Salto sin saltarte, vuelvo tiroteando

El murmullo era constante en el teatro hasta que a pasadas las 21:40 el grueso telón bordó se levantó rápidamente. La gente seguía acomodándose en las butacas, mientras que la banda parada sobre el escenario proponía los acordes de “La chica que nadie saca a bailar” y “La propina”, canciones con las que Iván Noble decidía arrancar su show. Mientras el público aplaudía, el ex líder de los Caballeros de la Quema tomaba la guitarra acústica para “Cuentas claras”.
 
Después llegó “Un minuto antes de dejar de quererte“, cantada con sentimiento, con tristeza, con un dolor interno, con todo lo que significa esa letra que te representa. “Señoras y señores, cuando uno presenta un disco nuevo tiene cosquillas, no sabe qué cuerno va pasar con las canciones, cuán amigas se van a hacer de ustedes así que esta es una noche muy especial y ojalá lo que pase acá arriba se contagie abajo. Esta canción es un chiste sobre mi” dijo Noble antes de “El mujeriego”, seguida de “Beber sí sé”, quinto tema de la nueva placa.

La gente seguía pidiendo que apaguen la luz porque molestaba la visión y sólo se podía ver el micrófono, iluminado por una luz blanca, mientras Noble explicaba que mientras hacía el disco, recordó los finales de los ‘80 y decidió hacer un lento. Ese tema es “A duras penas”, en el que en su ensamble de acordes, el bajo interpretó el riff del clásico de Pink Floyd “Wish you were here”. El lento fue como un parate, donde todo el teatro miraba como podía el escenario y escuchaba atentamente. Para levantar ese momento llegó el popular “Otro jueves cobarde”.

Las canciones sonaban tranquilas, suaves, así pasaron “De un solo lado del colchón”, “Dame un motivo” y “Me apagás”. A continuación acercaron un banco alto para cada uno de los tres guitarristas y el cantante para generar un clima de intimidad pleno. Con las luces bajas, la guitarra empezó a rasgar “Fe de erratas”, una canción sentimentalmente linda, pero nada supera la letra de “Bienbenito”, donde se refleja el amor por su hijo, que justamente ese día cumplía seis años.

“Una persona que yo vi en este escenario iba a tocar hoy conmigo pero no pudo llegar porque no está en Buenos Aires” dijo Noble antes de “Parte por parte”, y la referencia era para Fito Páez, quien participó en el disco. Manteniendo la costumbre de tocar un cover en homenaje, la banda tocó “Esperando nacer” de Seru Giran. “El gran problema de tocar temas así es que después vienen los nuestros”, bromeó Iván para seguir con “Del montón”; y después de una lenta llegó una bailable, “Ella se muere”, con dos bailarinas sobre el escenario.
 
“El chico de los mandados”, “Si supiera cual es mi vaso”, “Bendito infierno”, fueron las que le preparando las gargantas para la llegada de “Sapo de otro pozo”, donde desde el silbido con el que Iván introdujo el tema el público se paró y agitó como cuando los Caballeros todavía compartían escenarios. Tras la presentación de la banda con sus respectivos solos, empezaron a despedirse con “Olivia”, después de dos horas de tocar casi sin parar.

Los bises empezaron a despertar a los cuerpos casi muertos de las butacas, una laguna de rock fue desplegada en esos quince minutos que duraron y que lindos que fueron. “A soñar un rato” era la ultima canción lenta y dulce de la noche. Los acordes de “Avanti morocha” revolvían los fantasmas del recuerdo y la obra cumbre del músico se cantó como si fuera la ultima. En la sala daba esa sensación, pero le engancharon “Oxidado” antes del cierre.
　
Un nuevo disco, nuevas historias, nueva vida, un hijo para disfrutar, Iván Noble está en un buen momento. Su banda suena muy bien, prolija y exigente, y sin mucho más que decir, para la próxima función con fecha tentativa de marzo o abril, hacete un rockito más, Iván.