Jovenes Pordioseros
Un sermón bien pordiosero
Cronista: Gentileza: Sebastián Barrera | Fotos:
Beto Landoni
21 de Noviembre, 2005
Remera de los stone: Listo. Flequillito: Listo. Las toppers: Listo. Entrada: Listo. Más de seis mil personas se reunieron en el estadio auxiliar de Ferrocarril Oeste para presenciar, una vez más, la “misa pordiosera”.
Luego de una idea bastante piola para mostrar una cara nueva dentro del rock and roll, Jóvenes Pordioseros recibió cientos de discos de bandas del under local para seleccionar a los teloneros que los acompañarían en la tarde del 19 de noviembre.
Según la entrada del recital y todos los afiches de Buenos Aires, las puertas se abrirían a las 17. Y así fue, pero la espera se extendió hasta las 19.30, donde los chicos de Siete Millas subieron a escena para tocar y presentarse ante la multitud pordiosera. Más que banda soporte, los chicos parecieron los catadores de la noche, ya que sufrieron algunos desperfectos en el sonido de los primeros temas. Pero eso no impidió que los de Santa Fe se mostraran ante la sociedad rocanrolera.
Ya todo estaba listo, solo había que esperar otra media hora para que Pordioseros saliera. La ansiedad empezaba a sentirse pero las luces no se apagaban. Seis mil flequillos coreaban sus cantitos pero ellos no aparecían. Dicen que lo bueno se hace esperar, y así fue, hata que los de Lugano aparecieron con Quiero más, tema de su primer disco, Probáme.
Temas como Noche, Pirotécnico, Quiero tocar y Hombre rocanrol dejaron al publico más que satisfecho y con sed de mucho más. (Hablando de sed, cuatro pesos el agua mineral. Sin comentarios).
En los primeros acordes de Nunca me enseñaste, varias mujeres corrieron agarradas de la mano coreando el ahora hit pordiosero. Claro que no faltaron las chicas que fueron especialmente para escuchar SU canción favorita, esa que ruegan que suba en los rankings de la 100, ya que Descontrolado “pasó de moda boló”.
No podían faltar los invitados: el Negro de La Mancha de Rolando entró a escena presentado como “un hermano” de la banda y se calzó la guitarra para acompañarlos en Bailando. Lo mismo pasó con Juanse, que luego de una gran introducción al líder de los Ratones Paranoicos, subió y cantó 105 y 3 y Funeral. Pero antes de irse, y sin entender el porqué, se despidió con el hit paranoico, Vicio.
El set-list parecía portarse bien: No la quiero dejar, Qué se siente estar tan sola, y sí… Descontrolado. Pero el final llegó con el cover Satisfaction –no hace falta decir de quien es, ¿no?- y Dosis. Los pordioseros no querían irse, y a pesar de que las luces dieron fin al show, ellos seguían agradeciendo a su público.
Un nuevo lugar parece haber nacido para aquellas bandas que el estadio Obras les queda chico. El estadio auxiliar de Ferro se inundó de toppers que saltaron y festejaron una misa más de Jóvenes Pordioseros, que a falta de lugares, se concentraron en su nueva iglesia.
Asterisco: En el sector de la entrada del estadio, unas veinte personas discutían con los organizadores porque les sacaron las banderas. Banderas, que según una mujer bien grandota de seguridad “sabían muy bien que nos las podían traer, ¿por qué?, porque se pueden prender fuego”. A pesar de la sana paranoia, los dueños de los “trapos” siguieron discutiendo unos…dos o tres temas más.
Según la entrada del recital y todos los afiches de Buenos Aires, las puertas se abrirían a las 17. Y así fue, pero la espera se extendió hasta las 19.30, donde los chicos de Siete Millas subieron a escena para tocar y presentarse ante la multitud pordiosera. Más que banda soporte, los chicos parecieron los catadores de la noche, ya que sufrieron algunos desperfectos en el sonido de los primeros temas. Pero eso no impidió que los de Santa Fe se mostraran ante la sociedad rocanrolera.
Ya todo estaba listo, solo había que esperar otra media hora para que Pordioseros saliera. La ansiedad empezaba a sentirse pero las luces no se apagaban. Seis mil flequillos coreaban sus cantitos pero ellos no aparecían. Dicen que lo bueno se hace esperar, y así fue, hata que los de Lugano aparecieron con Quiero más, tema de su primer disco, Probáme.
Temas como Noche, Pirotécnico, Quiero tocar y Hombre rocanrol dejaron al publico más que satisfecho y con sed de mucho más. (Hablando de sed, cuatro pesos el agua mineral. Sin comentarios).
En los primeros acordes de Nunca me enseñaste, varias mujeres corrieron agarradas de la mano coreando el ahora hit pordiosero. Claro que no faltaron las chicas que fueron especialmente para escuchar SU canción favorita, esa que ruegan que suba en los rankings de la 100, ya que Descontrolado “pasó de moda boló”.
No podían faltar los invitados: el Negro de La Mancha de Rolando entró a escena presentado como “un hermano” de la banda y se calzó la guitarra para acompañarlos en Bailando. Lo mismo pasó con Juanse, que luego de una gran introducción al líder de los Ratones Paranoicos, subió y cantó 105 y 3 y Funeral. Pero antes de irse, y sin entender el porqué, se despidió con el hit paranoico, Vicio.
El set-list parecía portarse bien: No la quiero dejar, Qué se siente estar tan sola, y sí… Descontrolado. Pero el final llegó con el cover Satisfaction –no hace falta decir de quien es, ¿no?- y Dosis. Los pordioseros no querían irse, y a pesar de que las luces dieron fin al show, ellos seguían agradeciendo a su público.
Un nuevo lugar parece haber nacido para aquellas bandas que el estadio Obras les queda chico. El estadio auxiliar de Ferro se inundó de toppers que saltaron y festejaron una misa más de Jóvenes Pordioseros, que a falta de lugares, se concentraron en su nueva iglesia.
Asterisco: En el sector de la entrada del estadio, unas veinte personas discutían con los organizadores porque les sacaron las banderas. Banderas, que según una mujer bien grandota de seguridad “sabían muy bien que nos las podían traer, ¿por qué?, porque se pueden prender fuego”. A pesar de la sana paranoia, los dueños de los “trapos” siguieron discutiendo unos…dos o tres temas más.
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