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Keith Richards

La cátedra del riff

Cronista: Augusto Fiamengo | Fotos: Gentileza: Prensa

12 de Noviembre, 2020

La cátedra del riff

Revista El Bondi asistió a la avant premiere de “Keith Richards & The X-Expensive Winos: Live At The Hollywood Palladium”, el concierto que el músico ofreció junto a su banda en diciembre de 1988.

“¡Hola Argentina! ¡Hola Buenos Aires! Bienvenidos al show. Espero que lo disfruten”. La pantalla del Autocine Mandarine Park reproduce continuamente el saludo de un Keith Richards versión 2020 a su incondicional público argentino en los instantes previos a la proyección del espectáculo que el guitarrista brindó junto a The X-Pensive Winos, el grupo que montó en la segunda mitad de los años ‘80 cuando finalmente decidió encarar un proyecto solista por fuera de The Rolling Stones.

La avant premiere anticipa el lanzamiento a nivel mundial de una publicación que se encuentra disponible en diversos formatos y pone el foco en el show del 15 de diciembre de 1988 en la mítica sala de la ciudad de Los Ángeles. Richards y los suyos emprendieron en noviembre y diciembre de ese mismo año una gira por catorce ciudades de Estados Unidos para presentar su primer disco, Talk Is Cheap, producido por el propio guitarrista junto al baterista Steve Jordan.

Para el grupo de asistentes que acude con sus vehículos al predio y esta noche representa a los miles y miles de acérrimos fans que el “Riff Humano” tiene en el país, la cita invita a viajar en el tiempo casi treinta y dos años atrás para disfrutar de una presentación en donde la música es la protagonista estelar en un recinto cerrado como el Palladium, con el público muy cerca de los músicos y sin condimentos extras como fuegos artificiales, muñecos o grandes pantallas. De paso, permite volver a confirmar ciertas conclusiones sobre esta etapa en la trayectoria de Richards.

El propio Keith lo describió en su momento: “Me di cuenta que tenía una habilidad que desconocía porque nunca había tenido que usarla: juntar a ciertos tipos en una situación adecuada y crear un grupo. Con los tipos adecuados, en diez días puedo darte una banda que suene como si hubieran estado diez años juntos”. Y vaya si Keith logró reunir a los tipos adecuados… En un inicio arrollador, con los músicos interpretando “Take It So Hard”, “How I Wish” y “I Could Have Stood You Up”, el colosal Steve Jordan comienza por el bajo, luego pasa a la batería, ¡y en el tercer tema a los teclados! De estos cambios de rol también participan el bajista Charley Drayton y el tecladista Ivan Neville. Decididamente, el grupo suena en vivo como si sus miembros hubiesen tocado juntos toda la vida.

La versatilidad de los músicos se traslada a los estilos que interpretan, que van desde el soul de “Make No Mistake” con una apabullante Sarah Dash en la voz hasta el funk de “Big Enough” y su groove hipnótico, pasando por la calidez de la balada “Locked Away” y el rock duro de “Struggle”, en donde cobra protagonismo la guitarra de Waddy Watchel, otro de los socios que Richards cosechó en el camino. En definitiva, se trata de un puñado de buenas composiciones, lo suficientemente frescas e interesantes como para que se volviera irresistible llevarlas al vivo.

¿Canciones de los Stones? El guitarrista se aparta de los grandes éxitos e incluye en el setlist el reggae “Too Rude”, publicado tan solo unos años atrás en Dirty Work (1986), con la participación estelar del legendario saxofonista Bobby Keys y una versión electrizante de “Time Is On My Side”, tema que la banda británica popularizó en los sesenta y en el que nuevamente Sarah Dash despliega su encanto vocal poniendo patas para arriba al Palladium. En el final, el grupo se despacha con una enérgica y prolongada versión de “Happy” para luego desempolvar “Connection”, incluida en el disco Between The Buttons (1967). La nueva publicación del material incluye “Little T&A” y el tema compuesto por John Lennon y Paul McCartney “I Wanna Be Your Man”, que los Stones grabaron en sus inicios.

Pero, por sobre todas las cosas, el concierto del Palladium demuestra la capacidad de Keith Richards para plantarse en el centro del escenario y asumirse como frontman de una banda, poniéndole esa voz tan personal a todas las canciones de la lista. Luego de tantos años de compartir el lugar de liderazgo con una figura de la envergadura escénica de Mick Jagger, Richards se prueba una pilcha que le calza muy bien, con naturalidad. Los argentinos lo verían con sus propios ojos recién en 1992 en el Estadio de Velez, con la llegada del guitarrista y The X-Pensive Winos al país en el marco del Coca-Cola Rock Festival. El romance que comenzó allí entre el músico y el público local es historia conocida.

La noche de Mandarine Park permitió disfrutar en pantalla grande de esa usina de riffs que es Keith Richards, un artista con un encanto único sobre el escenario. Junto a la increíble banda que reclutó décadas atrás, pudo demostrar (y demostarse) que había vida más allá de los Stones.

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