Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Radiohit en Buenos Aires

Cronista: Gentileza: Sebastián Barrera | Fotos: Beto Landoni

24 de Marzo, 2009

Radiohit en Buenos Aires

Vino Radiohead después de tanto esperarlos. Decí que el show estuvo bárbaro, porque si no…

Estamos tan acostumbrados que casi ni chistamos: que vengan cuando quieran, pero que por favor vengan. No importa que The Bends y Ok Computer nos hayan roto la cabeza toda la secundaria. No importan las veinte millones de firmas que se hicieron en los últimos quince años para que se dignen a venir: Radiohead se iba hacer esperar mucho más de lo que podíamos soportar. Pero vinieron, carajo, y treinta mil personas se sacaron la bronca, las ganas, la locura y la ansiedad de encima después de tanto gastar los siete discos que nos regalaron antes de ofrecernos su gloriosa presentación.

Que hayan elegido el Club Ciudad de Buenos Aires fue un alivio hermoso en medio de tanta incertidumbre: Luna Park es chico, Gran Rex ni te cuento, y River tiene un sonido horrible, ves mal y estás incómodo. La cosa venía bien, pese a los 260 pesos que obligaron a pagar, aprovechándose de treinta mil freakies que regalaban hasta a la novia con tal de ver a los cinco ingleses.

Pero ya estaba hecho: había que cerrar los ojos, pagarlos y comer arroz con Ketchup los siguientes dos o tres meses del año: facilísimo, total, la entrada ya estaba guardadita en un cajón con llave, cinta adhesiva, alarma y doberman asesino.

Después de cinco largos e insoportables controles de muchachos gordos con cara de “dame-todas-las-drogas-y-armas-que-tengas-encima”, uno ya estaba adentro del Club Ciudad. La Portuaria era una previa rara y pelotuda, lo sabemos, pero vamos…era de día y Diego Frenkel cae bien, ya sea en los noventas o casi terminando el dos mil. Que no era para tanto che, que tampoco para enojarse, que Radiohead seguía programado y que toquen un par de temas no le hacen mal a nadie. Peguensé un aplauso. Careteenlá de última, che.

Porque si de onda hablamos, los que venían eran un caso interesante. De los alemanes Kraftwerk ya se dijo treinta mil veces que son los pioneros (no creadores) de lo que sería la música electrónica. Midis, loops, bases desordenadas pero entrenadas para todos lados. Son cuatro tipos que ayudaron a muchos (incluyendo a Radiohead con Kid A y Amnesiac) a darle un buen uso a la electrónica. Esta, su tercera visita después de dos Obras, es la primera que se los encuentra al aire libre, con pantallas gigantes que ilustran temas como “Tour de France”, el clásico “Radioactivity”, “Numbers”, el gastado “Das Model” y el gran cierre con “Music non stop”, para que los que no se fumaban los dedos esperando a los de Oxford disfruten de una gran banda que sabe utilizar el recurso audio-visual como un instrumento más, para incentivar el cerebro y mezclarlo con el sonido característico que los alemanes siempre pudieron hacer.

Terminaron para dejar a muchos aliviados y otros con ganas de más, pero la historia pasaba porque en exactamente media hora Radiohead iba a pisar un escenario argentino. Porque cuando las luces se apagaron, treinta mil adultos se convirtieron en púberes orgásmicos desesperados por ver salir a Thom Yorke como si fuera Nick Carter y desesperar y pedirle a las puntas de los pies que aguanten todo lo que puedan.

Todo aquel que no se pudo aguantar la ansiedad de saber qué temas iban a tocar seguramente habrá pispeado el resto de las listas de la gira: que en México tocó “Airbag” y no la podías creer; que claro que van a tocar “Paranoid Android”; que si tocaron “Pyramid Song” en Brasil es casi seguro que la toquen acá, y que pum que pam, uno ya sabía con qué se iba a encontrar.

“Muchas, muchas gracias Buenos Aires. Hemos esperado mucho, mucho tiempo para tocar ante ustedes y esta noche es un sueño hecho realidad”, dijo el mentiroso de Ed O’brien para que todos caigan derretidos e imploren su amor. “Sabemos que hoy es un día importante en Argentina, que marca el aniversario 33 del golpe de estado militar. Queremos dedicar la siguiente canción a todas las víctimas que sufrieron, a los que perdieron a sus seres queridos, a los que fueron encarcelados y torturados y a los que desaparericeron. Esto es ‘How to dissappear Completely‘”, dijo y todos se pusieron la remera argentina y putearon a los militares mientras Yorke cantaba uno de los mejores temas de Kid A.

Un total de 26 canciones que recorrieron los siete discos, incluyendo el ya gastado “Creep”, como yapa de regalo a un público que nunca pudo escuchar el tema que les regaló el reconocimiento mundial y la posibilidad de hacer las obras maestras que vendrían después.

Fueron dos horas y cuarto de una máquina perfecta que se conoce de memoria y que tocó ante un público que también los conocen de memoria, entendiendo sus caprichos, sus manías y sus gustos personales, después de tanto CD, Google y mp3 bajado del torrent esperando una noche como la del martes veinticuatro de marzo del dos mil nueve.

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