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Los Guarros

Los héreos no la pasan tan bien

Cronista: Lucas González | Fotos: Jose Fuño

18 de Enero, 2018

Los héreos no la pasan tan bien

Entre clásicos y novedades, Los Guarros abrieron el año en Lucille.

Cuando dentro de 100 años, el Sergio Pujol del futuro realice un minucioso análisis de la escena nacional entre 2010 y 2020, sacará dos grandes conclusiones: la primera, que hubo un uso indiscriminado del Auto-Tune, y la segunda, que fue una época proclive para el retorno de las bandas. Ocurrió con Los Guarros, dos décadas después del supuesto punto final que le pusieron a su carrera. Y es “supuesto” porque entre mensaje y mensaje, su alma mater, la dupla que conforman Javier Calamaro y Daniel GitanoHerrera, decidió que era momento de volver, algo que finalmente terminó ocurriendo, aunque tímidamente, en 2016.

Dos años después, Los Guarros no sólo tienen un disco con canciones nuevas y versiones, Siete (2017), sino que además el jueves pasado arrancaron la temporada 2018 con una presentación a sala llena en Lucille. “Volvimos”, gritó Calamaro, un tanto conmovido y otro poco exultante. No era para menos, ya que el regreso fue bajo una sola y única premisa: pasarla bien. Y así lo hicieron saber desde el arranque de la lista, cuando sonaron los primeros acordes de “Rosas en tu pecho”, un clásico directo, que remite de inmediato a la década del 90, a los pelos largos y a la TV Ataca.

El tiempo pasó, los músicos crecieron, pero la propuesta sigue siendo la misma: rock and roll de la vieja escuela, aunque con un sonido 3.0. La omisión del teclado y la inclusión de dos baterías, a cargo de Marcelo Mira y “ZurdoAlaguibe, reafirman esta idea, a la que Daniel Castro le aporta precisión desde su bajo. Sin embargo, hay un componente que no perduró en este trip: el ego. Días antes de tocar, Calamaro le explicó a este medio que en otro momento había una competencia artística permanente entre él y Herrera. Ahora, en cambio, cada uno ocupa el rol que le corresponde y cede (o suelta), como cuando hicieron “Aburrido!!”: interpretado su momento, el cantante se apartó para que la atención se focalice en el incendiario solo del guitarrista.   

Amen de la química arriba del escenario, la nueva fraternidad guarra produjo un álbum que, si bien no arriesga en demasía, no exhibe fisuras y entrega canciones muy fáciles de adoptar para su seguidores, y que en vivo se expanden, como la combativa “Meta sangre” o la hermosa “Y la nave va”, que a decir de Calamaro, es una de las más lindas que hicieron en esta segunda etapa.

Pero claro, el público también fue en busca de clásicos. Repartidos en diferentes tramos de la lista, sonaron, entre otros, “Bajo tu piel” (una imprescindible balada), “San Pedro” (un melancólico blues), “Abeja reina” (a juzgar por la cantidad de celulares filmando, era de las más esperadas) y “Vamos a rezar” (primera canción escrita por Los Guarros y publicada en su álbum debut, Prostitución y vagancia, de 1989). “Ojala duremos 238 años más”, concluyó Calamaro y dio paso a un cierre tan anticipado como esperado, con “Vamos a la ruta”.

El caso de Los Guarros viene a derribar uno de los grandes axiomas cantados por Gardel. Porque para ellos 20 años fue un montón, donde el “yo” mutó en un “nosotros” y entendieron que la vida no es como en el cine y que los héroes no la pasan tan bien.

 

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