Luis Salinas
Una clase con el maestro Salinas
Cronista: Gentileza: Sebastián Barrera | Fotos:
Gentileza: Ro Diaz
03 de Octubre, 2005
Luís Salinas se presentó ante doscientas personas y repasó los trece temas de su álbum Ahí va en el ultimo de los tres shows que realizó los sábados en Niceto. Una vez más, Salinas nos regaló una clase de cómo se debe tocar la guitarra
En las filas, hombres acompañados con sus mujeres con el brushing recién hecho esperaban en la entrada. La mezcla de perfumes daba a entender que en Niceto no se iba a presentar un grupo de rock ni el último Dj de moda. Esta vez, a las 21 horas, más de doscientas personas se reunieron para presenciar el show del guitarrista Luís Salinas.
Entramos sin empujones y sin la necesidad de que nos revisen las zapatillas y los bolsos. Adentro, las mozas cumplían todos los caprichos del público al llevar vinos, cervezas y picadas a cada una de las mesas. A la media hora, ya todos estaban cómodos y listos para que empiece el show.
Salinas salió a las 21.30 en medio de aplausos y gritos. Se calzó la guitarra y sin saludar, introdujo la noche con Dulce. Cabe señalar, que este concierto fue el último de los tres shows que realizó luego de presentar los discos Salinas y Rosario. Esta vez, le toco el turno al disco Ahí va.
Con un exquisito Dream Team, el guitarrista contó con Javier Lozano en los teclados, Juancho Farías Gómez en el bajo, J. Morelli en la percusión y Martín Ibarburu en la batería. Juntos dieron una cátedra de cómo funcionan sus instrumentos y cómo es jugar en equipo arriba del escenario.
El lugar se infectó de un clima del cual era muy difícil salir: las miradas enfocaron la guitarra de él y los instrumentos de ellos para dejarse llevar por el sonido, que sumado al vino y la buena compañía, fusionaron perfectamente. Funky en SI Menor, Allá Lejos y Ahí Va, sirvieron para entrar en calor. En tanto, Salinas iba presentando a sus compañeros de ruta cada vez que ellos se lucían en un solo.
El final de la primera parte fue con Salsita, un tema bien movido que dejó con ganas de más, pero Luís dejó la guitarra y con un “sigan disfrutando, vuelvo en cinco minutos”, se fue a los camarines a descansar… o a poner las manos en agua y sal.
Salinas volvió y se calzó la criolla. Los repetidos “shhh” del público dieron a entender que se necesitaba silencio. Él se sentó, y tocó La estrella del fin, un sólo de guitarra que paralizó a todo Niceto. Por cinco minutos la guitarra dio un excelente monologo y nos contó la pequeña historia de aquella estrella.
Los temas siguieron, Amanece, Noche y Candombe. Los vinos seguían llegando y los oídos se fueron empachando de buena música. Luego de despedirse, el publico ya no sabia como hacerle saber que lo que hacia, era cosa de otro mundo. Los aplausos se convirtieron en gritos desaforados y esos gritos generaron cantitos para que el guitarrista se digne a volver y despedirse con algunos temas más.
Nuestro capricho fue ley, y Salinas volvió para cantar Contigo en la distancia, luego de excusarse por la gripe que se agarró en los últimos días. Pero nada de eso afectó, “¿no estaba engripado este?”, comentó un hombre mientras se prendía un cigarrillo. Luego vinieron Latin Beeboop y el final a todo blues con RTM Blues. “¡Todos de pie!”, gritó él, y entre palmas y gritos, Salinas y su equipo se despidieron con la ovación de todos. Algunos, con más copas de vino encima que otros, hasta se animaron a bailar. Mientras la pasen bien…
Entramos sin empujones y sin la necesidad de que nos revisen las zapatillas y los bolsos. Adentro, las mozas cumplían todos los caprichos del público al llevar vinos, cervezas y picadas a cada una de las mesas. A la media hora, ya todos estaban cómodos y listos para que empiece el show.
Salinas salió a las 21.30 en medio de aplausos y gritos. Se calzó la guitarra y sin saludar, introdujo la noche con Dulce. Cabe señalar, que este concierto fue el último de los tres shows que realizó luego de presentar los discos Salinas y Rosario. Esta vez, le toco el turno al disco Ahí va.
Con un exquisito Dream Team, el guitarrista contó con Javier Lozano en los teclados, Juancho Farías Gómez en el bajo, J. Morelli en la percusión y Martín Ibarburu en la batería. Juntos dieron una cátedra de cómo funcionan sus instrumentos y cómo es jugar en equipo arriba del escenario.
El lugar se infectó de un clima del cual era muy difícil salir: las miradas enfocaron la guitarra de él y los instrumentos de ellos para dejarse llevar por el sonido, que sumado al vino y la buena compañía, fusionaron perfectamente. Funky en SI Menor, Allá Lejos y Ahí Va, sirvieron para entrar en calor. En tanto, Salinas iba presentando a sus compañeros de ruta cada vez que ellos se lucían en un solo.
El final de la primera parte fue con Salsita, un tema bien movido que dejó con ganas de más, pero Luís dejó la guitarra y con un “sigan disfrutando, vuelvo en cinco minutos”, se fue a los camarines a descansar… o a poner las manos en agua y sal.
Salinas volvió y se calzó la criolla. Los repetidos “shhh” del público dieron a entender que se necesitaba silencio. Él se sentó, y tocó La estrella del fin, un sólo de guitarra que paralizó a todo Niceto. Por cinco minutos la guitarra dio un excelente monologo y nos contó la pequeña historia de aquella estrella.
Los temas siguieron, Amanece, Noche y Candombe. Los vinos seguían llegando y los oídos se fueron empachando de buena música. Luego de despedirse, el publico ya no sabia como hacerle saber que lo que hacia, era cosa de otro mundo. Los aplausos se convirtieron en gritos desaforados y esos gritos generaron cantitos para que el guitarrista se digne a volver y despedirse con algunos temas más.
Nuestro capricho fue ley, y Salinas volvió para cantar Contigo en la distancia, luego de excusarse por la gripe que se agarró en los últimos días. Pero nada de eso afectó, “¿no estaba engripado este?”, comentó un hombre mientras se prendía un cigarrillo. Luego vinieron Latin Beeboop y el final a todo blues con RTM Blues. “¡Todos de pie!”, gritó él, y entre palmas y gritos, Salinas y su equipo se despidieron con la ovación de todos. Algunos, con más copas de vino encima que otros, hasta se animaron a bailar. Mientras la pasen bien…
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