los presentes que “no dejarán que las maravillas naturales de Argentina terminen convirtiéndose en la mierda de basurero que es España, que aquí no exista una costa del silencio”.

El aluvión de clásicos siguió con Hasta que el cuerpo aguante, y para que el de los presentes aguantara, Kiskilla calmó a las fieras con un impresionante solo de teclado, al que le siguió la balada Desde mi Cielo. Finalmente, la gente volvió a descontrolarse con Hazme Un Sitio Entre Tu Piel y, solo de guitarra por medio, pareció alcanzar el éxtasis en Gaia

A casi dos horas del comienzo del show, Txus dejó la batería en manos de un baterista invitado, para ponerle voz a una potentísima versión de La Rosa de los Vientos, aunque un problema de sonido hizo que tire el micrófono violentamente y salga a las puteadas en busca del sonidista responsable por ello. Luego de un pequeño intervalo al término de Diabulus In Musica, la versión “12” de la banda, con Txus acompañando a José en las voces, volvió para El que quiera entender que entienda (una verdadera declaración hacia los derechos de los homosexuales), a la que sucedió un acelerado instrumental de música española.

El ambiente en Obras era impresionante y la gente no podía disimular ni controlar la emoción que reinaba en el aire, algo que se reflejó también en la actitud de la banda, y que sirvió de marco perfecto para La Danza del Fuego. Después llegaría La Posada de los Muertos, que contó con la aparición de “Superpolla”, un pene inflable gigante (suerte de “mascota” de la banda) que recorrió el escenario de un lado para otro.

Finalmente Txus quedó sólo sobre el escenario y al tiempo que los plomos acomodaban los timbales para Pensando en Ti, tomó el micrófono se despachó a sus anchas. Pidió perdón por no haber visitado la Argentina antes, dijo que ibamos a ganar el mundial, que echemos a los políticos que “están cagando este hermoso país” y hasta tiró el palo para Oasis, aclarando que Mägo de Oz “no es como otros grupos ingleses que tocan apenas una hora y media”. Más allá de todos los chistes, lo más importante (y en donde se lo notó realmente sincero) fue el pedido de perdón “por las atrocidades cometidas por los españoles en este suelo hace 500 años, en nombre de una estúpida religión”. Palo y la bolsa.

Finalmente, la hermosa poesía de Molinos de Viento sirvió para cellar el encuentro de Mägo de Oz con el público que fielmente los esperó durante años para gritar a una misma voz: “Bebe, danza, sueña, siente que el viento ha sido hecho para ti. Vive, escucha y habla usando para eso el corazón. Siente que la lluvia besa tu cara cuando haces el amor, grita con el alma, grita tan alto que de tu vida tú seas amigo, el único actor”. Impresionante, emocionante, inolvidable.
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