La Chingada
De Devoto a la Paternal... siempre suenan de local...
Cronista: Gentileza: Gaby Salomone | Fotos:
Beto Landoni
04 de Octubre, 2005
La Chingada se presentó en el Dub Club de Paternal. Con un recorrido por su extensa trayectoria la banda de Devoto estalló a puro rock and roll ante una multitud
Podría confensar que para La Bitácora ya son como de la casa, pero eso hablaría de la falta de objetividad para exponerlos y algunos moralistas dirían que eso no suena ético. Pero, si puedo afirmar que son ellos los que hacen sentirlo a uno como en casa. La amistad suele guardar ciertos privilegios, como el del acceso a camarines en la previa del show, pero lo cierto es que La Chingada nunca cierra sus puertas a nadie, bien podríamos ser nosotros como cualquiera del público, que ellos siempre están dispuestos a compartir un trago, de la misma manera que comparten su música.
Y su gente es el más claro ejemplo de lo dicho. Sus fieles seguidores dicen más que lo que expresan como en otras bandas under. No se trata sólo de corear las canciones, de alentarlos y acompañarlos suenen donde suenen. Se trata del espíritu que genera todo eso, y se plasma en cada show donde toquen el "Pipa" (voz); "Piru" (batería) "Wodel" (bajo), Beto (saxo), Chipo (armónica) y las violas: “Juancho”. “Patín” "Tuky" y “Totin”.
“Nos estamos jugando fichón”, confesó Juan (viola) antes de subir al escenario. Y si, estos chicos de Devoto que la vienen remando desde hace una década, cada vez suman más gente y eso exige apostar a lugares más grandes para tocar. El recien inaugurado Jub Club sobre la Av. Nazca estaba colmado y listo para estallar en la madrugada del sábado cuando La Chingada abrió el set con “Sin Señal”.
La banda arremetió con el poderoso rock and roll y las casi doscientas personas que llenaban el lugar completaron la fiesta a los saltos. Las banderas y los globos no se hicieron esperar cuando vinieron “Primero”, “16” y “Seis cabezas”.
Las miradas cómplices de los músicos hacia el público, los saludos, y agradecimientos denotaban el clima familiar que se respiraba en el ambiente. Y se vino el cover de Sabina “Con la frente marchita” y nadie dejó de cantar.
El despliegue fue anticipando el final con “Para siempre” , y todo no fue más que una muestra de lo que viene haciendo La Chingada, algo de rock clásico, un reggae por ahí, otro rock bien pesado que se compensaba con alguno más lento.
La frutilla del postre consagró la noche, un ritual infaltable en cada recital de La Chingada, que se produce cuando cierran con una exquisita y potente versión de “Todo un palo” de los Redondos. Allí, hasta el más oculto expectador salta de su lugar y todo estalla.
Parafraseando al violero, “se jugaron un fichón” y sin duda no perdieron. La Chiganda vale en cada apuesta un paso más para sonar cada vez mejor.
Y su gente es el más claro ejemplo de lo dicho. Sus fieles seguidores dicen más que lo que expresan como en otras bandas under. No se trata sólo de corear las canciones, de alentarlos y acompañarlos suenen donde suenen. Se trata del espíritu que genera todo eso, y se plasma en cada show donde toquen el "Pipa" (voz); "Piru" (batería) "Wodel" (bajo), Beto (saxo), Chipo (armónica) y las violas: “Juancho”. “Patín” "Tuky" y “Totin”.
“Nos estamos jugando fichón”, confesó Juan (viola) antes de subir al escenario. Y si, estos chicos de Devoto que la vienen remando desde hace una década, cada vez suman más gente y eso exige apostar a lugares más grandes para tocar. El recien inaugurado Jub Club sobre la Av. Nazca estaba colmado y listo para estallar en la madrugada del sábado cuando La Chingada abrió el set con “Sin Señal”.
La banda arremetió con el poderoso rock and roll y las casi doscientas personas que llenaban el lugar completaron la fiesta a los saltos. Las banderas y los globos no se hicieron esperar cuando vinieron “Primero”, “16” y “Seis cabezas”.
Las miradas cómplices de los músicos hacia el público, los saludos, y agradecimientos denotaban el clima familiar que se respiraba en el ambiente. Y se vino el cover de Sabina “Con la frente marchita” y nadie dejó de cantar.
El despliegue fue anticipando el final con “Para siempre” , y todo no fue más que una muestra de lo que viene haciendo La Chingada, algo de rock clásico, un reggae por ahí, otro rock bien pesado que se compensaba con alguno más lento.
La frutilla del postre consagró la noche, un ritual infaltable en cada recital de La Chingada, que se produce cuando cierran con una exquisita y potente versión de “Todo un palo” de los Redondos. Allí, hasta el más oculto expectador salta de su lugar y todo estalla.
Parafraseando al violero, “se jugaron un fichón” y sin duda no perdieron. La Chiganda vale en cada apuesta un paso más para sonar cada vez mejor.
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