Stratovarius
Venciendo los demonios
Cronista: Fernando Canales | Fotos:
Gentileza: Leandro Baglietto
22 de Mayo, 2013
La banda de power metal liderada por Timo Kotipelto y Jens Johansson presentó su nuevo disco Nemesis, ante un Groove con una gran convocatoria.
El vocablo “Némesis” proviene de la palabra “enemicísimo” y quiere decir "enemigo". No sabemos si Stratovarius eligió este término al azar, o si tiene algún significado especial; pero la verdad que se adapta bien a la realidad de los finlandeses. El 20 de mayo de 2008, Timo Tolkki, alma máter, cerebro, compositor y guitarrista, se fue de Strato, y con su firma, les dejó el nombre y los derechos de su obra a sus compañeros. El pasado y la sombra de Tolkki fue el Némesis que persiguió a la banda durante estos años; pero luego de su nueva placa -la tercera de la nueva era-, el grupo logró por fin evaporar sus demonios, y el show de Groove así lo confirmó.
Una intro épica y victoriosa preparaba el lugar para que llegara “Abandon”, del último trabajo, con un sonido pesado y denso, proveniente de la guitarra de Matias Kupiainen, quien más tarde se uniría a Jens Johansson (teclados) en un gran contrapunto, para llenar de arpegios el solo del tema. Certificando el arranque contundente, caía el riff tocado a 300.000 km/s (?) de “Speed of Light”, un clásico eterno del power metal, donde Kupiainen se animó a tocar arreglos de su autoría, toda una muestra de carácter...
El cantante Timo Kotipelto entró en escena con otro estreno “Alciyon Days”, que contiene en su estructura la fórmula ganadora de Stratovarius: guitarras crudas de entrada y acordes limpios para los versos, donde se lucen los registros medios de Kotipelto, quien además, tiene resto para llegar a las notas altas.
El setlist de los finlandeses está perfectamente balanceado, intercalando el nuevo material con los clásicos de su repertorio. Por eso suenan “Dragons”, “Eagleheart” con su hipnótica melodía, “Fantasy” y “Destiny” con los poderosos coros femeninos lanzados desde la consola.
El bajista Lauri Porra, con un atuendo muy similar al de Cliff Burton, hace un solo con la esencia y el sonido del ex Metallica, pero agregándole mayor velocidad, para que sea más acorde al género: desborde de virtuosismo. Pegado, toma las riendas de “The Kiss of Judas” y Groove explota en el pogo. Johansson –el último gran héroe que queda en Stratovarius– después de su solo, encara los acordes de ese hit que es "Black Diamond", logrando el momento más power (valga la redundancia) de la noche.
Pero como en todo concierto de power metal, es ineludible la presencia de una balada, y para llenar el formulario llega “If the story is over”, que sin la guitarra acústica, perdió un poco de magia. Para el cierre, Strato elige golpes seguros como “Paradise” y “Hunting High and Low”, y así configurar un gran show.
Con su nueva presentación en la Argentina, Stratovarius logró algo realmente difícil: ganarle al pasado, y comenzar (después de tres discos) a escribir una nueva historia ya sin el peso de Tolkki, le guste a quien a quien le guste….
Una intro épica y victoriosa preparaba el lugar para que llegara “Abandon”, del último trabajo, con un sonido pesado y denso, proveniente de la guitarra de Matias Kupiainen, quien más tarde se uniría a Jens Johansson (teclados) en un gran contrapunto, para llenar de arpegios el solo del tema. Certificando el arranque contundente, caía el riff tocado a 300.000 km/s (?) de “Speed of Light”, un clásico eterno del power metal, donde Kupiainen se animó a tocar arreglos de su autoría, toda una muestra de carácter...
El cantante Timo Kotipelto entró en escena con otro estreno “Alciyon Days”, que contiene en su estructura la fórmula ganadora de Stratovarius: guitarras crudas de entrada y acordes limpios para los versos, donde se lucen los registros medios de Kotipelto, quien además, tiene resto para llegar a las notas altas.
El setlist de los finlandeses está perfectamente balanceado, intercalando el nuevo material con los clásicos de su repertorio. Por eso suenan “Dragons”, “Eagleheart” con su hipnótica melodía, “Fantasy” y “Destiny” con los poderosos coros femeninos lanzados desde la consola.
El bajista Lauri Porra, con un atuendo muy similar al de Cliff Burton, hace un solo con la esencia y el sonido del ex Metallica, pero agregándole mayor velocidad, para que sea más acorde al género: desborde de virtuosismo. Pegado, toma las riendas de “The Kiss of Judas” y Groove explota en el pogo. Johansson –el último gran héroe que queda en Stratovarius– después de su solo, encara los acordes de ese hit que es "Black Diamond", logrando el momento más power (valga la redundancia) de la noche.
Pero como en todo concierto de power metal, es ineludible la presencia de una balada, y para llenar el formulario llega “If the story is over”, que sin la guitarra acústica, perdió un poco de magia. Para el cierre, Strato elige golpes seguros como “Paradise” y “Hunting High and Low”, y así configurar un gran show.
Con su nueva presentación en la Argentina, Stratovarius logró algo realmente difícil: ganarle al pasado, y comenzar (después de tres discos) a escribir una nueva historia ya sin el peso de Tolkki, le guste a quien a quien le guste….
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