Sobrevolando el Destino

Pero antes de que comience su set, el aguante fue brindado por dos grupos: Zorros Petardos Salvajes y Siete Millas. La noche era ideal para escuchar buena música. Y eso es lo que hubo.

Antes de empezar Pato Domínguez les brindó el aguante “a los chicos que están en el hospital”. En obvia alusión a Gabriel Ruiz Díaz y Cesar Andino, bajista de Catupecu Machu y voz de Cabezones respectivamente. Y el aplauso salió despedido del corazón de todos los presentes.

Y la música comenzó a rodar con Luz. Un tema de bases lentas y de buenas melodías provenientes de la guitarra de José Giuranacci. Luego, con más ritmo que el anterior, y con un sonido más country interpretaron Las Cosas del Lugar. De a poco el público se iba soltando.

La escenografía eran grandes rollos de diarios con la leyenda Domínguez a ambos lados del escenario. La banda, además de Pato y José se completó con Javier " Chulo " Becerra en bajo y con Jero Sica (bateria).

La noche se hacía más intensa con Gato Negro. Y para Así No Es subió el primer invitado de la noche que ayudó en las voces: el Negro de la Cruda. Todo era una fiesta. Muchos amigos. Cantos y aliento para las estrellas de la noche. Todo mientras José arremetía con solos de viola impresionantes.

Para Calle de Tierra subió Lisardo Álvarez, guitarrista de la nueva banda de Andrés Jiménez: D-mente. Le imprimió un sonido más duro a la noche. Un tema bien crudo.

Le dedicaron Fiesta Cervezal a Pappo. Pero lo mejor del show fue Uña Corta. Esta interpretación de un blues bien pesado duró varios minutos. Tanto que los de “seguridad” estaban preocupados porque se había cumplido el horario estipulado para el rock. Con aires de zapada, todos los músicos se destacaron en sus respectivos instrumentos.

Domínguez es una banda bien consolidada. Eso se notó en vivo. Un grupo que levanta vuelo y, en este momento, se encuentra sobrevolando su destino. Para tener muy en cuenta.