Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Cadena Perpetua

Limpitos, como los baños de Vorterix

Cronista: Gentileza prensa | Fotos: Gentileza: Andrea Celis

13 de Abril, 2013

Limpitos, como los baños de Vorterix

Cadena Perpetua se presentó el pasado sábado en El Teatro Vorterix de Colegiales.

Apenas pasadas las nueve y cuarto de la noche, la guitarra de Hernán Valente (Vala) arrancaba los acordes de “Malas Costumbres”, dándole inicio a lo que terminaría siendo una velada festejada por todos los presentes. Le siguieron “Delincuentes”, “Ángel del pasado” y el cover de los españoles M.C.D., “Todo por nada”. Cadena Perpetua lleva mucha velocidad: una trompada de sonido tras otra que si te agarra mal parado te perdiste mitad del concierto.
 
Pocas canciones pasaron (todas acompañadas de una proyección gigante detrás del escenario) para que se escuche el tema “Cómo poder”: sin dudas el primero que fue coreado por la totalidad de los presentes, sobre todo por muchas pibas en un espectáculo digno de un programa de Cris Morena, más que de aquellas jornadas cuando el trío se presentaba en el mítico Cemento de Omar Chabán. El pogo de Cadena es leal, como la batería del Chino, un V8 con bombos y platillos, o como el bajo de Edu, a quien desde lejos se le pueden ver callos en los dedos.
 
Cadena Perpetua se convirtió en lo que prometía allá a principios de los ‘90. Suena prolijo, obligándonos a pensar… ¿cuántas otras bandas punks nacionales suenan así? Y a diferencia de todas esas bandas, sabe disimular sus flaquezas. Un guitarrista escondido en la oscuridad de un muy bien iluminado Vorterix, apoya en muchas de las canciones al Vala, quién de este modo se permite un poco más de escena, y ser fiel a las grabaciones de estudio haciendo los punteos y arreglos cuando los hay. Queda en cada espectador elegir si se sumerge en su particular estilo, o lo rechaza a priori, por no sonar desprolijo como suenan todos, por presumirse más pensantes que la media. Por eso la gente los elige. Y por algunas melodías que parecieran habérsele caído de los bolsillos a un Sandro, o por otras que parecieran haber nacido para Bad Religion, pero murieron en nuestra Capital Federal.
 
Y acá es mérito exclusivo de quien canta, Hernán Valente hace la más difícil, no se presume cantor, se dedica a eso. Porque le podemos achacar mil cuestiones técnicas quizá, pero es tiempo de que se lo corone: no son sólo palabras, es uno de los poquitísimos que no les dice a los pibes que hay que drogarse, reventarse y escapar. Y por eso le suenan creíbles esas palabras de político, a un pibe de clase media, fachero y timidón. Te canta “Secretaría de turismo”, te seduce con “Los chicos lloran”, te invita a combatir con “Vivirás”, y te manda a casa en paz con la letra de “Everybody Knows”. El público, muchísimos pibes y pibas de fiar, entienden cada una de las consignas, sobre todo la más primitiva: adentro debe ser fiesta y respeto.
 
El recital no tiene baches, pero queda en evidencia que Armas y Opio (EP 2012) todavía no terminó de prender en el público, ya sea por corto o por la difícil tarea de olvidar el sí ovacionado en cada canción, Largas Noches (2000). Su tema “Te quiero mal” es el más cantado y vitoreado de todo el concierto. En ese momento muchas de las chicas presentes, subidas a los hombros de algunos “gilastrunes”, gesticulaban de tal forma que daba ganas de que les caiga un balde de sangre encima, como a Carrie White, angelito salido de la mente de Stephen King. Casualidad, enseguida apareció en la pantalla gigante Ronald McDonald enfurecido con su metralleta, apuntando al público mientras la banda interpretaba “Dispara”.
 
La lista de temas marcó 34 cuando en lo último de la noche subieron las voces invitadas de los músicos de Motorama —quienes abrieron el recital—, y todos juntos entonaron “Everybody Knows”. Cumplieron con lo que marca el manual, finalizada su última canción, se juntaron en el medio del escenario, y saludaron como si fuese una obra de teatro. Una boludez que se repite sin sentido en todos los conciertos del mismo marco: probablemente el público de Cadena, tan avivado por sus letras, no se permite leer entre líneas.
 
Igualmente Cadena Perpetua tiene el mérito de ser original, por lo menos para nuestra escena de punk rock. Si alguno se había quedado con la duda de si correspondía que integraran la terna, cuando en el 2007 se presentaron junto a Violadores y 2 Minutos en el estadio Obras para el show por los 30 años de punk, después del show de Vorterix, no quedan dudas al respecto. A Cadena Perpetua se le acabó la juventud, pero le queda aire para un round. ¡Qué para un round!, para toda la vida. 


TXT: Julián Mocoroa 
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