Cat Power
La gata negra está de vuelta
Cronista: Gentileza: Sebastián Barrera | Fotos:
Anabella Reggiani
23 de Mayo, 2013
Cuarta visita de Cat Power a Buenos Aires que dejó inconcientes a todos los enamorados de esa voz tan especial.
Chan Marshall llega una hora tarde y con un vaso lleno de cerveza. La banda la espera con una intro reformulada de "The Greatest", ya un clásico de quizás su mejor disco (también The Greatest, del 2006). Las guitarras sucias y una batería seca y profunda tiñen el Coliseo e indican el curso que va a tomar gran parte del show. Pasaron seis años del último disco propio, en medio de colaboraciones y covers, y Cat Power llegó a Buenos Aires para que nos olvidemos de todo lo que habíamos visto y sabíamos de ella.
Sun es un disco eléctrico lleno de beats que conserva el soul de sus anteriores trabajos. Apareció en casi todas las listas de los mejores discos del año pasado y permitió que Marshall pueda explorar con sonidos nuevos y salir ganando. Lo escribió, grabó todos los instrumentos y hasta lo produjo, dejando en claro que si se tomó el tiempo era porque tenía mucho por hacer.
El Coliseo casi repleto esperó sentado hasta que Marshall apareció y con un simple gesto invitó a todos a pararse y acercarse al escenario. Los de atrás no dudaron y coparon el espacio de los pobres tipos que pagaron 500 pesos un asiento para clavarse hora y media de show pegado a otro vivo que pagó muchos menos de la mitad. A ella no le importó ni medio y se despachó con "Cherokee", "Silent Machine", "Manhattan" y "Human Being", todas del último disco, dejando en claro que la presentación de Sun fue la prioridad de la noche, con nueve de dieciséis temas en hora y media de show, que también incluyeron un cover de Pedro Infante, "Angelitos Negros".
Marshall ya no es la chica bonita que recordamos: calzas negras, campera de cuero y pelo rubio oxigenado no ocultan el estado anímico no sólo de ella sino de un disco obscuro y lleno de pequeños matices y arreglos que valen la pena sentarse a escuchar con buen volumen. En vivo, lo recrean a la perfección pero con mucha más fuerza, gracias a guitarras sucias que rozan el noise y a Marshall, que conserva esa voz rasgada tan desgarradora y perfecta.
Sun es un disco eléctrico lleno de beats que conserva el soul de sus anteriores trabajos. Apareció en casi todas las listas de los mejores discos del año pasado y permitió que Marshall pueda explorar con sonidos nuevos y salir ganando. Lo escribió, grabó todos los instrumentos y hasta lo produjo, dejando en claro que si se tomó el tiempo era porque tenía mucho por hacer.
El Coliseo casi repleto esperó sentado hasta que Marshall apareció y con un simple gesto invitó a todos a pararse y acercarse al escenario. Los de atrás no dudaron y coparon el espacio de los pobres tipos que pagaron 500 pesos un asiento para clavarse hora y media de show pegado a otro vivo que pagó muchos menos de la mitad. A ella no le importó ni medio y se despachó con "Cherokee", "Silent Machine", "Manhattan" y "Human Being", todas del último disco, dejando en claro que la presentación de Sun fue la prioridad de la noche, con nueve de dieciséis temas en hora y media de show, que también incluyeron un cover de Pedro Infante, "Angelitos Negros".
Marshall ya no es la chica bonita que recordamos: calzas negras, campera de cuero y pelo rubio oxigenado no ocultan el estado anímico no sólo de ella sino de un disco obscuro y lleno de pequeños matices y arreglos que valen la pena sentarse a escuchar con buen volumen. En vivo, lo recrean a la perfección pero con mucha más fuerza, gracias a guitarras sucias que rozan el noise y a Marshall, que conserva esa voz rasgada tan desgarradora y perfecta.
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